ESCOLAS GNÓSTICAS — SATURNINO (século II)
García Bazán
Um dos discípulos de Menandro, que também ensinou na Antioquia, tendo vivido provavelmente sob o imperador Adriano (117-138). Contemporâneo de Inácio da Antioquia. Citado por Irineu de Lião (Adv. Haer. I, 24) com especial referência em torno da interpretação do Gen 2,7.
O tema de maior relevância na doutrina de Saturnino é a “estranheza” da centelha divina. Esta ideia implica, necessariamente a atitude dualista. Porque o gnóstico não é o do mundo, se sabe alheio ao mundo e isto só o sabe quando essa centelha no mundo, o Si mesmo oculto, se auto-manifesta. Reconhecimento que é revelação, inutilmente acessível pela razão, daí a insistência pela primeira vez explicitamente assinalada entre os gnósticos cristãos, do Pai como Deus desconhecido. E esta é uma revelação que salva e que cria um estado privilegiado para o ser que a possui, sentido visível no arquétipo do Salvador ao qual as determinações de “ingênito, incorpóreo e sem forma” o revelam como conaturalmente divino. É o aparecer do Si mesmo, sob as formas de Pai, Salvador ou pneuma, idênticas, o que interessa. A existência do Absoluto e as formas humanas sejam o homem ou mesmo Jesus, nada mais são que ilusão, imagem refletida que se esfumaça uma vez retirado o objeto que se reflete. Os anjos tentando infrutiferamente criar o humano, o mesmo Jesus sofrendo, nada mais são que esforços para expressar esta total indiferença pelo cosmo, própria do gnóstico.
Segundo Bazan, esta ilusão dada pela imagem refletida no objeto, que se desvanece retirado o objeto, é uma das mais elevadas formas do símbolo metafísico. Qualquer das coisas ou entes aponta e exige a presença do que a permite ser. Neste sentido todo ser ou realidade possui a natureza do símbolo, “sym-bolon”, forma que aponta em direção de um conteúdo que a transcende. Ignorar este caráter dual do símbolo é destruí-lo, seja olhando somente sua forma, literalismo ou naturalismo, seja o conteúdo que expressa. No entanto, cabe notar que todo ente é símbolo metafísico, porque o conteúdo que o transcende e ao qual manifesta é a Essência indivisa ou Totalidade. Nesta direção o caráter próprio do Ser ou Manifestação, é o do símbolo metafísico ou natureza dual que expressa à essência una no momento de sua Manifestação. O raio do sol é a figura analógica que melhor expressa este simbolismo essencial. E o pensamento gnóstico só tende a recuperar este sentido falseado pela religiosidade exterior que afirma ao mundo separado do Princípio.
La insistência es manifiesta, el hombre es sombra y no ser y desaparece, sólo la partícula divina reconocida sigue su propia vocación, su libertad. Saberse “bueno” — pneumático — es reconocerse como lo Absoluto y conociéndolo, soportar lo relativo es sentirse preso y oprimido por algo que no es el ser. Los arcontes rebeldes al Padre, el mundo, obra de sus manos, la generación que prolonga estas cadenas, las mismas profecias que hacen aceptar la doctrina sobre la bondad de estas leyes terrestres, son símbolos de esta fundamental actitud gnóstica dualista, el rechazo del mundo y de sus autores y estructuras como equiparables a lo que no es.
Naturalmente, el mito que sustenta estas figuras sigue ostentando una forma monista-emanacionista: Dios — ángeles — Salvador — chispa, que hablan de la identidad profunda de lo Absoluto en su esencia y la caída o “pecado precedente” segrega siempre de la cadena de la emanación simbólica, caso de los ángeles maios que con sus obras no hacen más que simbolizar lo que se opone a lo Absoluto, la nada antimetafísica, pura ilusión del impulso disgregadar del hombre. El interés sobre un mismo tema bíblico: la creación del hombre y la exégesis diversa de la ortodoxia y de la gnosis salta a la vista.
Guillermo Fraile
Denomina-o Satornilo…
Satornilo (h.98-160). Natural de Antioquía, discípulo de Menandro. Conocemos su doctrina por referencias de San Ireneo y San Hipólito (Adv. haer. I 24,1-2; Philosoph. VII 28). Desde toda la eternidad existe el Dios Padre, ser supremo, incognoscible, inefable, que creó los ángeles, los arcángeles, las virtudes y las potestades. Uno de estos ángeles es el Yavé de los judíos. Frente al reino de Dios está el del demonio, el cual domina sobre la materia. Los ángeles crearon el mundo visible y el hombre conforme a una imagen resplandeciente de Dios. Pero sólo pudieron verla un momento, y por eso realizaron una obra imperfecta. El hombre hecho por los ángeles era incapaz de tenerse en pie, y se arrastraba por el suelo como un gusano. Dios se compadeció, por cuanto que tenía algo de imagen suya, y le envió una chispa de vida, con lo cual se perfeccionó, se levantó y comenzó a vivir. Esta chispa divina retornará a Dios después de la muerte. Los ángeles y Yavé se rebelaron contra Dios, el cual, para vencerlos y romper los vínculos de la ley judía, envió al Salvador (Nous), que tomó un cuerpo aparente (docetismo). Hay dos clases de hombres, buenos y malos. Los buenos son aquellos en quienes existe la centella de vida divina. El Salvador vino para salvar a los buenos y destruir a los malos y a los demonios. Unas profecías proceden de los ángeles y otras de los demonios. Proclamaba el ascetismo y condenaba el matrimonio, como cosa de Satanás.