Posibilidad

Es a menudo en el nivel del Ser donde se detiene la metafísica occidental, que es propiamente una «ontología». Es necesario sobrepasar este nivel para tener una concepción suficiente, universal y total de la Divinidad. El Infinito, al excluir todo límite y toda determinación, se identifica necesariamente con la Posibilidad universal, es decir, con el conjunto de todas las posibilidades, tanto manifestadas como no manifestadas concebidas en modo principial, pues, de otro modo, si una posibilidad particular (un ser) escapara a la Posibilidad universal, constituiría para la divina Esencia una especie de límite situado «fuera de ella», lo que es imposible. 55 Abbé Henri Stéphane: SOBRE LA VIRGEN

Esta «estructura» de la Divinidad, si se puede hablar así, considerada bajo su doble aspecto de «Infinito» y de «Posibilidad universal», debe reflejarse en todos los niveles de la existencia universal que no es, por decirlo así, más que «la apariencia exterior» de la Divinidad. Así, todo ser manifestado, en la medida en que se sitúa en un cierto nivel de existencia (el ser humano por ejemplo), no es más que la apariencia o la manifestación exterior de «su posibilidad principial» –su arquetipo eterno– en Dios. El conjunto de todos los «arquetipos», cuya «totalidad», constituye la Posibilidad universal, representa a nivel de la Divinidad o de lo no-manifestado una «concepción» de la divina Esencia, concepción puramente principial, no manifestada e indiferenciada, que es propiamente el misterio de la Inmaculada Concepción en su intelección más elevada. 57 Abbé Henri Stéphane: SOBRE LA VIRGEN

En esta perspectiva, todo el misterio el mal consiste en la ilusión separativa, o en la separatividad aparente, en virtud de la cual el ser manifestado en un cierto grado de existencia olvida de algún modo su arquetipo eterno o su propia posibilidad principial, y por ello mismo se toma por algo autónomo, por un «en-sí», poniendo un límite, por otra parte ilusorio, al Infinito divino. Aquí reside el misterio del «pecado original», del que todos los demás no son sino consecuencias particulares; se trata, por tanto, de un «pecado de origen», es decir, de una salida ilusoria (oriri) del Principio, y, por consiguiente, de un «pecado de naturaleza» que afecta necesariamente al mundo manifestado como tal, en cualquier grado que se lo considere, salvo a la Virgen que se identifica con la Posibilidad universal en su Inmaculada Concepción, y que está exenta del pecado original. 59 Abbé Henri Stéphane: SOBRE LA VIRGEN

Finalmente en un estadio superior, todo discernimiento queda sobrepasado: estamos en el nivel de la No-Dualidad, de la Esencia divina que «comprende» todas las cosas a título de posibilidades «no existentes» o más bien «no manifestadas todavía», y que no se manifiestan más que en los estados inferiores. Estas posibilidades «no existentes» son por lo tanto «puras relaciones» con la Esencia divina que, ella, es sin relación con cualquier cosa diferente, ya que este otro no existe; la relación es, si se quiere, unilateral. Vistas en el Intelecto divino (el Verbo) complementario de la Esencia con la cual el Intelecto se identifica como el Conocimiento del Ser, las posibilidades todavía no existentes toman el nombre de «arquetipos»; apareciendo estos como «concepciones divinas», si bien que su conjunto es el de los «puros posibles» (Los «puros posibles» no se manifiestan; son «posibilidades de no-manifestación».) constituyen la Posibilidad Universal, que no es otra que la Inmaculada Concepción –o la Omni-Potencia divina (Shakti). 609 Abbé Henri Stéphane: EL SENTIDO DE LA VIDA

De esa manera, la realidad esencial de un ser –de una criatura o de un mundo– aparece in divinis como una posibilidad inherente a la Posibilidad Universal, o una «pura relación» con la Esencia divina. Como no hay nada fuera de esta divina Esencia, se puede decir que la Posibilidad Universal es un «aspecto» de la Esencia divina que, bajo este punto de vista, se identifica con ella; por el contrario, si se distingue la Posibilidad Universal de la Esencia divina, como no hay nada fuera de esta Esencia, se debe mirar la Posibilidad Universal como un «puro receptáculo», o también un «lugar» donde se ejerce la Omni-Potencia divina. 611 Abbé Henri Stéphane: EL SENTIDO DE LA VIDA

