pensamientos

La Patrística se hace echo de esta doctrina, sobre todo en lo que concierne a la inteligencia: « La oración sin distracción es la intelección más alta de la inteligencia»; «La oración es una ascensión de la inteligencia hacia Dios»; «El estado de oración es un habitus impasible que, por una amor de lo supremo, embelesa sobre las cimas intelectuales al intelecto pleno de sabiduría»; «La plegaria es un estado del intelecto, destructor de todos los pensamientos terrestres»; «Aquel que ora en espíritu y en verdad no obtiene de las criaturas las alabanzas que dirige al Creador: es de Dios mismo desde donde él alaba a Dios»; «La salmodia equilibra las pasiones y apacigua la intemperancia del cuerpo; la Oración hace ejercer a la inteligencia su actividad propia»; «La oración es la actividad que encuentra su dignidad de la inteligencia»; «La salmodia revela la sabiduría multiforme; la oración es el preludio de la gnosis inmaterial y uniforme» (Evagiro Pontico, Pequeña Filocalia). Abbé Henri Stéphane: ORACIÓN E INTELIGENCIA

D. La Oración articulada no puede ser perpetua; ¿Hay pensamientos que la excluyen? ¿Cómo conciliar las dos cosas? — M. Si la Invocación no puede superponerse a todo pensamiento útil o bello, puede sin embargo continuar vibrando durante todo pensamiento de ese género, es decir durante toda articulación mental que tenga un carácter de necesidad o de virtud; en ese caso, la articulación mental, aunque excluyendo la articulación del Nombre, no interrumpe la Invocación a los ojos de Dios. Al margen de la condición de necesidad, la de virtud es esencial, ya que, por lo mismo que la Invocación no puede superponerse a un acto ilícito o vil, por lo mismo el perfume del Nombre no puede subsistir durante un pensamiento contrario a la humildad o a la pobreza (la no-pretensión, la consciencia de nuestros límites ante Dios y el prójimo), a la caridad ( el no-egoismo, la consciencia de la indistinción entre el «yo» como tal y el «otro» como tal), a la verdad o a la sinceridad ( la objetividad, la contemplación adecuada y desinteresada de la realidad); además, es evidente que la vibración del Nombre en ausencia de su articulación presupone por una parte el hábito de la Invocación, y por otra la intención de continuar esta practica intensificarla; es así que el «pasado» y el «futuro», lo efectivo y lo intencional, concurren en la presencia inarticulada del Nombre. Abbé Henri Stéphane: DIALOGO SOBRE LA ORACIÓN