Paulo Adão

SÃO PAULOADÃO

VIDE: ADÃO ALMA ESPÍRITO
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Irineu de Lião: Excertos de Antonio Orbe, “ANTROPOLOGIA DE SAN IRENEO” — O HOMEM

El Apóstol enseña todo lo contrario. También él conoce dos hombres: el primer Adán, hecho alma viviente, y el segundo, Espíritu vivificante (v.ADÃO ALMA ESPÍRITO).

A diferencia de Orígenes, San Pablo introduce primero al hombre imperfecto, animal. La dirección de Adán hacia Cristo indica la orientación normal de lo imperfecto a lo perfecto. Es el sentido obvio de la historia, que comienza con el hombre ‘hecho’ y se orienta al hombre ‘infectus’ o Dios. Sentido implícito en la relación animal — espiritual.

En lugar, pues, de retornar con la historia hacia el primer hombre, Adán — el hombre animal o terreno — , tiende siempre hacia adelante, mirando a Cristo, en quien se perfecciona como en hombre divino. El centro de gravedad es el segundo Adán, y no el primero.

Por otra parte, Cristo, el segundo Adán, nada tiene de común con el hombre intelectual filoniano. Aunque celeste, es tan material en su esencia como el primer Adán, y tan dotado de carne y sangre como él. La orientación de Adán a Cristo representa en consecuencia una deificación del plasma inicial, que así como en el primer hombre fue dotado de ‘soplo de vida’, pasando a animal, en el segundo será dotado del ‘Espíritu vivificante’, convirtiéndose en hombre espiritual. También Pablo asienta la historia del hombre sobre el plasma, la parte más humilde del hombre, que le caracteriza frente a los ángeles.

En oposición al esquema vertical, no histórico, de Orígenes, basado en la prioridad del hombre intelectual, y en su caída al mundo de la materia, el Apóstol traza uno simplicísimo horizontal, histórico, basado en la prioridad del hombre terreno, imperfecto, y en su orientación hacia el hombre espiritual. A la regresión hacia el punto de partida, opone el continuo progreso hacia Cristo, justificando la fusión de Gen 1,26 y Gen 2,7 en un solo hombre, ‘hecho’ y ‘plasmado’ a la vez, ‘a imagen y semejanza siempre creciente de Dios’.

Al igual que el Apóstol, Ireneo ignora al intelectual puro de Orígenes, lo mismo que las dos creaciones de Gen 1,26s y Gen 2,7. El plasma, esencial al primero y al segundo Adán, caracteriza al hombre histórico. Merced a él entra el individuo en la historia, sin arrastrar ningún pecado anterior. La economía de la Salud arranca del hombre terreno para acabar — a imagen y semejanza de Cristo — en el espiritual. De lo imperfecto a lo perfecto. Mas no por regresión al punto de partida ni por secesión de lo animal y visible, sino por continuo progreso hacia adelante y por asimilación de lo espiritual e invisible.

Las soluciones de Ireneo contrastan con las origenianas, tanto como sus premisas (v IRINEU E ORÍGENES). Hay que entenderle dentro del esquema paulino. Su antropología se mueve de continuo entre Adán y Cristo. El hombre por él definido pasa insensiblemente de Gen l,26s a Gen 2,7; del personaje bíblico Adán al género humano en su existencia anterior a Cristo, o en su vida total sobre la tierra rumbo a la unidad escatológica (Cristo-Ecclesia); del tipo ideal Jesús al hombre individual perfecto; del Hombre-Dios al hombre-dios. Tales nociones interfieren sin previo aviso en las abigarradas y densísimas expresiones del Santo. Será, pues, conveniente prevenir al lector sobre sus peculiares características y posibles interferencias.