SACRAMENTOS — EUCHELAION — VALIDADE
Es una enseñanza de la Iglesia que para que un sacramento sea válido son necesarios varios requisitos previos. Estos son enumerados habitualmente como materia, forma, ministro, sujeto e intención. Puesto que el sujeto aquí es obviamente el individuo católico que está en peligro de muerte, y el ministro es presumiblemente un sacerdote válido con la apropiada intención, nos queda considerar a su vez la «materia» y la «forma». Si los cambios introducidos por la nueva Iglesia posconciliar, en su así llamado «Sacramento de la unción del enfermo», atacan a la integridad de la «materia» y a la substancia de la «forma», entonces el sacramento es invalidado y ninguno de los importantes efectos mencionados arriba puede tener lugar. En primer lugar consideraremos la «materia».
Según Kilker «la materia remota de la Extremaunción es el aceite de oliva. Esto lo definió definitivamente el concilio de Trento: Intellexit enim Ecclesia materiam esse oleum ad episcopo benedictum. Nunca ha habido ninguna duda de que el aceite que quería decir Santiago es el aceite de oliva». En la Iglesia latina la costumbre ha sido siempre emplear aceite puro de oliva sin adulterar. En algunos ritos orientales la práctica de agregar un poco de agua como símbolo del Bautismo, o de un poco de vino en memoria del buen samaritano, o incluso el polvo del sepulcro de algún santo, ha estado durante mucho tiempo en boga.
Este aceite es bendecido por el obispo en la magnificiente misa del Jueves Santo —una Misa tan sagrada que el obispo es asistido por doce sacerdotes, siete diáconos y siete subdiáconos a fin de decirla adecuadamente. Entonces se distribuye a todos los pastores en sus diócesis para la administración por el clero. En la Iglesia latina esto ha sido una prerrogativa episcopal al menos desde el segundo concilio de Cartago (390 d.C.). Esa ha sido siempre la tradición de la Iglesia, aunque ha de admitirse que el privilegio es «jurisdiccional», y no «episcopal» en naturaleza, y que algunos Papas (muy pocos) han concedido a los sacerdotes la «facultad» de dar la bendición (según el mismo ritual), y que en la Iglesia oriental, los sacerdotes tienen ordinariamente este privilegio. Sea como fuere, según el concilio de Florencia y, más específicamente, según el catecismo del concilio de Trento, es oleum olivae per episcopum benedictum (aceite de oliva bendecido por el obispo). El rito que ha de ser observado en esta bendición se encuentra en el Pontifical bajo el título de De officio in Feria V Coenae Domini. Demasiado largo para ponerlo entero, comienza con la frase siguiente: Emitte, quaesemus, Spiritum tuum sanctum Paraclitum de caelis in hanc pinguidinem olei… (Enviad, os suplicamos, vuestro Espíritu Santo, el Paráclito del cielo en esta rica sustancia de aceite…). Para los católicos la materia remota de la Extremaunción es el aceite de oliva; la materia próxima es «la unción con aceite». Si a un párroco se le diera alguna vez la facultad de bendecir el aceite, sería con el entendimiento de que usaría los ritos tradicionales para hacerlo.
¿Cuál es entonces esta «materia» en la nueva Iglesia? Según el «Rito de la unción y del cuidado pastoral del enfermo» promulgado por la Constitución Apostólica de Pablo VI del 30 de Noviembre de 1972, ya no se necesita que sea usado el aceite de oliva. Cualquier aceite de origen vegetal puede ser bendecido —¿y qué aceite, preguntamos, no es últimamente de origen vegetal? El aceite de engrasar, la vaselina y el aceite de Mazola pueden satisfacer este requerimiento. Además, el aceite puede ser bendecido por cualquier sacerdote que tenga la «facultad», y esta facultad ha sido extendida por el «Comité de los obispos para la liturgia» a todo sacerdote «donde razones didácticas o catequísticas lo sugieran». La bendición, por supuesto, ha sido cambiada. Ya no se invoca al Espíritu Santo, sino antes bien, ahora dice así: «Que tu bendición venga sobre todos aquellos bendecidos con este óleo, a fin de que sean librados del dolor y de la enfermedad y sanados de nuevo en el cuerpo y en la mente y en el alma». Nótese que el énfasis se pone ahora enteramente sobre la cura de la enfermedad, y no sobre el perdón de los pecados. El crisma es ahora un aceite sintético con una bendición sintética.
Consideremos ahora la «Forma» del sacramento, o las palabras que usa el sacerdote cuando unge al paciente «en peligro de muerte». Las palabras tradicionales son: Per istam sanctam unctionem et suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Dominus quidquid per… deliquisti (Por esta santa unción (el óleo), y su benignísima misericordia, te perdone el Señor todo cuanto has pecado (con la vista —el olfato, el tacto, etc.— dependiendo del órgano que se unge). No hay necesidad de decir que esto también ha sido cambiado por la Iglesia posconciliar a Per istam sanctam unctionem et suam piissimam misericordiam adiuvet te Dominus gratia Spiritus Sancti, ut a peccatis liberatum te salvat atque propitius alleviat. La traducción semioficial dada a través de la Oficina de Prensa de la Santa Sede es: «Por esta santa unción y su amantísima misericordia, te asista el Señor por la gracia del Espíritu Santo, a fin de que cuando hayas sido librado de tus pecados, te salve y en su bondad te levante…». Otra traducción tomada del artículo del Padre C. J. Keating se acerca más al original: «Por esta santa unción y su gran amor por ti, el Señor que te libró del pecado, te cure y te extienda su gracia salvadora…». En ninguna parte se usan las palabras «esenciales», indulgeat tibi Dominus.