Interioridade

Interior-Exterior — Interioridade

Pues esta atracción está orientada; y lo está respecto del cielo del alma, cielo suprasensible, cielo interior, y quizá sería mejor decir «esotérico», cuando la palabra «interior» pueda connotar la idea de un subjetivismo desprovisto de realidad consistente. La orientación con respecto al cielo del alma, al polo, supone e implica esta interiorización que es la vuelta al inmenso mundo del alma, el paso a lo «esotérico». Precisamente, el órgano sutil que envuelve el corazón y que Najm Kobrâ designa como el Espíritu Santo en el hombre, se identifica con este cielo. El órgano sutil designado como «espíritu» es el cielo del corazón. La interiorización efectúa el paso de este mundo al mundo del más allá, del hombre exterior al hombre de luz. Como ya hemos puesto de relieve, fue la idea de los cielos espirituales lo que condujo a Sohravardi a hacer estallar el esquema de la astronomía ptolemaica, y es también lo que encamina a Hermes y al expatriado del relato del exilio hasta la Roca de esmeralda. Este paso, este éxodo, lo que acreditan y lo que anuncian las visiones ofrecidas a la apercepción visionaria, en las que hay un arriba y un abajo, cielos y tierras: por estar orientado respecto del polo, todo esto no concierne ya al mundo de los objetos de la experiencia sensible. El ascenso de lo semejante hacia su semejante (de la «columna de luz») a través de todo el cosmos, el retorno de la luz a la luz, de las piedras preciosas a su origen: la antropología que le corresponde es la que concierne al hombre de luz y la que se orienta respecto del polo. Si no es así, el mi’râj del Profeta y la ascensión y salida fuera del pozo son ininteligibles y carecen de realidad. Si, por el contrario, es así, la experiencia mística cumple una función de salvación cósmica. Algunos textos esenciales de Najm Kobrâ lo explicitan de forma admirable.
(Corbin)


Eckhart dice que cometemos una falta al ver a Dios en lo que yace fuera de nosotros. Dios no es materia de pruebas sensorias o de una demostración colectiva. Dios no es el prodigioso y terrible torbellino, ni el terremoto, ni el fuego. Mientras mantengamos semejante punto de vista, mantendremos un freno dentro de nosotros mismos, y no podremos entender algo que es de una tremenda importancia. ¿Por qué ha de ser esto así? Por lo visto, no podemos comenzar partiendo de las pruebas externas, desde el lado fenoménico, no podemos, por los sentidos, llegar a un ‘lugar’ de entendimiento; pero nos demos o no cuenta de ello nuestra mente sensual está siempre tratando de hacerlo. ‘Ahí donde la criatura termina, ahí comienza Dios’. Eckhart dice que toda liberadora verdad interior, toda visión que precisemos, aparte de los hechos y de las verdades externas de las cosas, es algo ‘innato en nosotros’. Es un asunto interno, y, primero, tenemos que darnos cuenta de que está en nosotros mismos. Sin embargo, esto es mucho más difícil de entender de lo que ordinariamente imaginamos, pues nacemos y nos nutrimos en la sensación; así, no podemos dejar de pensar en términos sensuales. La sensación —lo sensorio— es nuestra madre. Es muy difícil sobreponerse a ella. Nuestro incesto con la materia es universal. Para nosotros, la prueba más importante y convincente yace siempre fuera, en los sentidos. Y vemos nuestra salvación en aquella clase de verdad; por lo tanto, la vemos en algún gran descubrimiento, en algún hecho. No podemos entender el significado psicológico de una declaración como ésta: “Porque en esperanza somos salvos; más la esperanza que se ve no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?” (Romanos, 8-24) 1

  1. Nicoll TEMPO VIVO[]