SACRAMENTOS E MISTICISMO
Perenialistas Cristãos
Jean Borella: RENÉ GUÉNON E OS SACRAMENTOS DA INICIAÇÃO CRISTÃ
Traduzido para o espanhol da versão em inglês feita por Rama P. Coomaraswamy, D.M.; com prólogo do tradutor
Solo nos falta tratar del misticismo, un tema hacia el que Guénon manifestó una hostilidad evidente, en parte, debido a un gran malentendimiento de esta realidad espiritual. Guénon ignoraba las enseñanzas espirituales de los Padres de la Iglesia, a parte de que, no obstante, existiera una teología cristiana, y precisamente los de ellos que son los de los “Padres” de la Iglesia. El conocía solamente un misticismo de un orden secundario basado en una “fenomenología” espectacular, y que solo en grado mínimo tiene como su objetivo la realización del divino Pneuma. ¿Era él consciente del misticismo del Monte Carmelo? El escribió: “El mismo lenguaje de los místicos es muy claro a este respecto: no se trata nunca de una unión con el Cristo-principio, es decir, con el Logos en sí mismo, que incluso, sin llegar hasta la identificación, estaría ya más allá del dominio humano; se trata siempre de una “unión con Jesucristo”, expresión que se refiere claramente de forma exclusiva, únicamente al aspecto “individualizado” del Avatara Initiation et réalisation spiriuelle)), ch. VI, p. 134, Éditions Traditionnelles, París, 1983 y 1986.. Pero S. Juan de la Cruz, por citar algún autor que es sin duda alguna un “místico”, escribió en su “Subida al monte Carmelo”: “El alma de inmediato se ilumina completamente y se transforma en Dios; Dios le comunica Su supernatural Ser de tal modo que el alma se asemeja a Dios mismo; ella posee lo que Dios posee; la unión que brota de este soberano favor es tal que todas las cosas del alma están unidas con las cosas de Dios; el alma es transformada; participa de lo que es Dios y parece ser Dios más que alma: es Dios por participación” 1. Tal texto no es de ninguna manera raro incluso en la literatura mística moderna y contemporánea, como en los escritos del Monseñor Louis Laneau, la Hermana Laurant de la Resurrección, la “Mística modista”, o la Hermana Elizabeth de la Trinidad, que juega un papel considerable en la doctrina espiritual del Padre Stéphane, y que declara en un estilo casi eckhartiano: “Cuando estoy completamente identificada con este Ejemplar Divino (el Verbo), todo pasa en El y El en mí, de tal forma que yo veo realizada mi vocación eterna, aquella vocación que me ha llamado “hacia El”, “in principio”, la que yo perseguiré “in aeternum”, mientras estoy sumergida en el seno de la Trinidad, yo seré el incesante alabador de Su gloria, Laudem gloriae ejus” 2. Ante tales textos, y ante el testimonio que proporcionan las vidas de aquellos que las han escrito, se puede realmente afirmar que “la iniciación no es, en efecto, como las realizaciones místicas, algo que caiga más allá de las nubes, si se puede decir así, sin que se sepa cómo ni por qué” 3. A esta burla de un gusto discutible, nosotros de buena gana contestamos que lo que “cae” de esta manera es la ¡Gracia de Dios! Y por lo que nosotros podemos decir, nos parece que Sankara o Ibn Arabí se han expresado de forma muy similar a la de los místicos cristianos; como si fuera suficiente conocer las rigurosas leyes y “la técnica para manejar las influencias espirituales” (Ibídem), para producir los efectos correspondientes mediante un claro esfuerzo sin “nubes”. La liberación espiritual (moksha) es siempre un favor, una gracia (anugraha) de la Realidad Suprema que se despierta en nosotros mediante las vibraciones que emanan del mantra divino 4. En cierto sentido, el ser humano está siempre “pasivo” con respecto a lo que Santo Tomás de Aquino, recordando una imagen de los Padres, llama “el infinito Océano de la Divina Substancia”. Y de la misma forma Sankara dice:
“Incluso cuando la dualidad
es desalojada por el alma,
Oh Señor, yo soy tuyo, pero
Tú no eres mío.
La olas pertenecen al Océano.
Pero el Océano nunca
pertenece a las olas” 5
Es verdad que en ciertos aspectos, el misticismo Cristiano parece consistir esencialmente en estados pasivos experimentados por el alma que parecen apartarse de toda norma. Evidentemente uno puede ver en esto, como dice el Padre Stéphane, usando el lenguaje de Guénon, a “un ser poseído por el rapto de un estado superior” de forma pasiva. Nos parece que es necesario comprender esta expresión como una “ruta” hacia estados más altos 6 —un camino análogo al de la Asunción de la Virgen— ya que en último análisis, la realización espiritual en el Cristianismo es una renuncia a todo lo creado con vistas a su transformante integración en la Luz de la Gloria. Como Evagrio Póntico enseña: “en el desnudo intelecto, es decir, el intelecto que es consumido en la visión de sí mismo y que merece comunicar con la contemplación de la santa Trinidad”. Por lo tanto, no solo él es igual que los ángeles, “isoangélico”, dice Evagrio, sino que “los nombres son abolidos”; él entra en la luz “informal” de Dios y realiza “el estado de pura intelección” que es “la cúspide intelectual, como el color del cielo en el cual arde la luz de la Santa Trinidad en el momento de la oración” 7. Cualquiera que sea la diversidad de caminos que nos llevan a esto —ellos constituyen esencialmente una actividad— todo lo que queda es este desnudo intelecto y la oración que lo acompaña (oración y ayuno son los dos aspectos de todo camino espiritual: el discernimiento de lo Real de lo que es ilusorio y la concentración ritual en lo que es la Unica Realidad). Y esto es, según las palabras de Evagrio, la única actividad que exige la dignidad del intelecto.