Decimos, por ejemplo, que la Posibilidad Universal es a la vez un aspecto de la Esencia divina que se identifica obligatoriamente con ella, y un puro receptáculo de la Presencia divina, o un lugar donde actúa la Omni-Potencia divina. La Posibilidad Universal es por lo tanto a la vez un aspecto distinto y no distinto de la Esencia divina. 615 Abbé Henri Stéphane: EL SENTIDO DE LA VIDA

En definitiva todo el «mal» viene del desconocimiento o de la ignorancia de esta verdad fundamental. A partir del momento en el que el «receptáculo» se toma por algo diferente de un «receptáculo» y se afirma como una realidad autónoma, se «declara en rebelión» de alguna manera contra su «destino», revuelta por lo demás ilusoria, ya que a los ojos de Dios él siempre será tan solo un «receptáculo». Uno puede preguntarse evidentemente como una revuelta, incluso ilusoria, puede –o ha podido– producirse, aunque solo sea al nivel del mundo manifestado, puesto que la Esencia divina no podría estar afectada; pero una cuestión tal es insoluble «racionalmente», ya que esto, en el fondo, lleva a preguntarse por qué ciertas posibilidades «no existentes» (En el sentido de «todavía no manifestadas» como se ha dicho más arriba.) in divinis han podido manifestarse y por lo tanto afirmarse en tanto que realidades aparentemente separadas de Dios, a un nivel de existencia tal que el nuestro, por ejemplo. Esta cuestión no comporta otra respuesta que la que sigue: es en virtud de un cierto «contenido» de su «arquetipo» que ciertas posibilidades se manifiestan a diferentes niveles de existencia. Este «contenido» no podría manifestarse, según ciertos modos, y esto en virtud de la Infinidad de la Posibilidad Universal. Es por tanto en virtud de una cierta «necesidad» como los diferentes mundos han «aparecido», cualesquiera que sean además las consecuencias aparentemente «incomodas» de su «afirmación» en modo manifestado; pero estas consecuencias no son incomodas más que en virtud de una ignorancia que puede ser vencida gracias a la Revelación de la Esencia –o del Verbo-Intelecto– Revelación que «niega» la afirmación ilusoria del mundo por «Su afirmación de Si mismo»: «No piensen que vine a poner paz sobre la tierra: no vine a poner paz, sino espada» (Mateo X, 34) 619 Abbé Henri Stéphane: EL SENTIDO DE LA VIDA

Pero, por lo mismo que la «revelación histórica» del Verbo supone un plan de manifestación, que es el nuestro, por lo mismo que la Revelación esencial in divinis supone el «Puro Receptáculo» de la Posibilidad Universal, que, por una parte, permite esta Revelación, y, por otra parte, gracias a esta Revelación, es «reintegrado» en la Esencia divina. 627 Abbé Henri Stéphane: EL SENTIDO DE LA VIDA

En alguna parte se ha dicho: «Actúa como si nunca fueras a morir, ora como si fueras a morir en este instante» Desgraciadamente, nuestros contemporáneos no han retenido más que la primera proposición. Reducido a la acción y al pensamiento, el hombre actual no es más que un ser infra-humano. Pero tiene la ingenuidad de creer que realiza su plenitud multiplicando indefinidamente los modos de la acción y los modos del pensamiento, y se imagina que llegará así a dominar la naturaleza y a suprimir los males de los que sufre todavía. Pero como se puede ser tan ingenuo de creer que los millones de generaciones que nos han precedido no han llegado a la plenitud (Sobre este tema ver: «El pasado a la Luz del Presente» de Martin Lings. (NDR)), y que un buen día, merced a alguna «mutación» puramente hipotética, la humanidad llegará a un especie de perfección que no parece ser otra cosa que una extensión de lo que sentimos actualmente como deseable: el bien-estar, el confort, la paz, la fraternidad, el goce de los bienes terrestres, el amor humano, etc., no siendo todo esto finalmente más que una parodia irrisoria de la verdadera Perfección que, ella, se sitúa al nivel del Infinito y de la Posibilidad universal, de la cual nuestros contemporáneos no tienen la menor idea. 952 Abbé Henri Stéphane: SOBRE LA INGENUIDAD