HORA
Horas
Cabala
[wiki base=”en”]Adin Steinsaltz[/wiki] (Adin Even Yisrael)
Excertos de “A Rosa de Treze Pétalas”. Maayanot, 1992.
As horas e partes do dia têm seus padrões rítmicos, de acordo com as influências sutis das Sefirot, como refletem os raios inclinados do sol. As horas da manhã são as favorecidas; a tarde está sob a forte influência da Sefirah da Gevurah, tornando-se mais séria à medida que chega o anoitecer; e o tempo da meia-noite até o amanhecer é onde se manifestam as qualidades mais agradáveis e suaves do Tiferet.
Simbolismo
Keith Critchlow
Excertos de “Time Stands Still: New Light on Megalithic Science”
Aqui estamos em campo familiar e demonstramos uma espécie de padrão lógico por trás do raciocínio de alocar dias particulares para determinados planetas (v. Dias Astros), uma sequência que não é óbvia pela ordem como os planetas aparecem no céu. Hinze também indica um costume dos antigos egípcios de alocar um planeta para cada hora do dia. Neste caso a primeira hora do dia de Sábado, por exemplo, seria governada por Saturno, a segunda hora por Júpiter, seguido de Marte, Sol, Vênus, Mercúrio e assim por diante até as vinte e quatro horas de Sábado ser alcançada que é governada por Marte. Assim a “primeira” hora de Domingo é dominada pelo Sol. Se continuamos este processo chegamos à situação onde a primeira hora de cada dia é dominada pelo planeta apropriado àquele dia. Este padrão flui ao inverso, ou no sentido anti-horário, ao redor do perímetro do heptágono.
Hinze tendo descoberto um padrão que demonstrava uma lógica para as alocações planetárias para os dias assim como para as horas de cada dia, indicou que os antigos dividiam o período entre a aurora e o crepúsculo em doze horas independente da estação. Isto significa o comprimento e a qualidade de uma hora modificada com a qualidade da estação e tempo do ano. Como não há evidência direta de um uso anterior deste sistema séptuplo, sugerimos que pode muito bem ter havido uma tradição oral baseada na observação que daria razões práticas para incorporar os padrões séptuplos nos templos megalíticos.
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Gnosticismo
Evangelho de Tomé
Evangelho de Tomé – Logion 113
Era “a hora terceira” quando crucificaram a Jesus (Mc 15,23). Esta é a “hora” em que a grande tribulação termina. Mais tarde, “ao chegar a hora sexta”, se diz, ao relatar a Paixão de Jesus, que a “obscuridade caiu sobre a terra até a hora nona” (Mc 15, 33). O paralelo desta passagem com a Paixão de cada homem “em Cristo”, aparece neste v. 24 que agora comentamos, onde se consigna que tal obscurecimento sucederá “depois daquela tribulação”, que concluiu durante a “hora terceira”, a “hora” da crucificação.
A “hora” é uma fração do Dia. No dia cronológico, a hora é uma medida de tempo mais breve que o dia. No Dia da Luz, a “hora” é um trânsito, um acontecimento, um passo, mais reduzido que o Dia, até o conhecimento e a vida eterna, as quais são as duas expressões da Luz.
Na “hora”que neste momento estudamos, a obscuridade, isto é, a cessação da luz, se estende sobre a consciência inferior, terrena (Marcos não se esquece de consignar que “a obscuridade caiu sobre a terra”). Com isto se descreve a morte da consciência do mundo, a cessação da mente, cessação que terá que durar até a nova hora — até a hora nona —, segundo confirma o evangelho.
Tanto na Paixão de Jesus, como no relato “em parábola” da Paixão que a todo homem “em Cristo” espera, a nova hora, “a hora nona”, descreve um trânsito até a luz, até o Dia do Filho do Homem, sem nenhuma relação com a luz que vem dos lampejos do sol e do resplendor da luz.
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Antonio Orbe
Parábolas Evangélicas em São Irineu — Trabalhadores da Vinha
El evangelista habla de horas, no del día. ¿Hay misterio en el día aquel?
Los valentinianos, con la aplicación de las horas al número de los eones que integran el pleroma, parecen haber proyectado el día al desarrollo suprahistórico del pleroma, a la constitución pretemporal del Unigénito.
El Ps.Atanasio1 vería en él el día mesiánico, desde el primero al segundo advenimiento de Cristo. Los obreros eran los apóstoles. El día de su llamamiento comenzó con la predicación de Jesús.
