«Nadie ha subido al Cielo, si no es Aquel que ha descendido del Cielo» (Juan III, 13). El Panis angelicus, que es el pan transubstanciado [NA: Transubstanciación: doctrina relativa a la Eucaristía: la substancia del pan cambien el la del Cuerpo de Cristo, la substancia del vino en la de la Sangre de Cristo, mientras que los accidentes, es decir las apariencias, permanecen.] por la Palabra, es el Pan vivo que ha descendido del Cielo, y que ha subido al Cielo modo angélico, asumido por los Angeles, como María. 152 Abbé Henri Stéphane: SOBRE LA ASUNCIÓN
En un acto eterno, el Padre engendra el Verbo; el Verbo es la Palabra que el Padre pronuncia pensándose a si mismo «en un eterno silencio»; él es el Pensamiento eterno del Padre en el cual el Padre se ve, se contempla, con sus Atributos divinos, sus Perfecciones infinitas. El Padre es la Suprema Inteligencia que conoce en su Verbo lo Supremo Inteligible; es por lo tanto por una procesion de inteligencia que el Padre engendra al Verbo. El Verbo es, si se quiere, un Espejo en el que el Padre contempla su propia imagen; o más bien, es algo más que un espejo, es esa Imagen misma: es «la irradiación de su gloria, la huella de su substancia» (Heb. I, 3) 191 Abbé Henri Stéphane: EL MISTERIO DE DIOS
Las tres interpretaciones de la Trinidad dadas por F. Schuon [NA: F. Schuon, Comprender el Islam, editorial OLAÑETA.] pueden obtenerse por transposición metafísica [NA: Esta palabra designa en la obra de Aristóteles la parte de la reflexión teórica que viene después de los tratados de física. El empleo de la palabra se ha generalizado para designar la parte superior del saber, la que remonta a las causas primeras y a los principios primeros de los seres.] del dogma cristiano, bien a partir de las Hipóstasis [NA: Palabra griega que designa la substancia individual o la persona. En el vocabulario cristiano, designa las Personas de la Santísima Trinidad.], o bien a partir de las Procesiones [NA: Acción por la cual una Persona divina da origen a otra Persona.] divinas, por medio de un conjunto de correspondencias analógicas [NA: Una correspondencia analógica es la que está hecha en virtud de una analogía o de un símbolo, siendo analogía: «proporción entre realidades o conceptos diferentes que permite calificarlos los unos por los otros, o incluso por un termino único que conviene a todos en razón de una cierta similitud»] o de «identificaciones misteriosas» entre los elementos de las tres «representaciones». En el caso de las Hipóstasis, la base de la analogía será la «determinación»; en el caso de las Procesiones divinas, será la Inteligencia y la Voluntad, o equivalentemente el Conocimiento y el Amor. Estas «bases de analogía» nos dan la clave de la transposición metafísica en cuestión. 210 Abbé Henri Stéphane: INTERPRETACIÓN METAFÍSICA DE LA TRINIDAD
En las consideraciones precedentes, Ananda – que es el tercer termino del ternario vedantino Sat-Chit-Ananda [NA: Palabra sánscrita que significa Ser-Consciencia-Beatitud, las tres características de la Realidad absoluta (Brahman).] – aparece nítidamente como el análogo del Espíritu Santo en la segunda interpretación de la Trinidad dada por F. Schuon, la que corresponde precisamente a este ternario. Esta «perspectiva horizontal suprema» sirve así de intermediario entre la «perspectiva horizontal no suprema» (Padre, Hijo, Espíritu) y la «perspectiva vertical» (Sobre-Ser, Ser, Existencia). [NA: Según F. Schuon en la obra citada anteriormente (Comprender el Islam), la perspectiva horizontal «suprema» corresponde al ternario Sat-Chit-Ananda y ve la Trinidad en cuanto que está oculta en la Unidad; la perspectiva horizontal no suprema (Ser-Sabiduría-Voluntad o Padre-Hijo-Espirtu) sitúa la Unidad como una esencia oculta en la Trinidad.] 216 Abbé Henri Stéphane: INTERPRETACIÓN METAFÍSICA DE LA TRINIDAD
