Trinidad

Nos contentaremos entonces con decir aquí lo siguiente: la vida espiritual consiste esencialmente en hacer la Voluntad del Padre. Ahora bien el Padre no tiene otra Voluntad que la de engendrar el Hijo Unico, en el seno de la Trinidad por una parte, y en el seno de María por la operación del Espíritu Santo, por la otra (Trinidad y Encarnación). En consecuencia el alma cristiana no tiene nada más que hacer que realizar existencialmente el estado marial para que el Padre engendre en ella a su propio Hijo. 16 Abbé Henri Stéphane: EL MISTERIO DE LA VIRGEN MARÍA

Este «renacimiento espiritual», como todo nacimiento, implica un doble principio que se traducirá en lenguaje teológico por la doble «mediación» de Cristo y de la Virgen. Cristo símbolo del elemento activo de la regeneración será la «fuente de todas las gracias»; María símbolo del elemento pasivo de la regeneración, será la «distribuidora de todas las gracias». Todo se explica. Se explican también los textos de la Sabiduría en el Oficio de la Virgen [NA: Ver sobre todo Eclesiastico (Siracida), XXIV, 14-16; Proverbios, VIII, 22-31, y Sabiduría, VII, 22-30.]: la sabiduría de la que se trata, es la Sabiduría increada, el Verbo Creador (no considerado en sus relaciones con el Padre en la Trinidad) considerado como Principio no manifestado de la creación (Principio masculino): surgida de la Boca del Altísimo, la Sabiduría busca un lugar de reposo recorriendo el circulo del Cielo y las profundidades del abismo; este lugar de reposo, es la «Sede de la Sabiduría». Ella lo encuentra –según orden del Creador– en Israel: es la Virgen, símbolo del elemento pasivo no manifestado a la cual se une el Verbo en la Encarnación. 37 Abbé Henri Stéphane: DE IMMACULATA CONCEPTIONE

Cuando decimos que Jesús es «verdadero Dios» y «verdadero Hombre», hay que evitar separar los dos términos como si él fuera primero uno y después el otro. Es porque él es verdadero Dios que es «verdadero hombre», es decir «el Hombre verdadero» y no «el hombre caído» que no es un «verdadero hombre» porque ha perdido «el estado primordial», edénico y andróginico [NA: El estado del Adán primordial en el jardín del Edén.], que el Segundo Adán [NA: Es decir el Cristo.] «que no es ni hombre ni mujer» viene a restaurar. Privado de hipóstasis [NA: La Substancia individual o la persona. En el vocabulario cristiano designa las Personas de la Santísima Trinidad.] humana –lo cual limitaría la naturaleza humana al nivel de la caída– la naturaleza humana en Jesús es asumida por la Hipóstasis del Verbo, y «dilatada» más allá de toda medida, en el sentido de la «amplitud» y de la «exaltación», el «verdadero hombre» y el «verdadero Dios» identificándose así con el «Hombre universal» [NA: Las palabras «amplitud», «exaltación» y «Hombre universal» se refieren al esoterismo musulmán.]. 148 Abbé Henri Stéphane: SOBRE LA ASUNCIÓN

No se puede comprender el Misterio de María más que refiriéndolo al Misterio de la Santísima Trinidad. En la aparición de Pontmain, la Virgen aparece en medio de tres estrellas fijas, figurando el triángulo trinitario. 164 Abbé Henri Stéphane: TEMAS DE MEDITACIÓN SOBRE MARÍA

