Borella Guénon Sacramentos

Traduzido para o espanhol da versão em inglês feita por Rama P. Coomaraswamy, D.M.; com prólogo do tradutor

RENE GUENON Y LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACION CRISTIANA

Muchos Católicos tradicionales se han desanimado al leer los trabajos de René Guénon por su actitud hacia la Iglesia —el cual sostiene esencialmente que la Iglesia ya no proporciona un adecuado y viable “camino espiritual” a sus seguidores, porque sus “iniciaciones” (o Sacramentos) ya no son válidas. Según tengo entendido, ningún autor Católico ha tratado anteriormente esta cuestión con claridad. Lo que sigue es el “Epílogo” que Jean Borella, un autor inequívocamente Católico, ha escrito a la Introduction à l’ésotérisme chrétien (“Introducción al Esoterismo Cristiano”) (vol. II) del Abad Henri Stéphane.1

Desafortunadamente, uno no puede asumir que el libro en sí sea de la misma calidad que el Epílogo. El nombre de Abad Stéphane es el seudónimo de un individuo que aún vive y que, desgraciadamente, está mentalmente incapacitado por un grave estado depresivo. Mientras que muchos de sus argumentos son tradicionales, hay mucha “mistificación” en sus escritos —por no hablar de muchos plagios en donde no se da crédito al verdadero autor.

E incluso con respecto al “Epílogo” uno debería ser consciente del hecho de que estrictamente hablando, no existe aquello que se ha denominado “el pensamiento del Padre Stéphane. Hay un pensamiento tradicional, Cristiano-Católico, y un pensamiento que es inconsistente con él. Pero a pesar de estos defectos en el texto, el Dr. Borella ha escrito un ensayo claro y convincente sobre los “errores” de Guénon respecto del Catolicismo que es de gran utilidad para los Católicos.


Queremos insistir en que los comentarios que siguen son propia y enteramente nuestros y no son representativos de ningún grupo o movimiento. No tenemos ninguna otra autoridad para hablar sobre las cuestiones a considerar mas que aquella que nos es conferida por el hecho de que somos individuos bautizados y miembros de la Iglesia Católica.

Al llamar a la colección de escritos reunidos en 2 volúmenes del Abad Stéphane una “Introducción al Esoterismo Cristiano”, la intención de los editores era más indicativa que descriptiva. Nosotros queremos decir que consideramos sus escritos, al menos en ciertos aspectos, como representativos del Cristianismo esotérico. Con esto queremos decir que representa una profundización y una interiorización del Cristianismo dogmático, y como tal se sitúa dentro del corazón de la ortodoxia. Según nuestro punto de vista, esto es lo más original de los escritos del Abad Stéphane, ya que no escasean los trabajos que pretenden hablar de Pitagorismo cristiano, Cabalismo Cristiano, Alquimia, Hermetismo, Templarismo, simbolismo arquitectónico, etc. Sin embargo, las muchas referencias del Abad a los trabajos de Guénon y la misma idea del esoterismo, puede que parezcan contradecir esa pretensión. De hecho, la sección titulada “Respuesta a Paul Séran” parecería ser una simple negación de nuestras afirmaciones respecto a la misma originalidad de la perspectiva “stephaniana” debido a su punto de vista estrictamente guenoniano. Por supuesto, se puede argüir que el pensamiento del Padre Stéphane evolucionó con el curso de los años hacia un punto de vista cada vez más específicamente Cristiano, y que en 1975, él no hubiera aprobado todo lo que él dijo en 1953. Ciertamente está claro que los textos incluidos en el 2. volumen se puede decir que muestran esto, ya que con el paso de los años, las meditaciones del Abad le volvieron cada vez más hacia las Escrituras, la liturgia y el arte sagrado. Sea como fuere, nuestra intención ahora, no es intentar hacer una exégesis del pensamiento stephaniano, sino facilitar al lector toda la información pertinente que le permitirá apreciar el problema, al mismo tiempo que le rogamos excuse la brevedad de nuestros comentarios sobre una cuestión tan difícil, y que correctamente emprendida necesitaría una investigación histórica y documentada que estaría fuera de lugar en el presente contexto.

