Getsemani [AOCG]

ANTONIO ORBE — CRISTOLOGIA GNÓSTICA

GETSÊMANI

  • 1. O suor de sangue
    • a) O suor
    • b) Como grumos de sangue
    • c) Que baixa à terra
  • 2. A tristeza
  • 3. «Spiritus quidem promptus est, caro autem infirma» (Mt 26,41; Mc 14,38)
  • 4. As negações de Pedro
  • 5. Conclusão

    La literatura gnóstica descuida el marco de la oración del huerto. Su curiosidad no va por la historia. Era de presumir su actitud ante las desconcertantes palabras de Jesús. El Salvador contenía sustancias, hombres heterogéneos, que reaccionaban diversamente ante la pasión y muerte. La escena de Getsemaní levanta un poco el velo de su misteriosa psicología. ¿Por qué iban a ser siempre equívocas las palabras de Jesús ? Es obvio que en unas se sintieran los acentos del hombre animal, y en otras los del hombre espiritual.

La documentación, muy fragmentaria, más sugiere que explica. A las zonas de oscuridad que envuelven la historia, agrégase, para remate, que las pocas alusiones a Getsemaní se mueven en campo mítico, por referencias a personajes como Sofía Achamot. ¿Quién restituye así la teología del drama histórico del huerto?

Los valentinianos han conocido el sudor de sangre, aunque Tolomeo se lo aplique a Achamot en escena preliminar a la creación. Unas líneas de San Dionisio Alejandrino amplían el marco de la exégesis hacia los cauces normales, pero sin afectar a la ideología gnóstica.

Mejor refrendados están el temor, la tristeza, la angustia…, con fundamento para un estudio sobre las pasiones, de tonalidad estoica. Abundan las noticias valentinianas. En general discurren sobre la tétrada del Pórtico: tristeza, temor, aporia (resp. consternación, estupor…) e ignorancia, de que provienen las esencias (espiritual, animal, material) del universo hílico.

De todas las pasiones, destaca la tristeza. La primera literatura cristiana invitaba a la exégesis comparativa de Mt 26,38 (cf. Ps 41,6). El texto básico difiere del hoy corriente. Los valentinianos leían: «¡Qué triste está mi alma hasta la muerte!» O bien: «¿Por qué está mi alma triste hasta la muerte?». San Ireneo, Tertuliano y Gregorio de Elvira leen igual. La exégesis cambia de unos a otros, con arreglo a la antropología.

Al margen del texto, se analizó el tema en Orígenes y otros. Desde una plataforma tan firme como extensa, era factible la restitución del drama histórico de Getsemaní.

Más de una vez, a falta de paralelos gnósticos, hubo que recurrir a eclesiásticos, sopesando en particular las alusiones a exégesis heterodoxas.

Tal método tiene la ventaja de poner a contribución innumerables aspectos y aun tradiciones comunes a eclesiásticos y heterodoxos. Hasta resucitar a veces parádosis ignoradas, de cuya existencia nadie tenía barruntos.

Resultó interesada, con ocasión de algunas palabras de Jesús, la doctrina de las «pasiones» entre gnósticos (resp. estoicos) y ortodoxos (de la línea alejandrina, como Orígenes, o de la asiática, como San Ireneo). Antes aún que los eclesiásticos alejandrinos, a quienes indirectamente iluminan, demuestran los herejes haber analizado finamente la psicología del Salvador, distinguiendo las pasiones en su aplicación a los componentes naturales de su persona. Y por su impostación mítica señalan los puntos de enlace entre el campo moral de Sofía y el mundo físico a que dan origen. De rebote previenen la eficacia — sobre los hombres y sobre el universo — de la muerte de Jesús (resp. de la redención). Aun haciendo caso omiso de las repercusiones cósmicas en el paradigma de Getsemaní, ofrece interés la vertiente escueta psicológica de Jesús.

Dos textos polarizan singularmente el análisis. La tristeza del alma de Jesús (Mt 26,38) y el contraste entre el espíritu pronto y la carne débil (Mc 14,38; Mt 26,41). ¿Por qué se entristece — en primer lugar — el alma de Jesús? ¿Por la visión de solos sufrimientos corpóreos (San Ireneo), o de padecimientos singularmente morales (Orígenes), o de pasiones físico-morales (valentinianos)? Cada una de las soluciones entraña una antropología propia.

En segundo lugar, ¿a qué espíritu afecta la prontitud para el sufrimiento? El logion de Jesús, ¿es aplicable por igual a los discípulos y al mismo Jesús? En caso afirmativo se vislumbran tres soluciones, con arreglo al significado vario del espíritu en la antropología (ireneana, origeniana, gnóstica). A raíz de la solución valentiniana, tocamos el caso particular de Pedro y sus negaciones. Según los gnósticos, el espíritu (= hombre espiritual) de Pedro no negó a Jesús; le negó la carne (= hombre animal, a impulsos del hombre carnal). Tal pensamiento, heterodoxo como solución antropológica y principalmente como premisa antimartirial (pues daba libre acceso a la apostasía), se perpetuó — sin conciencia de su origen — entre eclesiásticos, mediante una tradición comprobable en San Hilario, San Ambrosio y otros.