teofanías

No se trata solamente aquí de los diversos modos posibles de la Revelación, no siendo el modo histórico más que uno particular, adaptado al «momento cósmico», sino que se trata de la Revelación esencial de Dios a si mismo, que es el Prototipo supremo de todos los modos de «revelaciones» posibles; cuando Dios se revela a un mundo particular como el nuestro, él se reviste, de alguna manera, de un «velo», con el fin de que este mundo no quede «aniquilado» por la «fulguración» súbita de la Gloria divina, como debe serlo el Día del Juicio. Las diversas «teofanías» del Antiguo Testamento y la del Nuevo Testamento, que es la manifestación del «servidor de YHVH», del «Hijo del Hombre», del «Mesías sufriente», ponen claramente en relieve la diferencia entre estas «teofanías» veladas y la de «el fin de los tiempos» donde el mismo «Hijo del Hombre» aparecerá en su Gloria (Mateo XXIV, 30). Pero esta última teofanía no es todavía más que la de «el fin de un mundo», si bien que en definitiva todas estas «epifanías» son solamente determinaciones particulares, y por eso mismo símbolos, de la Epifanía Suprema, de la Teofanía de las teofanías, que es la Revelación esencial de Dios a si mismo. 621 Abbé Henri Stéphane: EL SENTIDO DE LA VIDA