Indiscutiblemente a uno le parece sorprendente que René Guénon fuera, en esta cuestión, capaz de malinterpretar la naturaleza del camino Cristiano. Pero él mismo nos ha enseñado que las individualidades no cuentan con respecto a la doctrina, y que, de acuerdo con el adagio hindú: “no hay derechos superiores a los de la Verdad”. Quizá sea cierto, como indican fragmentos de su correspondencia publicada por Jean Tourniac, que en el momento de su muerte estaba a punto de revisar algunas de sus posturas. Nosotros no sabemos nada de esto. En cualquier caso, está más allá de duda que la tesis “oficial” de Guénon, aquella tesis que fue expuesta en “Christianisme et initiation” 8, es contradictoria con lo que nosotros sabemos de las Escrituras 9. Según nuestra opinión esto prueba que el esquema guenoniano sobre una distinción radical entre los ritos iniciáticos y los ritos exotéricos no se puede aplicar como tal a los sacramentos Cristianos. Así que Guénon, a causa de la fuerza con que él concibió y formuló los elementos de su doctrina, no los comprendió. Por otra parte, ¿deberíamos considerar a todos los cristianos como seres “virtualmente iniciados”? En cierto sentido, esto es lo que la lectura de San Dionisio Areopagita sugiere cuando él declara que: “la más perfecta iniciación (la de la Nueva Ley como opuesta a la de la Antigua Ley)… es al mismo tiempo celestial y legal…”, una declaración que llevó a M. De Condillac a comentar muy justamente que los sacramentos son, “en general, tanto exotéricos como esotéricos” 10. Sin embargo, si este es el caso con respecto al camino Cristiano, no resulta por ello una confusión deplorable entre los dos órdenes. Esto es tanto más cuanto que el Cristianismo se encuentra en una situación en la que su distinción, no teniendo ya una razón de ser, está virtualmente abolida.
- San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, Libro II, Capítulo 4.[↩]
- Carta a Canon A., Julio de 1906. La Hermana Elizabeth murió el día 9 de Noviembre de 1906 a la edad de 26 años; cf. M. M. Philipon, OP., La doctrine spirituelle de soeur Élizabeth de la Trinité, Desclée De Brouwer, p. 255.[↩]
- Aperçus sur l‘initiation, cap. XV, p. 111, op. cit.[↩]
- Paul Martin-Dubost, Çankara et le Vedanta, Ed. du Seuil, p. 105; anugraha viene de anu-grah (estar de acuerdo, escoger y tener estima por las disposiciones de lo que uno desea). (Lacombe, L‘Absolute selon le Vedânta p. 317).[↩]
- Vishnusadpâdi 3: citado por P. Martin-Dubost, Çankara, p.97.[↩]
- Para el camino hacia estados superiores, análogos a los estados angélicos, véase Etienne Gilson, La Philosofia de Saint Bonaventure, p. 365. Gilson nota que el Paraíso de la Divina Comedia sigue este mismo camino. Es fácil conectar los nueve estados angélicos con los nueve mundos (o lugares de morada) de los Bodhisattvas.[↩]
- Traité de l’Oraison, traducido bajo el título de Leçons d’un contemplatif, por el Hermano Hausherr, Ed. Beauschesne. Nosotros hemos expuesto lo esencial de la doctrina Evagriana en nuestro libro La charité profanée. Ed. du Cedre, París, p. 396-406, que llamó la atención del Padre Stéphane.[↩]
- Un capitulo de Aperçus sur l‘ésotérisme Chrétien.[↩]
- Durante mucho tiempo Guénon también sostuvo que las doctrinas Budistas eran heterodoxas. Bajo la influencia de Marco Pallis y Ananda Coomaraswamy, Guénon modificó esta opinión antes de su muerte.[↩]
- Pseudo-Deny, l‘Aréopagite, Oeuvres complétes, Aubier, 1980, p. 295 y p. 33. (Hay traducción en castellano de las obras completas de S. Dionisio en la B.A.C, Obras completas del Pseudo Dionisio Areopagita Madrid, 1990, y de algunas de ellas en Antoni Bosch, editor, Los nombres divinos y otros escritos, Barcelona, 1980). Esta reedición de una obra sin publicar durante mucho tiempo hace asequible una vez más la obra de un individuo que puede ser considerado como “el Padre de los Padres” de la Iglesia.[↩]