José Montserrat Torrents: Excertos de “Los Gnósticos”
Valentín era originario de Egipto. Según Clemente de Alejandría, fue discípulo de Teudas, quien lo fue, a su vez, de Pablo. Pasó a Roma bajo el pontificado de Higinio (136-140), más o menos en las mismas fechas que Cerdón. Parece que, durante el pontificado de Pío (140-155) y Aniceto (155-166), Valentín era un maestro reconocido, permaneciendo en comunión con la Iglesia romana. Tertuliano pretende que rompió con la jerarquía de Roma por despecho, pues aspiraba al episcopado, pero la especie no merece crédito. De hecho, Justino, que estaba en Roma durante este período, denunció a Marción, pero no menciona a Valentín entre los herejes. El hecho es perfectamente explicable. Los valentinianos, como Platón y Aristóteles, tenían un lenguaje para el público en general y otro para los iniciados de la escuela. Su doctrina exotérica se adaptaba a la regla de fe de la Iglesia episcopal. Fue Ireneo quien puso mano en los escritos internos de la escuela y denunció su heterodoxia. Valentín murió seguramente en Roma, y no en Chipre como pretende Epifanio.
Se conocen los títulos de algunos de sus escritos: Carta a Agatópodo; Carta a unos desconocidos; homilías, una de las cuales titulada Acerca de los amigos. Clemente de Alejandría reproduce breves pasajes de estos escritos. Hipólito reproduce un salmo de Valentín.
El valentinismo, según Hipólito, se dividió en dos ramas, la itálica y la oriental. A la primera pertenecen Ptolomeo, Heracleón, Secundo y Florino. A la oriental se adscriben Teódoto, Axiónico y, probablemente, Marcos. También Tertuliano se hace eco de la división en dos escuelas.