Paul Nothomb: Nothomb Existir (Excerto de SOPRO DE VIDA)
Jean Tourniac: Judaísmo Individualidade Humana
Henry Corbin: Corbin Templo
La historia de la humanidad es una historia que comienza en el exilio, que comienza con la destrucción del Templo. Sorprendente es el relato que pone en escena el descenso de la nesháma (el alma celestial del hombre, una de las almas que tienen su morada junto a Dios y cuyo concepto está extremadamente próximo a la idea zoroástrica de la fravarti/forühar). La nesháma es invitada a animar al ser humano cuyo embrión está dispuesto para crecer. Sabe todo lo que debe abandonar para «descender» a la tierra, pero de su descenso depende que el ser humano sea marcado por el sello divino y lleve en sí la Imago Dei. Por eso también ella realiza el mismo camino que Dios hasta el retorno del exilio. La Shekhina en exilio es «la totalidad de todos los sufrimientos de todos los tiempos y de los sufrimientos de todas las criaturas en todos los mundos». En tanto dure la creación, habrá exilio, hasta el momento en que la última nesháma descienda a este mundo. El ángel que acompaña a la nesháma en el curso de su descenso le revela que le encontrará al término de su trayecto a través del mundo del exilio, pues él estará ahí para reconducirla «a casa». Le anuncia que todo lo que ella ha aprendido del sentido de la creación en su existencia «antes de este mundo», va a quedar sumido en el olvido, igual que el templo destruido. Su vestido de luz se va a convertir en un vestido condicionado por la forma del tiempo. Pero en su exilio la nesháma va a encontrarse al unísono con el exilio de la Shekhina. Imitando el gesto de los sacerdotes sobre el tejado del templo de Salomón devorado por las llamas, el ángel lanza al cielo las llaves del templo.
Adin Steinsaltz: Excertos de “A Rosa de Treze Pétalas”. Maayanot, 1992.
Roberto Pla: Evangelho de Tomé — Evangelho de Tomé – Logion 25
Em um breve poema, subtitulado “Oráculo da volta do desterro”1, transmite Isaías duas informações complementárias: “No final, — diz — será derramado sobre nós o espírito (nesamah) desde o alto”. Com isto se aponta que a respiração superior (nesamah) não consiste somente em conteúdos psíquicos (ruah) sublimizados, senão que também se nutre da chuva espiritual (alento, ou respiração de origem divino, o Espírito de Deus), que igual ao paracleto anunciado por Jesus desce sobre a consciência do homem que ama para iluminá-la.
A segunda informação do oráculo de Isaías é de singular importância, pois em seu último verso não só confirma a função que corresponde a cada uma das três correntes psíquicas segundo a psicologia israelita senão que ao esclarecer algo seu estilo metafórico ajuda a desentranhar em boa parte algum dado acerca da adaptação que experimentou o esquema do povo judeu (vide Zohar Alma) ao incorporar-se à linguagem — alma, espírito — dos primitivos cristãos. Diz Isaías: “Ditosos vós que semeais junto à água (= psyche) que sobe (até nesamah) e dais liberdade ao boi (ruah) e ao asno (nefes). Veja Boi e Asno, no simbolismo do Presépio.
A “volta do desterro” é, desde o ponto de vista espiritual, a reintegração à Jerusalém celestial, após a viagem pela vida terrestre. ↩