Las tres interpretaciones de la Trinidad dadas por F. Schuon [NA: F. Schuon, Comprender el Islam, editorial OLAÑETA.] pueden obtenerse por transposición metafísica [NA: Esta palabra designa en la obra de Aristóteles la parte de la reflexión teórica que viene después de los tratados de física. El empleo de la palabra se ha generalizado para designar la parte superior del saber, la que remonta a las causas primeras y a los principios primeros de los seres.] del dogma cristiano, bien a partir de las Hipóstasis [NA: Palabra griega que designa la substancia individual o la persona. En el vocabulario cristiano, designa las Personas de la Santísima Trinidad.], o bien a partir de las Procesiones [NA: Acción por la cual una Persona divina da origen a otra Persona.] divinas, por medio de un conjunto de correspondencias analógicas [NA: Una correspondencia analógica es la que está hecha en virtud de una analogía o de un símbolo, siendo analogía: «proporción entre realidades o conceptos diferentes que permite calificarlos los unos por los otros, o incluso por un termino único que conviene a todos en razón de una cierta similitud»] o de «identificaciones misteriosas» entre los elementos de las tres «representaciones». En el caso de las Hipóstasis, la base de la analogía será la «determinación»; en el caso de las Procesiones divinas, será la Inteligencia y la Voluntad, o equivalentemente el Conocimiento y el Amor. Estas «bases de analogía» nos dan la clave de la transposición metafísica en cuestión. 210 Abbé Henri Stéphane: INTERPRETACIÓN METAFÍSICA DE LA TRINIDAD

En las consideraciones precedentes, Ananda – que es el tercer termino del ternario vedantino Sat-Chit-Ananda [NA: Palabra sánscrita que significa Ser-Consciencia-Beatitud, las tres características de la Realidad absoluta (Brahman).] – aparece nítidamente como el análogo del Espíritu Santo en la segunda interpretación de la Trinidad dada por F. Schuon, la que corresponde precisamente a este ternario. Esta «perspectiva horizontal suprema» sirve así de intermediario entre la «perspectiva horizontal no suprema» (Padre, Hijo, Espíritu) y la «perspectiva vertical» (Sobre-Ser, Ser, Existencia). [NA: Según F. Schuon en la obra citada anteriormente (Comprender el Islam), la perspectiva horizontal «suprema» corresponde al ternario Sat-Chit-Ananda y ve la Trinidad en cuanto que está oculta en la Unidad; la perspectiva horizontal no suprema (Ser-Sabiduría-Voluntad o Padre-Hijo-Espirtu) sitúa la Unidad como una esencia oculta en la Trinidad.] 216 Abbé Henri Stéphane: INTERPRETACIÓN METAFÍSICA DE LA TRINIDAD

De hecho, el papel de intermediario jugado por Sat-Chit-Ananda, va mucho más lejos. Permite en efecto pasar de la consideración de las Hipóstasis a la de las Procesiones divinas, poniendo así a la luz la perfecta coherencia del Misterio trinitario o más bien de su expresión a la vez teológica y metafísica, y en particular de los dos modos de analogía que permiten la transposición. [NA: Es remarcable que un exoterista como el padre Monchanin haya reconocido en el Sat-Chit-Ananda lo que se aproxima más a la Trinidad cristiana, pero hay donde él no ve más que una «aproximación» del misterio cristiano, el metafísico ve una transposición metafísica. Ver J. Monchanin y H. Le Saux, «Ermites du Saccidananda».] 218 Abbé Henri Stéphane: INTERPRETACIÓN METAFÍSICA DE LA TRINIDAD

La actividad más elevada de la inteligencia, es la Oración. Solo la Oración hace a la inteligencia capaz de su objeto: el Ser. Hay ahí una relación ontológica necesaria. Sin la Oración, la inteligencia se desvía de su objeto y se dispersa en la vanidad, lo contingente, lo efímero. La Oración, dice el catecismo, es una elevación del alma hacia Dios. El alma es elevada, «asumida» como la Virgen en su Asunción, pero ella es elevada en los Cielos por los Angeles, mensajeros del Espíritu. Ya que «nosotros no sabemos lo que debemos pedir a Dios en nuestras plegarias, peor el Espíritu mismo ora por nosotros con gemidos inefables,… diciendo: Abba, Padre» (Romanos VIII, 26 y 15). Y el Apóstol dice también: «Yo oraré con el espíritu, pero yo oraré también con la inteligencia; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con la inteligencia» (1 Corintios XIV, 15). En efecto el Espíritu Santo, que ora en nosotros, nos conduce al Padre por el Logos. Es el «Trisagion», la triple acción de gracias: Sanctus, sanctus, sanctus, por la cual la Trinidad se hace Gloria a si misma a través del hombre. Y «nadie puede decir Jesús es el Señor, si no es por el Espíritu Santo» (1 Cor. XII, 3). 354 Abbé Henri Stéphane: ORACIÓN E INTELIGENCIA

