Onde houverem dois (Mt XVIII, 19-20)

LOGIA JESUS — ONDE ESTIVEREM DOIS… (Mt XVIII, 19-20)

EVANGELHO DE JESUS:
19 Amén, eu vos digo ainda: se dois dentre vós concordarem na terra para pedir o que quer que seja, isso lhes será feito por meu pai dos céus. 20 Sim, onde dois ou três estiverem reunidos em meu nome, lá estarei no meio deles.» (Chouraqui; Mt 18:19-20)


Tomas de Aquino: CATENA AUREA


Roberto Pla: Evangelho de ToméLogion 30

“Onde há dois (deuses) ou um”, quer dizer, se são dois, Adão alma vivente e Adão espírito, que vivificam (o deus criado por Elohim e o deus plasmado por YHWH), “eu estou com ele”.

Isso o diz Jesus porque sabe que o Filho do Homem é a luz que se resolve nas individuais gotas de luz. Este é um dos deuses. O outro deus, já o sabemos, é a alma vivificada, o “ruah” que após sofrer a tenaz purificação da roçagem depositará seu fruto, já transformado em trigo do espírito, como “terceiro restante” (neshamah). Este é o bom ladrão que o Filho do Homem em seguida a sua morte e ressurreição levará consigo ao Paraíso, uma vez consumada fielmente toda a obra a ele encomendada pelo Pai “quando depois de santificado o enviou ao mundo” (Jo 10,36).

René Guénon: EMS XII: LA TIERRA SANTA Y EL CORAZÓN DEL MUNDO

Volvamos ahora a la distinción a la cual hacíamos alusión hace un momento; ella resulta inmediatamente de lo que la religión, en el sentido propio y etimológico de esta palabra, es decir, “lo que religa” al hombre a su Principio divino, concierne no solamente a cada hombre en particular, sino también a la humanidad considerada colectivamente, dicho de otra forma, tiene a la vez un aspecto individual y un aspecto social. La residencia de la Shekinah en el corazón del fiel, corresponde al primero de esos dos puntos de vista; su residencia en el Tabernáculo corresponde al segundo. Por lo demás, el nombre de Emmanuel significa igualmente esas dos cosas: “Dios con nosotros”, es decir, en medio de los hombres; y el in nobis de San Juan, que recordábamos antes, puede interpretarse también en esos dos sentidos. La tradición judaica se coloca en el segundo punto de vista cuando dice que, “cuando dos personas conversan de los misterios divinos, la Shekinah se mantiene entre ellas”; y el Cristo ha dicho exactamente lo mismo, y casi en los mismos términos: “Cuando dos o tres se reúnen en mi nombre, yo me encuentro en medio de ellos” (San Mateo, XVIII, 20). Ello es además verdadero, como lo precisa el texto evangélico, “en cualquier lugar donde se encuentren reunidos”; pero esto, desde el punto de vista judío, no se relaciona sino con casos especiales, y, para el pueblo de Israel en tanto que colectividad organizada (y organizada teocráticamente, en la acepción más verdadera de este término), el lugar donde la Shekinah residía de una manera constante, normal en cierto modo, era el Templo de Jerusalén; por ello los sacrificios, constituyendo el culto público, no podían ser ofrecidos en ninguna otra parte.