PHILOKALIA-TERMOS — THEORIA = CONTEMPLAÇÃO
VIDE: euche, praxis Evangelho de Jesus: E toda a multidão que se ajuntara a este =espetáculo= (theoria), vendo o que havia acontecido, voltava batendo nos peitos. (Lc 23:48)
E estavam ali, =olhando de= (theoreo) longe, muitas mulheres que tinham seguido Jesus desde a Galileia, para o servir; (Mt 27:55)
E os espíritos imundos vendo-o (theoreo), prostravam-se diante dele, e clamavam, dizendo: Tu és o Filho de Deus. (Mc 3:11)
E, estando ele em Jerusalém pela páscoa, durante a festa, muitos, =vendo= (theoreo) os sinais que fazia, creram no seu nome. (Jo 2:23) Designa a sensação (aisthesis) espiritual de Deus, no coração (kardia) e além da oração (euche). A contemplação é a consecução e a transfiguração da ação monástica. O contemplativo (theoretikos) designa aquele dado à theoria, à contemplação. CONTEMPLACIÓN (theoria): hay dos aspectos de la contemplación: la percepción y la visión del intelecto (nous), que penetra las razones (lógi) de las cosas creadas, razones contenidas en el Verbo (Lógos — (logos), principio unitario del cosmos; y aquel, — muy sublime -, que emerge del intelecto, en el misterio mismo de Dios (ver teología). En este segundo caso, el intelecto es completamente atraído por el objeto espiritual (noeton) que contempla, a tal punto, que todas las cosas exteriores se convierten en ausentes de la conciencia. Se habla a veces recontemplación de un modo menos específico, con respecto a niveles intermedios de concentración sobre un objeto espiritual. InterText Segundo Christophe Andruzac, René Guénon, sabendo (certamente por ter ele mesmo experimentado) o quanto a contemplação de Deus é exigente e difícil, quanto ela está acima das preocupações do cotidiano, se convenceu que praticamente ela não surge senão no seio de tradições religiosas herdeiras de uma longa experiência garantidora de sua seriedade e ajudando a constituir microcosmos certamente portadores de influxos espirituais e talvez de certas «bençãos». Ele designa pelo termo de «Iniciação» a transmissão do influxo espiritual favorizando o «habitus» contemplativo, e qualifica de «Tradicional» toda forma de comunidade favorizando a seus membros o acesso à contemplação.
Frithjof Schuon: Schuon Esoterismo Principio Via
As virtudes favorecem ou mesmo condicionam as atitudes contemplativas, por um lado e, por outro, delas resultam na medida em que essas atitudes são sinceras. Uma virtude é profunda à proporção que coincide com uma sublimação de si, sinônimo de objetividade, de imparcialidade inata, de serenidade já celeste. Pois o virtuoso é tal que sua inteligência e sua sensibilidade percebem o próprio ser das coisas.
Titus Burckhardt: Burckhardt Sufismo
Según Ibn ‘Arabi, el «estado espiritual» (al-hal), la iluminación súbita del corazón, se engendra por la acción recíproca de la «irradiación» (al-tayalli) divina y la «predisposición» (al-isti’dad) del corazón. Según el punto de vista en el que uno se sitúe, uno de estos dos polos aparecerá como determinante o determinado.
Frente a la Realidad divina, informal y omnipresente, que ninguna cualidad podría definir, el carácter particular de un estado espiritual sólo puede atribuirse a la predisposición del corazón, es decir, a la receptividad fundamental e íntima del alma, de acuerdo con la famosa parábola de Al-’yunayd: «El color del agua es el color de su recipiente.»
Por otra parte, la predisposición del corazón no es más que pura potencialidad. No puede conocerse al margen de la irradiación divina, pues la potencialidad no puede sondearse sino en la medida en que sus contenidos se actualizan[3]. Así pues, la irradiación es lo que actualiza la predisposición; es lo que confiere al estado espiritual su cualidad inteligible. Es, dice Ibn ‘Arabi, «evidente por sí misma», pues ella se afirma en él inmediata y positivamente como un «nombre» o «aspecto» divino, mientras que la predisposición como tal permanece como «la cosa más oculta que existe», según escribe nuestro autor en su Sabiduría de los Profetas (capítulo sobre Set).
De acuerdo con este último aspecto, no hay nada en la receptividad del corazón que no sea respuesta a la irradiación o revelación divina, cuyas fulguraciones sufre alternativamente; éstas varían según los diversos «aspectos» o «nombres» de Dios y este proceso nunca se agota, ni por el lado de la irradiación divina, que es esencialmente inagotable, ni por el de la plasticidad primordial del corazón.
Ibn Arabi: Ibn Arabi Seth