Lo que constituye el «saber propio» del hombre, es que Dios existe, que el Universo existe, que él mismo existe. Debe vaciar su mente de este conocimiento «objetivo» que está «sobreimpuesto» al Si-mismo (Shankara) y decir en su corazón: «Dios no está». Negando el Principio mismo de la manifestación y de la objetividad (o de la «objetivación»), él permite al Si-mismo afirmarse él mismo in corde suo. La frase dixit insipiens debe de relacionarse con el Si-mismo; ella es pronunciada en el corazón y el Si-mismo dice: «No hay Dios». En lenguaje teológico, es la Palabra eterna pronunciada por el Padre engendrando al Hijo Unico: «Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy» (Sal. II,7); es así como el hombre debe «dejar a Dios operar lo que le place» ya que, dice también Maestro Eckhart, «el Padre no puede querer mas que una cosa, y es engendrar al Hijo Unico», lo que supone que, por su parte, el hombre permanece enteramente disponible. Toda racionalización, todo discurso, toda discusión, van en contra de esta disponibilidad. En terminos vedanticos, cuando las cinco envolturas (kosha) que envuelven el Âtmâ (anna, prâna, manas, vijñâna, ânanda, – el cuerpo grosero, el hálito vital, el mental, el intelecto y la felicidad) han sido rechazadas por el aspirante, lo que subsiste al termino del análisis, es el Testigo, el Si-mismo, Âtmâ. 503 Abbé Henri Stéphane: EL SI-MISMO
San Ignacio de Antioquía habla del «Verbo surgido del Silencio». Así el Silencio es el principio de la Palabra: la Palabra no existe más que por el Silencio, pero la Palabra manifiesta el Silencio, y sin ella el Silencio no existe. El Padre no es nada sin el Hijo, el Hijo no es nada sin el Padre, y su Existencia común no es otra cosa que el Espíritu Santo (Se subrayará la relación entre esta manera de ver y la «maternidad hipostática del Espíritu Santo».). 688 Abbé Henri Stéphane: SILENCIO Y EXISTENCIA
El Logos, surgido del Silencio, se sitúa, al nivel ontológico de la Epifanía, del Símbolo, del Icono. Como consecuencia de ello, él es el Mediador que conduce a la Hipóstasis, a la «Comunión del Padre». Así, la Palabra nacida del Silencio no puede mas que volver al Silencio y conducir al Silencio: la teología mística es necesariamente apofática. El «muy teárquico Jesús» (san Dionisio) suspendido en el interior del triple círculo de las esferas celestes y sosteniéndose por su propia potencia, está en medio de los Angeles de los Arcángeles que han sido «creados en el Silencio» (Ver Paul EVDOKIMOV, L´Amour fou de Dieu, p. 38.). El es el silencio «hipostasiado», «arquetipificado», del cual el silencio del claustro o el del desierto, no es más que un reflejo lejano. Ocurre lo mismo con la Paz, con el Vacío, con la Soledad. Pero por lo mismo que el «muy teárquico Jesús» está en el centro del Pleroma, figurado por la Sinaxis de los Angeles, su Soledad es una Plenitud (Es el estado de Muni; cf. R. GUÉNON, El Hombre y su devenir según el Vedanta, cap XXIV.) comparable a el «enstasis» de las tres Hipóstasis divinas, al «Vuelo del Solitario hacia el Solitario» (Plotinio, Eneadas VI, 9-11). 694 Abbé Henri Stéphane: SILENCIO Y EXISTENCIA
El Silencio del que aquí se trata es por lo tanto «arquetípico». Es el principio de la Palabra. En si mismo es «no manifestado», y se manifiesta por la Palabra, así como por las «rupturas» que son los tiempos de silencio del mundo manifestado (Cf. F. SCHUON, El Ojo del Corazón, capítulo. Sobre el Sacrificio.). Es en esta perspectiva en la que es posible comprender que el ateísmo sea el «tiempo muerto» del teísmo, uno y el otro manifiestan el «hiperteísmo» realizado al nivel del Silencio arquetípico del que hemos hablado. Se reconoce una vez más la catafasis y la apofasis inherentes a toda vida espiritual. 696 Abbé Henri Stéphane: SILENCIO Y EXISTENCIA
Este texto es decisivo para mostrar el carácter intemporal de la dialéctica en cuestión y la simultaneidad de las «tres vías» (via positiva, via negativa, via eminentiae) o también de las tres fases de la Vía (Cf. la simultaneidad de lo Estados del Ser. Las vías positiva, negativa y de eminencia son las tres vías clásicas para «demostrar» la «existencia» de Dios.): «Enseguida yo lo niego». Lo que aparece como dialéctica histórica a los ojos del profano, y que lo es aparentemente a nivel del mundo manifestado, es en realidad intemporal, simultáneo, no manifestado a los ojos del «Teólogo»: el tiempo de la historia está integrado por el escaton (En el sentido preciso de la integral matemática (Cf. R. GUÉNON, Los principios del cálculo infinitesimal, cap. XXIV). Es la «consumación del ciclo»: «Yo estoy con vosotros hasta la consumación del siglo» (Mat. XXVIII, 20) y «Todo se ha consumado». Para el escaton (lo último) cf. P. EVDOKIMOV, o.c., p. 22 y el Arte del Icono, p. 36.). La liturgia es esencialmente escatológica, y es en este sentido que ella es un memorial: «actualiza» quoad nos lo que es eterno in divinis. Ocurre lo