Seitas

SEITAS

René Guénon: ORGANIZAÇÕES INICIÁTICAS E SEITAS RELIGIOSAS

Haremos observar seguidamente que quien dice «secta» dice necesariamente, por la etimología misma de la palabra, excisión o división; y, efectivamente, las «sectas» son divisiones engendradas, en el seno de una religión, por divergencias más o menos profundas entre sus miembros. Por consiguiente, las «sectas» son forzosamente multiplicidad1, y su existencia implica un alejamiento del principio, principio del que el esoterismo, por su naturaleza misma, está al contrario más próximo que la religión y más generalmente que el exoterismo, incluso exentos de toda desviación. En efecto, es por el esoterismo por donde se unifican todas las doctrinas tradicionales, más allá de las diferencias, por lo demás necesarias en su orden propio, de sus formas exteriores; y, desde este punto de vista, las organizaciones iniciáticas no solo no son «sectas», sino que son incluso exactamente lo contrario.

Además, las «sectas», cismas o herejías, aparecen siempre como derivadas de una religión dada, en la que han tomado nacimiento, y de la que son por así decir como ramas irregulares. Por el contrario, el esoterismo no puede derivarse de la religión; allí mismo donde la toma como soporte, en tanto que medio de expresión y de realización, no hace otra cosa que ligarla efectivamente a su principio, y representa en realidad, en relación a ella, la tradición anterior a todas las formas exteriores particulares, religiosas u otras. Lo interior no puede ser producido por lo exterior, como tampoco el centro puede ser producido por la circunferencia, ni lo superior por lo inferior, como tampoco el espíritu por el cuerpo; las influencias que presiden en las organizaciones tradicionales van siempre descendiendo y no remontan jamás, como tampoco un río remonta hacia su fuente. Pretender que la iniciación podría haber salido de la religión, y con mayor razón de una «secta», es invertir todas las relaciones normales que resultan de la naturaleza misma de las cosas2; el esoterismo es verdaderamente, en relación al exoterismo religioso, lo que el espíritu es en relación al cuerpo, de suerte que, cuando una religión ha perdido todo punto de contacto con el esoterismo3, ya no queda en ella más que «letra muerta» y formalismo incomprendido, ya que lo que la vivificaba, era la comunicación efectiva con el centro espiritual del mundo, y ésta no puede ser establecida y mantenida conscientemente más que por el esoterismo y por la presencia de una organización iniciática verdadera y regular.


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  1. Esto muestra la falsedad radical de las concepciones de aquellos que, como eso se encuentra frecuentemente sobre todo entre los escritores «antimasónicos», hablan de «la Secta», en singular y con mayúscula, como de una suerte de «entidad» en la que su imaginación encarna todo aquello hacia lo cual han sentido algún odio; por lo demás, el hecho de que las palabras lleguen a perder así completamente su sentido legítimo es, lo repetimos todavía a este propósito, una de las características del desorden mental de nuestra época. 

  2. Un error similar, pero todavía agravado, es cometido por aquellos que querrían hacer salir la iniciación de algo más exterior todavía, como de una filosofía por ejemplo; el mundo iniciático ejerce su influencia «invisible» sobre el mundo profano, directa o indirectamente, pero por el contrario, aparte del caso anormal de una grave degeneración de algunas organizaciones, no podría ser influenciado por éste. 

  3. Es menester observar bien que cuando decimos «puntos de contacto», eso implica la existencia de un límite común a los dos dominios, por el que se establece su comunicación, pero eso no entraña ninguna confusión entre ellos.