Bastantes pensaron en la vida del hombre con sus cinco edades. San Hilario lo insinúa alguna vez. Algo parecido asoma en las siguientes líneas de San Efrén:
«Entre los contratados de mañanita, ¿están los que murieron muy niños? Abel murió joven, antes que ellos. ¿Murmura por eso (Seth), que le reemplazó ?» (Comentário do Diatessaron)
Mucho más claro San Jerónimo:
«Mihi videntur primae horae esse operarii Samuel et Ieremias et Baptista Ioannes, qui possunt cum Psalmista dicere (Ps 21,11): ‘Ex utero matris meae Deus meus es tu’. Tertiae vero horae operarii sunt, qui a pubertate servire Deo coeperunt. Sextae horae, qui matura aetate susceperunt iugum Christi. Nonae, qui iam declinante ad senium. Porro undecimae, qui ultima senectute. Et tamen omnes pariter accipiunt praemium, licet diversus labor sit» 78.
A creer al santo, tal exégesis comenzaría, o punto menos, con él. Y, sin embargo, la daba igualmente San Agustín79.
Más aún, la ofrecía el propio Orígenes como aditicia (Comentários a Mateus).
Muy leves cambios introdujo San Jerónimo para apropiarse tal exégesis. De él pasó quizá a San Fulgencio. San Agustín influyó probablemente en San Gregorio Magno y Beda. Mientras de Orígenes llegaría directamente a San Hilario, San Efrén, San Basilio, al Crisóstomo y otros.
La parábola fuerza a distribuir en cinco las edades del hombre, con arreglo a las horas de prima, tercia, sexta, nona y undécima.
La antigüedad pagana tuvo cierta predilección por cuatro edades. Así, Jenofonte, Cicerón, Séneca y el Ps.Plutarco y otros.
La misma tetrada asoma en Filón. Clarísimo San Ambrosio.
Tampoco faltaban partidarios de cinco etapas. Así Plutarco e Hipócrates.
San Ireneo adopta esta división. Varrón distribuía en cinco edades de a quince años la vida del individuo; igual que Censorino y Servio.
La exégesis de las cinco horas habría facilitado la adopción del simbolismo pagano de la humana existencia entre los eclesiásticos; mas no hay indicio convincente de influjo gentil.
San Efrén apunta otro simbolismo: las cinco etapas de la vida pública del Salvador:
«Salió a la mañana, a tercia hora, a sexta, a nona y a undécima hora (cf. Mt 20,1-6). Esto puede entenderse del comienzo de su predicación, y luego, del curso de su vida hasta la cruz, porque el ladrón entró en el Edén (cf. Lc 23,39ss) a la hora undécima. Para que nadie incrimine al ladrón, afirma Nuestro Señor su beneplácito. Si le hubieran contratado, habría trabajado…» (Comentário do Diatessaron)
A la hora undécima — a las tres horas de la muerte de Jesús — entraría el buen ladrón en el paraíso. Aludiendo a él escribía San Cirilo de Jerusalén:
«Aún no había entrado (en el paraíso) el fiel Abrahán, y se adentra el ladrón. Todavía no Moisés y los profetas, y el ladrón, fuera de ley, entra. Admiróse antes de ti Pablo, al decir (Rom 5,20): ‘Donde abundó el delito, sobreabundó la gracia’. Los que soportaron el calor no entraban aún. Y el (ladrón) de la hora undécima.
Más explícito aún San Gregorio Magno. Pero ni San Cirilo de Jerusalén ni San Gregorio M. conjugan la hora undécima del ladrón con las etapas de la vida de Jesús, sino con las del justo sobre la tierra.
Señalemos, por fin, un simbolismo poco frecuente que recogen Arnobio el Joven 100 y Ps.Teófilo:
«Primae horae operarii virgines sunt, qui se laborera corporis et calorem primae aetatis tolerasse dixerunt, per caetera autem aetatis augmenta incontinentes accipiendi sunt. Vespere accepisse mercedem in adventu significat Christi».
Los dos denunciaban una misma aplicación. Las cinco horas responderían a cinco géneros de vida; el primero de los cuales, el de virginidad. ¿Era nueva semejante exégesis?
La manera de presentarla los hace sospechosos. El origen de tan incompleta exégesis ha de buscarse en la origeniana de las cinco edades humanas: niños, adolescentes, adultos, viejos, los en vísperas de morir. Basta copiar lo que a continuación de ella agrega el alejandrino (Comentários a Mateus).
Los llamados desde su infancia han tenido que responder superando las pasiones juveniles, con entrega total de su vida al Señor. La cursiva explica la contraposición, de otra suerte extrañísima, entre los vírgenes (= continentes) y los incontinentes. En su origen, el contraste iba entre los continentes y castos desde niños, a los sólo castos o continentes (según la hora del llamamiento) desde jóvenes, adultos o viejos. Baste cotejar las expresiones.