Esta cuestión nos lleva directamente a la consideración de René Guénon, porque él es la persona responsable de sacar el tema del esoterismo en general, y del esoterismo Cristiano en particular. En nuestro acercamiento al problema, intentamos conformarnos al precepto paulino: “probadlo todo y quedaos con lo bueno” (1 Tes 5, 21) —nosotros añadiríamos que muchas de las críticas que P. Sérant hace de Guénon nos parecen justificadas, y que no todas ellas recurren al sentimentalismo o resultan de la incomprensión, sino que de hecho muchas están basadas en la simple objetividad. Se debería recordar que no hay esfuerzo humano que esté libre de error y este principio no debería ser nunca perdido de vista. Ahora bien, si es verdad que Guénon sacó la idea del esoterismo y de la iniciación de espurios gnósticos y teósofos, o de las fantasías de “sociedades secretas” de todo tipo, entonces nosotros creemos que el esquema que él construyó con el rigor y la claridad de un matemático, sólo puede corresponder con gran dificultad a la realidad de las cosas, al menos con respecto a aquellas áreas de las que nosotros tenemos conocimiento. No es que Guénon esté radicalmente equivocado —al menos con respecto a lo que él dijo sobre el esoterismo en general— pero sí que es incapaz de distinguir entre un estereotipo y la diversidad y variaciones de la verdad. Es evidente que solamente una inmoderada afición por las abstracciones, o por un cierto culto de la personalidad, ha cegado a algunos de sus lectores. La ecuación que algunos de los seguidores de René Guénon proponen —es decir, “René Guénon = la verdad absoluta y definitiva”— debe ser rechazada totalmente. Si no, lo que nosotros tenemos que decir no tendrá ocasión de ser leído.

Pero las reservas que uno puede tener sobre ciertos aspectos de la concepción guenoniana del esoterismo en general —lo que no excluye una adhesión reflexiva a otros puntos— está singularmente reforzada cuando uno considera los temas del Cristianismo, ya que aquí, es necesario declararlo claramente, la tesis guenoniana es absolutamente inaceptable y en gran medida contraria a los hechos.

Esta tesis, como ya sabemos, afirma que la tradición Cristiana era originalmente de naturaleza exclusivamente esotérica, y como tal, sus ritos (los Sacramentos), que comunican la vida espiritual, eran también de carácter “iniciático”2. Cuando Guénon habla de un rito iniciático, se refiere a uno reservado a un pequeño número de individuos “cualificados”. Ahora bien, la propagación del Cristianismo en el siglo IV que confirió estos sacramentos (Bautismo, Confirmación, Eucaristía, etc.) a todos sin distinción, no sería ya compatible con la naturaleza iniciática de los sacramentos Cristianos. Por lo tanto se sigue que, según Guénon, desde este momento en adelante, la Iglesia se vio forzada a proceder con un general “descenso” de sus ritos en el campo puramente exotérico, reservando otros ritos en orden a proporcionar a una elite iniciática. Esta tesis es proferida contra numerosas objeciones que la invalidan completamente.

Dejaremos a un lado la cuestión de la consistencia interna del pensamiento guenoniano3. Solamente discutiremos dos aspectos del problema: uno histórico y el otro doctrinal.


  1. Se ha sugerido que un título más apropiado para este libro, podría haber sido el de “Indicios de Esoterismo Cristiano”.  

  2. Los términos “esotérico” e “iniciático” no son sinónimos, incluso Guénon nunca los distinguió de una forma precisa. El esoterismo concierne a la dimensión más “interior” (que es el sentido etimológico de la palabra en Griego) de una doctrina que al mismo tiempo incorpora un aspecto más “exterior”: el exoterismo. El término “iniciático” se aplica a los ritos que permiten la realización espiritual de lo que enseñe la doctrina esotérica. Más recientemente, el señor F. Schuon ha notado que “los sacramentos cristianos son exotéricos para los exoteristas y esotéricos e iniciadores para los esoteristas; en el primer caso, su fin es la salvación pura y simple y en el segundo, la unión mística” (Roots of the Human Condition, World Wisdom Books, Bloomington, Indiana, 1991).  

  3. En Aperçus sur l’initiation, él declara: “Incluso cuando se trata de una organización que es auténticamente iniciática, sus miembros no tienen el poder de cambiar las formas según sus propios deseos o de alterarlas en lo que ellas tienen de esencial; esto no excluye ciertas posibilidades de adaptación a las circunstancias, que por otra parte se imponen a los individuos aunque ellas no deriven de su voluntad, pero que en cualquier caso, están limitadas por la condición de no dañar de ninguna manera a los medios por los que se asegura la conservación y transmisión de la influencia espiritual de la que la organización considerada es depositaria; si esta condición no fuera observada, resultaría de ello una verdadera ruptura con la tradición, que haría perder a esta organización su “regularidad” (ch. “De la regularité initiatique”, p. 41). La cursiva es nuestra. Algunos han argüido que este texto se refiere a la Masonería. Nosotros no vemos ninguna razón por lo que esto no pueda igualmente aplicarse a la Iglesia de antes de la época de Constantino. Además proporciona la prueba y la evidencia de que la Iglesia no podía haber procedido por las líneas de un descenso tal como del que habla Guénon.