ANAKRASIS

PHILOKALIA-TERMOSANAKRASIS = UNIÃO, UNIO MYSTICA

VIDE: casamento, theosis, unidade, unificação

Alan Watts: Alan Watts Unio

Karol WojtylaWojtyla Subida Unio

wp-es:Dom Columba Marmion: Dom Marmion União

René Guénon: Éter no coração

El Principio divino, por otra parte, se considera como residente también, en cierto modo, en el centro de todo ser, lo que está en conformidad con lo que dice San Juan cuando habla de "la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo"; pero esta "presencia divina", asimilable a la Shekinah hebrea, no puede ser sino virtual, en el sentido de que el ser puede no tener conciencia actual de ella; esa presencia no se hace plenamente efectiva para ese ser sino cuando éste ha tomado conciencia y la ha "realizado" por la "Unión", entendida en el sentido del sánscrito yoga. Entonces ese ser sabe, por el más real e inmediato de los conocimientos, que "el atman que reside en el corazón" no, es simplemente el jivatma, el alma individual y humana, sino que es también el atman absoluto e incondicionado, el Espíritu universal y divino, y que uno y otro, en ese punto central, están en un contacto indisoluble y, por otra parte, inexpresable, pues en verdad no son sino uno, como, según las palabras de Cristo, "mi Padre y yo somos uno". Quien ha llegado efectivamente a ese conocimiento, ha alcanzado verdaderamente el centro, y no solo el suyo propio sino también, por eso mismo, el centro de todas las cosas; ha realizado la unión de su corazón con el "Sol espiritual" que es el verdadero "Corazón del Mundo". El corazón así considerado es, según las enseñanzas de la tradición hindú, la "Ciudad divina" ( Brahma-pura ); y ésta se describe, según lo hemos ya indicado anteriormente, en términos semejantes a los que el Apocalipsis aplica a la "Jerusalén Celeste" que es también, en efecto, una de las figuraciones del "Corazón del Mundo".

Frithjof Schuon: Schuon Esoterismo Principio Via Como no Paraíso dos monoteístas semíticos, os eleitos participam intimamente, em vários graus, da natureza da Divindade, segundo o princípio "união sem confusão"; é a unio mystica, mas a criatura continua criatura. Aliás, isso é verdadeiro também para o não-dualismo shankariano, na medida em que considera a modalidade estritamente humana, que não pode "se tornar Deus"; "torna-se Deus" somente aquilo que já é, embora esta expressão, em suma contraditória, se revele uma elipse que abrange realidades incomensuráveis. A união com Cristo implica na identidade com ele; e acrescentaremos que a união com a Virgem implica na identificação com o aspecto de doçura e de infinitude do Logos, pois a shakti do Absoluto é o Infinito; todas as qualidades e prerrogativas de Maria deixam-se reduzir às essências da divina Infinitude. Em linguagem búdica: Nirvana tornou-se Samsara, a fim de que Samsara se tornasse Nirvana. O Nirvana tornado Samsara é o Buda; para os zenistas a união com o Buda se realiza no Vazio imanente; para os amidistas, ela se realiza no Nome misericordioso do Buda. O conjunto do ponto, do traço horizontal e do traço vertical é reproduzido pelo círculo, que exprime a união entre a Divindade e sua Força resplandecente, ou entre o Deva e sua Shakti. Se quisermos, é a "Totalidade" divina, enquanto o ponto representa "a Unicidade".

Julius Evola: Evola Gichtel

Es interesante resaltar en Gichtel una mutación del sexo del alma, es decir de la función pasiva en la activa. El antes (I,19) habla del alma como de una novia que suspira desde hace mucho tiempo por el amado Jesús (es la actitud femenina propia del método místico: el alma se ofrece, espera ser casada y fecundada); pero he aquí que luego es ella la que asume el papel del varón frente a la Sophía. Ello es consecuencia de la precedente "fijación" y confirma la mutación de polaridad ya señalado por Abraxa como condición para que la vía húmeda no sea la de la simple devoción, sino que conduzca a una realización efectiva. Sin embargo, si el Yo reviste el papel del varón, es necesario que el mismo mantenga una "pureza", condición para poseer Sophía y no traicionarla como Adán (I 20,22).

