alegoria

-ESCRITURAS — ALEGORIA

Edgar de Bruyne: SENTIDO ALEGÓRICO

Steven Wasserstrom: A ALEGORIA SEGUNDO CORBIN, SCHOLEM E ELIADE

Henry Corbin


Debemos volver aquí a la distinción, que consideramos fundamental, entre alegoría y símbolo: la primera es una operación racional que no implica el paso a otro plano de ser ni a otro nivel de conciencia; es la figuración, en un mismo nivel de conciencia, de lo que muy bien podría ser conocido de otra forma. El símbolo propone un plano de conciencia que no es el de la evidencia racional; es la «cifra» de un misterio, el único medio de expresar lo que no puede ser aprehendido de otra forma; nunca es «explicado» de una vez por todas, sino que debe ser continuamente descifrado, lo mismo que una partitura musical nunca es descifrada para siempre, sino que sugiere una ejecución siempre nueva. Se impone, pues, la tarea de llevar a cabo un estudio comparativo y en profundidad del ta’wil para calibrar la diferencia entre la forma en que Averroes lo concibe y lo lleva a la práctica y la forma en que el shiísmo, o cualquier espiritualidad que de él proceda, fundamenta por su mediación su relación con la Revelación profética, pues el ta’wil consiste en llevarla a su término. El ta’wil shiíta discierne, por ejemplo, bajo las figuras y los acontecimientos, otras tantas referencias a personas terrenales que son ejemplificaciones de arquetipos celestes. Habrá que determinar si el ta’wil averroísta percibe todavía símbolos o bien elabora simplemente una alegoría racional, metafísicamente inofensiva. (HCIbnArabi)

René Alleau


Atualmente, sob a influência do romantismo alemão e da psicologia das profundidades, existe, como observa Jean Pépin, «o hábito de separar claramente a alegoria do símbolo, o artifício didático e a espontaneidade da vida. Para que esta distinção, aliás fundamentada, possa ser tida em consideração a propósito de Dante, tornar-se-ia necessário que ela estivesse incluída nos costumes da época. Ora, tal não acontece. A definição antiga e medieval da alegoria é tão lata que convém a quase todas as variedades da expressão figurada e, em todo o caso, à expressão simbólica»1.

Nem Fílon nem Clemente de Alexandria diferenciam o símbolo da alegoria duma forma tão nítida como parecem supor muitos autores modernos. No entanto, eles não se confundem. A alegoria é simultaneamente um processo retórico e uma atitude hermenêutica ligada ao discurso e a interpretação, ou seja, a uma expressão e a um pensamento, ao passo que o símbolo «reconduz» o significante e o significado ao próprio Significador. Eis porque a alegoria tem o seu fundamento na metáfora e não na anáfora.

A alegoria também não está associada ao mito nem ao rito sagrados, ao passo que o símbolo é a base de toda a dinâmica iniciática e religiosa. Contudo, assim como não podemos separar abusivamente a carne da alma nem do espirito, os textos tradicionais sagrados apresentam uma estreita associação entre três níveis de compreensão, ou melhor, da «realização interior», já nitidamente especificados por Orígenes: «O mais simples é instruído por aquilo a que poderíamos chamar a carne da Escritura, a leitura vulgar. Aquele que progrediu um pouco é instruído, por assim dizer, pela alma da Escritura. O perfeito… é instruído pela lei espiritual, que é a sombra dos bens futuros.»2 Orígenes repete três vezes a palavra «instruído» por alguma razão. Formula o seu pensamento duma forma mais exata num fragmento do comentário sobre o Levítico: «A Escritura é constituída, de certa maneira, por um corpo visível, por uma alma que pode ser conhecida através do corpo e por um espírito que é o exemplo e a sombra dos bens celestes.»3 ((METÁFORA E ANÁFORA, Tradução para o português de Isabel Braga, do livro “A Ciência dos Símbolos”]

René Guénon


Así pues, en el mito, lo que se dice es otra cosa que lo que se quiere decir; podemos destacar de pasada que eso es también lo que significa etimológicamente la palabra «alegoría» (de allo agoreuein, literalmente «decir otra cosa»), que nos da todavía otro ejemplo de las desviaciones de sentido debidas al uso corriente, ya que, de hecho, actualmente ya no designa más que una representación convencional y «literaria», de intención únicamente moral o psicológica, y que, lo más frecuentemente, entra en la categoría de lo que se llama comúnmente las «abstracciones personificadas»; apenas hay necesidad de decir que nada podría estar más alejado del verdadero simbolismo. Pero, para volver de nuevo al mito, si no dice lo que quiere decir, lo sugiere, por esta correspondencia analógica que es el fundamento y la esencia misma de todo simbolismo; así, se podría decir, se guarda el silencio al hablar, y es de eso de donde el mito ha recibido su designación4. (MITOS, MISTÉRIOS E SÍMBOLOS)

  1. Jean Pépin, Dante et la tradition de l’allégorie, Vrin, Paris, 1970, PP. 15-16.[]
  2. De principiis, IV, 2, 4 (II), PP. 312-313.[]
  3. Ed. Bachrens, 42, PP. 332-334, ao fundo da página.[]
  4. Se puede destacar que eso es lo que significan también estas palabras de Cristo, que confirman la identidad profunda del «mito» y de la «parábola» que señalábamos más atrás: «Para aquellos que son de afuera (expresión exactamente equivalente a la de «profanos»), les hablo en parábolas, de suerte que viendo no ven y que oyendo no oyen» (San Mateo, XIII, 13; San Marcos, IV, 11-12; San Lucas, VIII, 10). Aquí se trata de aquellos que no aprehenden más que en lo que se dice literalmente, que son incapaces de ir más allá para alcanzar lo inexpresable, y que, por consiguiente «no les ha sido dado conocer el misterio del Reino de los Cielos»; y hay que observar muy especialmente que el empleo de la palabra «misterio», en ésta última frase del texto evangélico, en relación con las consideraciones que van a seguir.[]