Espírito Santo

SANTÍSSIMA TRINDADE — ESPÍRITO SANTO

Henry Corbin

«El Espíritu Santo en el hombre es un órgano sutil celestial. Cuando le es prodigada la potencia concentrada de la energía espiritual, alcanza el Cielo y el Cielo se sumerge en él. O más bien el Cielo y el Espíritu son una sola y misma cosa. Y este Espíritu no deja de volar, crecer y aumentar hasta que adquiere una nobleza por encima de la nobleza del Cielo. O también podríamos decir: hay en el ser humano piedras preciosas de todo tipo de minas, y todo lo que aspira a encontrar su propia mina original es homogéneo con ella» (§ 59). Pero Najm precisa: hace falta voluntad y esfuerzo para poner en libertad esa energía atractiva. «Nunca he contemplado el cielo por debajo de mí mismo ni en el interior de mí mismo, sin que antes no haya habido en mí un esfuerzo y haya surgido esta queja: ¿por qué no estoy ahora en el Cielo o soy más grande que el Cielo? Pues entonces las nobles piedras preciosas expatriadas experimentan una devoradora nostalgia de su hogar original y acaban por alcanzarlo» (§ 59).

Es pues la meta de esta reunión lo que la orientación asegura: las tierras y los cielos de lo suprasensible, del más allá cuyo umbral es el polo. «Sabe que la apercepción visionaria es doble: está la de abajo y la de arriba. La de abajo es la visualización de todo lo que la tierra — y por tierra entiendo aquí la tierra que está en lo suprasensible (Tierra lucida), no la que está en el mundo físicamente visible — contiene: colores, océanos, luminarias, desiertos, paisajes, ciudades, pozos, fortalezas, etc. La de arriba es la visualización de todo lo que el cielo contiene: sol, luna, astros, constelaciones zodiacales, moradas de la luna. Ahora bien, tú no ves y no percibes una cosa, cualquiera que sea, sino por medio de lo que es semejante a ella (o por una parte de ella misma): la piedra preciosa no ve más que la mina que fue su origen, no tiene anhelo y nostalgia sino de ella. Cuando visualices un cielo, una tierra, un sol, o astros, o una luna, sabe que es porque en ti mismo ha devenido pura la partícula que proviene de esa mina» (§ 60). Sigue la advertencia que hemos leído precedentemente (supra III, 3 in fine) y que condiciona toda la experiencia de lo suprasensible: sea cual sea el cielo contemplado, hay siempre otros cielos más allá, sin límite. (Corbin Homem Luz)

Roberto Pla

Jean Canteins