mismo con la Palabra que manifiesta el Silencio: el Logos actualiza quod nos el Silencio eterno del Hipertheos. Es en este sentido que el Logos es Mediador y principio de reintegración de todas las cosas (Efes. I) a la vez Creador y Redentor (Cf. L. SCHAYA, El Hombre y lo Absoluto según la Kabala. Ver también A. COOMARASWAMY, Hinduismo y Budismo.), y es en este sentido que se identifica con la Existencia (omnia per ipsum facta sunt), bien sea en modo manifestado, bien sea en modo principial o no manifestado, y finalmente con el Espíritu Santo: «Este me glorificará, porque él recibirá lo que está en mí, y os lo anunciará. Todo lo que el Padre tiene está en mí. Es por eso que he dicho que él recibirá lo que está en mi, y que él os lo anunciará» (Juan XVI, 14,15) 700 Abbé Henri Stéphane: SILENCIO Y EXISTENCIA
Este texto de San Juan expresa «en modo teológico» a la vez el «milagro de la Existencia» (Ver F. SCHUON, Senderos de Gnosis, Ver a Dios en todas partes.) y la «Identidad Suprema». El Espíritu Santo «revela» el Logos: «El os lo anunciará». Es el sentido profundo del kerygma (la proclamación de la Palabra): «El recibirá lo que está en mi» y «Todo lo que tiene el Padre está en mí». El me glorificará, y es esto lo que él os anunciará. El os anunciará que in Principio erat Verbum y que omnia per Ipsum facta sunt: es el «milagro de la Existencia»; y él os anunciará que Verbum erat Deus: es la «Identidad suprema». 702 Abbé Henri Stéphane: SILENCIO Y EXISTENCIA
«Según los Padres, antes de escuchar las palabras del Verbo, hay que aprender a escuchar su silencio… y el Silencio significa aquí encontrarse dentro de la Palabra» (P. EVDOKIMOV, L´Amour fou de Dieu, p. 39.). Por lo tanto se trata del Silencio, principio de la Palabra, o del «Verbo surgido del Silencio», del Verbo Mediador; designando las palabras «antes» y «dentro», como la palabra «principio», una relación ontológica, fuera del tiempo y del espacio. 710 Abbé Henri Stéphane: SILENCIO Y EXISTENCIA
El tema de la luz, del que hemos celebrado la fiesta el 2 de febrero, está presente en toda la Escritura. Se le encuentra en el origen de la Creación cuando la Palabra de Dios, el Verbo divino, ordena el caos primordial por el Fiat Lux: ¡que la luz sea! Y no se trata evidentemente de la luz del sol que no ha sido creado hasta el cuarto día. El mismo tema se encuentra en el Prologo de san Juan: el Verbo es la verdadera luz que ilumina todo hombre y san Juan comienza su primera epístola por estas palabras: «El mensaje que Jesús nos ha hecho oír, y que nosotros os anunciamos, es que Dios es luz, y que no hay en él tiniebla alguna» (1 Juan I,5). En el Apocalipsis, la Nueva Jerusalén está descrita como «una ciudad que no tiene necesidad ni de sol ni de la luna para iluminarla, ya que la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su candelabro» (Apoc. XXI, 23) 1089 Abbé Henri Stéphane: La Iluminación
En la epístola de este día, Santiago nos invita a someternos a la Palabra de Verdad que viene de Lo Alto: «Todo don excelente, toda gracia perfecta, desciende de Arriba del Padre de las Luces, en quién no existe ninguna vicisitud, ni sombra de cambio. De su propia voluntad, él nos ha engendrado por la Palabra de la Verdad» (Santiago I, 17-18). 1131 Abbé Henri Stéphane: HOMILIA PARA EL CUARTO DOMINGO
A los Efesios, San Pablo declara: «Es en Jesucristo que vosotros mismos, tras haber escuchado la Palabra de la Verdad, es en el que vosotros habéis creído y que habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo… para servir a la alabanza de su Gloria» (Ef. I, 13 y 12). 1133 Abbé Henri Stéphane: HOMILIA PARA EL CUARTO DOMINGO
Esta enseñanza es difícil. ¿Quién puede pretender haberla comprendido? No se puede comprenderla más que realizándola, o más exactamente metiéndonos en las disposiciones requeridas para que Dios, el Padre de las Luces, inmutable e impasible, pueda engendrarnos por la Palabra de la Verdad. 1135 Abbé Henri Stéphane: HOMILIA PARA EL CUARTO DOMINGO
Entre estas disposiciones, Santiago indica las siguientes: 1) Que el hombre sea rápido en escuchar. 2) Lento en hablar. 3) Lento en encolerizarse. 4) Recibir con tranquilidad la Palabra que ha sido insertada en nosotros y que puede salvar nuestras almas. 5) Poner la palabra escuchada en práctica. 6) Concentrarse en la ley perfecta (Santiago I, 19-27) 1137 Abbé Henri Stéphane: HOMILIA PARA EL CUARTO DOMINGO