3) No ver solamente en la misa un acto que se desarrolla en el tiempo ya que ella es «la encarnación progresiva en el tiempo y el espacio» de un acto eterno, que es la «alabanza de gloria» (Ef. I,12), que el Verbo divino rinde al Padre, el don total de su Persona a la del Padre, en la unidad de Amor del Espíritu. Realizada en el seno de la Trinidad en un acto único y eterno, esta alabanza de gloria está realizada en la tierra, en el tiempo y en el espacio, por ese mismo Verbo, encarnado esta vez, del cual nosotros somos una «humanidad por añadidura», por el cual nosotros rendimos al Padre, en la unidad del Espíritu Santo, el único sacrificio que le es agradable, para la remisión de los pecados, para la Redención y para la divinización de nuestras almas. Así asociados a la alabanza eterna de gloria que el Verbo rinde al Padre en el seno de la Trinidad, nosotros decimos: 852 Abbé Henri Stéphane: PARA COMPRENDER LA MISA

Dicho de otra manera, no se puede comprender verdaderamente la misa más que en la perspectiva de los tres grandes misterios cristianos: la Trinidad, la Encarnación, la Redención, y del «misterio» que san Pablo anuncia a los Efesios: «que los gentiles son herederos junto a los Judíos, y miembros del mismo cuerpo» (Ef, III, 6) 856 Abbé Henri Stéphane: PARA COMPRENDER LA MISA

significado…………….15

Nosotros nos limitaremos hoy al significado esencial de la Rosa que nos mostrará hasta que punto ella conviene en tanto que símbolo de la Virgen. Como no importa que flor, la Rosa es una copa o un cáliz, en definitiva un receptáculo destinado a recibir las influencias celestes, como el seno virginal de María que recibe el Verbo divino o el Espíritu Santo, y en el cual se desparrama el Verbo encarnado, es decir el Niño Jesús. Estas dos ideas de receptáculo y de expansión se encuentran en otras figuraciones. La copa es entonces asociada a la lanza, que recuerda a la lanza del centurión Longin (de la leyenda del Grial) atravesando el costado de Cristo por donde surgieron la sangre y el agua. En ciertas imágenes, las gotas de sangre caen de la lanza misma en la copa, y en otras representaciones la sangre, extendiéndose por tierra, da nacimiento a una flor. Así sobre una custodia del siglo XIII de la catedral de Angers, se ve también la sangre divina, corriendo en arroyos, extenderse bajo la forma de rosas. En fin en un dibujo se ve la rosa situada al pié de una lanza colocada verticalmente a lo largo de la cual llueven gotas de sangre. 119 Abbé Henri Stéphane: Homilía sobre el Rosario

En esta perspectiva «asuncionista», el cuerpo de la Virgen es en si mismo «asumido» por los Angeles (assumpta est in coelis) [NA: María es «asumida» en los Cielos. (Liturgia de la Asunción)]; el Corpus natum [NA: El «Cuerpo nacido» de la Virgen.] está ya glorificado, como lo manifiesta el acontecimiento de la Transfiguración, prefiguración de la Resurrección y de la Ascensión, y origen de la Luz thabórica ]NA: La luz que los Apóstoles han contemplado en el monte Thabor durante la Transfiguración.] que irradia a través del Icono. En cuanto al «Cuerpo eucarístico», es a la vez el «Pan vivo descendido del Cielo» y el pan que Jesús tomo en sus «santas y venerables manos» ]NA: Canon de la misa romana.], diciendo «Este es mi Cuerpo»; y así «transubstanciado», pero no transfigurado por la Luz Thabórica, este pan se vuelve el Panis angelicus [NA: El «pan de los ángeles»; esta expresión tiene un doble significado. Por una parte, el Verbo divino es el «verdadero pan de los ángeles» que «se alimentan» directamente de él en el Cielo, y el mismo prodigio tiene lugar en la tierra gracias a la Eucaristía; por otra parte, después de la transubstanciación del pan y del vino, los accidentes (forma, color, sabor) subsisten como «cualidades puras» a la manera de los Angeles y gravitan como ellos alrededor de la substancia divina. Cf. Summa Theologica, III,q. 77, a.1.], y las santas especies, permanecen incambiadas según las apariencias, adheridas a la Substancia del Cuerpo de Cristo modo angélico [NA: «De una manera angélica», ver la nota precedente.]. 150 Abbé Henri Stéphane: SOBRE LA ASUNCIÓN

