Gichtel 4 Comentarios

COMENTÁRIOS DE JULIUS EVOLA À PRANCHA 4 DE GICHTEL

Nesta passagem, Gichtel se refere à quarta prancha: “Os signos dos elementos representam a roda da Natureza exterior, o corpo sideral que se enrola em volta (do princípio do Fogo), em um mesmo Sol. Ao redor do coração, vê-se a serpente que representa o Diabo no Spiritus Mundi (quer dizer: na Matriz original) — o qual se insinua nas próprias formas de vida terrestre até o Sol. O círculo ou globo ao redor do Sol representa o mundo da Luz, que é oculto. E o Globo obscuro (aqui o Autor se refere não mais à prancha IV mas à prancha V, cujo globo corresponde ao centro do mercúrio). O Sol até o qual se insinua a serpente, é o princípio central do homem ou, o que dá no mesmo, o princípio personalidade, o princípio Eu — ao qual corresponderia, no corpo reintegrado, a presença do Cristo. A serpente que cerca o Sol do coração, é a forma ávida, contraída, concupiscente, assumida pelo Fogo divino, a qual usurpa o lugar central do Pai do Homem perfeito e vivo. O enrolamento da serpente, é o nó da personalidade, o apego ao Eu — confirmando a reunião da consciência e do corpo animal corruptível.
Es enseñado que en el hombre común kundalini “duerme”, sueño al cual corresponde su manifestación como deseo, ardor de brama, y en especial modo libido, sexualidad. Pero ella también puede ser “despertada”, y entonces le sigue una transformación a través de la cual su fuego se convierte en el instrumento para el redespertar de todos los centros, por ende para la renovación y transfiguración del cuerpo. A kundalini que duerme se le puede hacer corresponder, en Gichtel, la serpiente envuelta alrededor del Sol en el centro del corazón; de la misma manera, aquella luz de Cristo, o de Sophía, a través del cual el Ojo ígneo mágico, que el Diablo ha destruido en Adán y puesto en la “Cólera”, es vuelto a encender, de modo que compenetra el alma y la inflama totalmente (IV, 93), puede tener relación con la forma transformada en kundalini.

El “centro” en el cual figura la Serpiente tiene un lugar diferente en los Tantra y en Gichtel: para los primeros, es el muladhara, que se encuentra en la raíz de los genitales, para el segundo, en vez, está en el corazón. En el uno y en el otro caso el mismo es concebido como base del septenario.
Hay dos septenarios. El uno se refiere al alma del hombre, el otro a las potencias profundas de las cosas. Como se ha visto, Gichtel dice que la Serpiente genera “siete estaturas, las cuales son los siete sellos que impiden a lo no-regenerados percibir el fuego divino”. Este septenario es un septenario de pasión. Sus elementos están en correspondencia con los entes de los planetas, emanaciones de los mismos en el alma, que, habiéndose vuelto externa, vive sólo pasiones y emociones individuales. Debe reputarse que el septenario referido en la tabla IV de Gichtel y que tiene el centro en el corazón es justamente este septenario (en efecto en la tabla del “Hombre Tenebroso” cercano a los centros hay indicaciones de pasiones; a Saturno le corresponde orgullo, Júpiter avaricia, Vênus cólera, Marte envidia, al Sol circundado por la serpiente, amor de sí; y Mercúrio e Lua no tienen frases correspondientes); mientras que el septenario del cual en los Tantra, apoyado sobre el muladhara, sobre el lugar “infernal” del cuerpo restaurado (Fig. I-II), es el septenario superior, eónico y elemental. El Sol del corazón sería sólo el centro de la persona psicológica, allí donde el muladhara sería el centro de las fuerzas ocultas y verdaderamente elementales del cuerpo; y el mismo en Gichtel correspondería en vez al misterioso “globo” que se encuentra todavía más “abajo” (es decir, más interiormente) que el corazón, y en el cual sólo se toma contacto con el poder originario por medio del mismo con los Planetas, hasta la plena reintegración del cuerpo cósmico y celestial. Para pasar de un plano al otro es necesario cortar las siete cabezas del Dragón, es decir, liberar el ánimo de las siete formas pasionales — partiendo del orgullo y finalizando con el amor de sí, radicado en el mismo corazón — que constituyen efectivamente las vueltas con la cual la serpiente lo encierra clausurando el paso a la generación espiritual. Esta operación preliminar de catarsis, en el esoterismo tiene el símbolo del “desnudamiento” y del “lavaje”.

La adecuación de tal manera de ver está confirmada por este pasaje de Gichtel: “El alma busca retirar su voluntad de la constelación exterior para dirigirse a Dios, en su centro, para abandonar todo lo visible y pasar a través de la octava forma del Fuego; y ello reclama un trabajo encarnizado, sudor de sangre, puesto que el alma tiene entonces que luchar contra Dios y contra los hombres, etc.” (Intr., 8). La octava forma del Fuego es aquello en lo cual se desemboca tras haber superado el septenario externo, y el umbral para el “descenso en los infiernos” al cual le seguirá la “resurrección”.

Georg Gichtel