De maneira que a alma se eleva à função masculina, ao passo que Jesus, enquanto forma fluidificada da atração mágica da oração, se transfere ao polo feminino. Cremos que aqui não se trata somente de uma simples anfibologia simbólica, mas que aí se oculta uma alusão, mesmo involuntária que seja, a este salto de uma via a outra, que se faz necessário a certo momento, quando a via mística cessa de sê-lo para se reduzir à simples «devoção» da alma que arde diante de uma pura imagem criada por seu mental. Há várias outras passagens onde Gichtel confirma o papel viril da alma face à Sophia.

Henry Corbin: Corbin Ibn Arabi

Así entendida, la categoría del pathos desarrollaba espontáneamente la del tropos, es decir, la revelación de Dios al hombre como «conversión» de Dios volviéndose hacia el hombre; iniciativa divina, antropotropismo que reserva y sanciona la soberanía divina, la teonomía, y contrasta con toda idea de una «conversión» del hombre hacia Dios, es decir, un teotropismo que sería un movimiento resultante de la iniciativa humana.

El contraste que así se instaura se desarrollará entonces en una serie de antítesis, comprensibles solamente si se reduce el concepto de religión mística, infinitamente diversificado en realidad, a un tipo único, por ejemplo, a cierta forma de yoga. Esta reducción, muy discutible, llevará a sostener que el profeta experimenta esencialmente una relación y una situación dialógica y que el estado profético implica una teofanía, en contraste con el éxtasis del místico; por el contrario, la religión de éste tendría como salida un éxtasis en el que la personalidad humana se disolvería y perdería en la infinita Unidad divina, quedando abolida, en consecuencia, la condición misma de la simpatía. En apoyo de esta tesis, se argumenta que el profeta ignora las sutilezas de la teología negativa concernientes a la sobreesencia, mientras que la mística es inseparable de una teología negativa que niega al Ser divino toda relación con el mundo. Se oponen finalmente las tonalidades afectivas básicas de una y otra parte: en el profeta de Israel, el interés militante por la causa divina en este mundo; en el místico, nostalgia y entusiasmo, aspiración al éxtasis por desinterés en los asuntos terrenales, pasión por la salvación personal. En suma, de un lado unificación en el querer y el sentir; del otro, unificación de la esencia. En última instancia, la unio sympathetica experimentada por la conciencia del profeta, sería la antítesis de la unio mystica de los extáticos.

Es con toda intención que acabo de insistir sobre las categorías de una experiencia religiosa analizada como fenómeno de simpatía, es decir, como respuesta del hombre a las exigencias de un Dios patético. Pues lo que se trata de saber es si no hay, entre la diversidad de las experiencias místicas, un área en la que la religión mística se manifieste precisamente como religión simpatética, es decir, en la que, lejos de entrar en relación de antítesis con las categorías de la religión profética, las asimile superando eo ipso la oposición que acabamos de ver formulada en relación a un tipo particular de experiencia mística. Quizá el heliotropismo de la flor revelándose como su «heliopatía» nos pone ya en la pista, si escuchamos como en eco el versículo coránico: «Cada ser conoce el modo de oración y de glorificación que le es propio» (24/41). La cuestión radica en saber si una teología mística de la sobreesencia supone la exclusión de la experiencia de un Dios patético; si el éxtasis excluye toda situación dialógica; si puede haber una sympatheia sin comunidad de esencia; o si, por el contrario, la unio mystica, lejos de ser la antítesis, no es sino el modo eminente de la unio sympathetica, y si la metafísica de éxtasis no está fundada precisamente en una teofanía. Se verá cómo esta teofanía contrasta esencialmente con la idea de Encarnación en su acepción dogmática corriente. Ahora bien, que los dos tipos de experiencia definidos en otros lugares como antitéticos puedan, por el contrario, implicarse mutuamente y ser comprendidos el uno por el otro, supone una experiencia mística que se desarrolla en un medio religioso centrado en una profetología y en el que esta misma profetología es concebida como prototipo de experiencia mística. (Corbin Ibn Arabi)

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