Aunque no podemos entrar a detallar los procesos de desacralización progresiva del mundo moderno desde final de la Edad Media, señalaremos sin embargo que la última etapa de esta decadencia se ha realizado en el curso de los diez últimos años (El texto está publicado en 1979, pero no sabemos la fecha en la que fue escrito), decadencia espectacular que constituye lo que se ha llamado «la crisis de la Iglesia». En particular la «desclerización» o secularización del clero ha destruido el carácter sagrado del mismo, ante la negativa a hacer del sacerdote un personaje separado, «puesto aparte», como indica precisamente el significado de la palabra «sagrado». Paralelamente, la propia religión ha sido reducida a un humanismo o un cierto socialismo que, con toda evidencia, no merece ya el nombre de religión. (En las Actes du Colloque international de Cerisy-la-Salle (13 al 20-7-1973), Arché, Milán, 1980, dedicado a «René Guénon et l´actualité de la pensée traditionnelle», véase más particularmente la conferencia de J. Tourniac, «Reflexions sur l´oeuvre de René Guénon».) 229 Abbé Henri Stéphane: EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Si en el origen todo es sagrado y si la naturaleza virgen sirve de templo a la divinidad y al hombre, al final de los tiempos, como hemos suficientemente desarrollado, todo está desacralizado. Entre ambos extremos, el hombre tiene necesidad de templos, siendo precisamente el templo una imagen o símbolo del Cosmos. Así a lo largo de toda la historia, lo sagrado aparece en su significado y en su papel más propio: elementos de este mundo «puestos aparte», «consagrados» para la mediación entre Dios y el hombre. La Iglesia y el orden sacramental, el sacerdocio, el sacrificio (sacrum facere), el arte sagrado, pertenecen con toda evidencia al dominio de lo sagrado. 255 Abbé Henri Stéphane: EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Estos hechos que, a ojos de algunos, podrían aparecer sin importancia, parecen tener por el contrario un alto significado y tener una importancia capital; ellos prueban que los hombres de la Edad Media tenían otra espiritualidad, hoy en día perdida, y que ellos podían pasar sin oración. La necesidad de oración, que los autores modernos recomiendan con insistencia, se debe a la desgracia de los tiempos, a la decadencia intelectual y espiritual surgidas del Renacimiento; es un «último recurso» destinado a compensar perfectamente las pérdidas de las que vamos a decir algunas palabras. 274 Abbé Henri Stéphane: REFLEXIONES SOBRE LA ORACIÓN I

Es en el seno de esta decadencia donde nace la oración concebida como la «reanudación» de los «valores espirituales» que no proporciona ya más la contemplación del mundo exterior, ni el uso de los símbolos tradicionales de los que se ha perdido el significado. La oración aparece entonces como un ejercicio autónomo y metódico, orgánicamente distinto de todos los demás, viviendo su propia vida, ejercicio por el cual, después de habernos instalado en una especie de «estado meditativo» (un estado de concentración diríamos hoy en día), introducimos en nuestra consciencia una idea santificante para considerarla con nuestra memoria, nuestro entendimiento y nuestra imaginación. Esta consideración debe tener como objetivo el conmovernos y llevarnos a resoluciones, y después a actos conformes a la idea o a la virtud meditada. Es un instrumento de educación de la voluntad. 278 Abbé Henri Stéphane: REFLEXIONES SOBRE LA ORACIÓN I

¿Qué ocurre con el mundo en esta perspectiva? La respuesta está ya contenida en lo que hemos dicho del Receptáculo, pero, aquí, se puede hablar de Espejo que reenvía la Esencia divina a ella misma: los rayos luminosos no caen sobre un objeto –u objetos– corriendo el riesgo de ser absorbidos, sino sobre un Espejo –o Espejos– que los reenvían. Entonces es necesario que estos espejos existan (Cf. Titus BURCKHARDT, Introducción a las doctrinas esotéricas del Islam, capítulo sobre la Creación.). Tal es en definitiva el «sentido de la vida»que, en si misma, no tiene ningún significado y corre el riesgo de aparecer absurda ante la mirada de un existencialismo cualquiera. 631 Abbé Henri Stéphane: EL SENTIDO DE LA VIDA

La Caridad es un misterio como Dios mismo: misterium caritatis. «Dios es Caridad» (1 Juan IV, 8), pero Dios es Luz igualmente (1 Juan I,5). Es decir que la caridad no debe estar separada de la verdad (cf. Fil. I,9), y en consecuencia de la humildad. Estas son las tres «virtudes espirituales» que deben «transfigurar» el alma. La caridad sin la verdad es una ciego que conduce a otro ciego. «Amarás al prójimo como a ti mismo» no significa de ninguna manera que uno debe buscar el darle gusto como uno se daría gusto a si mismo: eso es una tontería y una demagogia. La verdad debe iluminar esta palabra: debo amar a mi prójimo como a mi mismo. Pero ¿quién soy yo? Nada, una nada (negativa) ante Dios. Y debo de llegar a ser una «nada» (positiva) – o virgen – para que el Padre engendre en mi al Hijo Unico: tal es la humildad perfecta. Lo mismo es para el prójimo. Debo amar esa «nada» que, el también, se identifica misteriosamente con la Virgen en quien se realiza la operación del Espíritu Santo, o la Encarnación del Verbo. Reencontramos aquí el misterium caritatis que es Dios mismo. Dios no puede dar otra cosa que a si mismo. El «Don de Dios», que es el tema de la conversación entre Jesús con la Samaritana, es Dios mismo. Tal es el significado corriente del misterio trinitario: el Padre engendrando al Hijo le hace don de la Divinidad; el Padre y el Hijo respirando al Espíritu le hacen don de la Divinidad, e inversamente. Está por lo tanto bien establecido que la caridad se identifica con Dios mismo. 724 Abbé Henri Stéphane: REFLEXIONES SOBRE LA CARIDAD

En la perspectiva cristiana, este misterio adopta un «color» especial: está enteramente centrado en Cristo y la Iglesia. Cristo es a la vez Sacerdote y Víctima, Dios y hombre. Se ofrece a sí mismo en Sacrificio al Padre, y con él toda la Iglesia. El Sacrificio comienza en la Encarnación, ya que el Verbo se une a una naturaleza «virgen», desprovista de personalidad humana (unión hipostática), sin ego individual. El doble aspecto del Sacrificio aparece en el hecho de que el Verbo mismo «desaparece» adoptando la condición de esclavo (Fil., II, 5-11), pero a la vez la naturaleza humana «asumida» por el Verbo es ella misma inmolada en cierta manera. Tal es, en el misterio de la Encarnación, la realización del matrimonio sagrado, de la unión mística entre el Esposo y la Esposa. Además, este misterio se continúa hasta el Calvario (Fil. II.8) donde la santa Humanidad del Salvador es inmolada, «absorbida» por el Padre, con el fin de que, por una parte, pueda nacer la Iglesia, salida del costado atravesado de Cristo, y que, por otra parte, pueda realizarse la Resurrección y la «exaltación» (Fil., II, 9, Juan III, 14-15; XII, 32): la Víctima inmolada en el Calvario es el «resumen» de toda la Iglesia, del Cuerpo de Cristo que debe ser inmolado a su vez y resucitar con la Cabeza. Somos aquí abajo los miembros dispersos de este cuerpo (Juan XI, 52), y la participación en el sacrificio de Cristo reúne a dichos miembros en una «Asamblea santa», la «santa plebe de Dios» que muere y que con él resucita. Ya el bautismo implica el mismo significado (Rom., VI, 4), y la Eucaristía (o la Misa), que no es sino la continuación del único Sacrificio de esa única Víctima, será la realización, en la Iglesia, de la Muerte y la Resurrección del Salvador, por la muerte y la resurrección de su Cuerpo Místico: el matrimonio sagrado, la unión mística de los Esposos, es esencialmente un sacrificio recíproco, una Muerte y una Resurrección. 876 Abbé Henri Stéphane: CONSIDERACIONES SOBRE LA MISA

En el caso particular de la Pascua, hay que distinguir dos cosas: la comida y el sacrificio. El cordero debe ser inmolado el decimocuarto día del mes; su carne debe de ser comida con panes sin levadura y hierbas amargas; los participantes deben comerlo apresuradamente, los cinturones atados, las sandalias en los pies, y el bastón en la mano, porque es la hora de la Liberación (El padre Stéphane ha puesto en mayúscula esta palabra. Sin duda pensaba él en la Liberación final tal como René Guénon la expone en El hombre y su devenir según el Vedanta.): «Es la Pascua de YHVH» (Exodo XII, 11). En cuanto a la sangre del Cordero, se debe ponerla en el dintel y los dos flancos de la puerta, de manera que YHVH pasando para castigar a Egipto y viendo la sangre en la puerta, no permita al Exterminador entrar en las casas para castigar a todos los recién nacidos. Y si, a continuación, los hijos de Israel preguntan: «¿Qué significado tiene para vosotros este rito sagrado?» habrá que responder: «Es un sacrificio de Pascua en honor de YHVH, que ha pasado de largo las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando golpeó Egipto y salvó nuestras casas» (Exodo XII, 27). (Se encuentra ahí el significado de la palabra «Pascua» (pasach = él ha pasado)) 907 Abbé Henri Stéphane: EL MISTERIO PASCUAL

Es en un marco así que Jesús instituyó la Eucaristía. Para los Judíos, cada alimento de la comida tenía su significado. Comiéndolos, ellos podían revivir sacramentalmente los acontecimientos de la salida de Egipto. Ellos se hacían contemporáneos de sus padres, o bien el acontecimiento devenía presente por el Rito. 911 Abbé Henri Stéphane: EL MISTERIO PASCUAL

En realidad, el significado del relato bíblico es esencialmente metafísico, y secundariamente cosmológico: considerar las diferentes especies como creadas por Dios unas “después” de otras, como un “sucesión temporal”, no tiene ningún interés; pero lo que es necesario ver tras el relato en su significado profundo es la dependencia “total” y “actual” de cada especie vis-a-vis de su Causa ontológica, así como la relación causal de lo creado con relación a lo Increado, tal como la hemos considerado más arriba. Por el contrario, se hace “depender” una especie de otra especie inferior, según la teoría evolucionista, se corre el riesgo de no ver nada de la “dependencia total” y “actual” de los seres, definidos precisamente por su pertenencia a tal o tal especie, vis-a-vis del Creador. 1022 Abbé Henri Stéphane: A PROPOSITO DE LA EVOLUCIÓN

Frente al Pórtico Real de Chartes, ¿cuál puede ser la reacción de un profano o de un ignorante? ¿Qué pueden significar para él el Zodíaco, el Tetramorfo, o las Artes Liberales? ¿Cómo podría comprender la composición del conjunto y el significado de los tres pórticos? En cuanto a los «teólogos oficiales», que han reducido la religión a la moral, a la sicología o a la sociología; habiendo destrozado la Santa Escritura por la «crítica histórica», ¿qué les queda para comprender el simbolismo? Su mentalidad está todavía más deformada por la «especialización» que la de un simple campesino para quién el sol es el sol y no un masa de gas incandescente: es decir que el cientifismo es el mayor obstáculo al conocimiento simbólico. La erudición de los «historiadores del arte» no es mucho mejor, la acumulación de conocimientos todos profanos y exteriores no pueden provocar la apertura de la inteligencia o del «ojo del corazón» necesaria para captar el lenguaje de los símbolos. 1078 Abbé Henri Stéphane: VARIOS ESCRITOS SOBRE ARTE