ANTONIO ORBE — CRISTOLOGIA GNÓSTICA
Harmonia entre os mistérios
- 1. Judeus e ebionitas
- 2. Marcion
- 3. Gnósticos
Los eclesiásticos de tonalidad asiática — singularmente Ireneo — descubrían el sentido de su vida, síntesis y paradigma de la humana economía de la salud, en el progreso dinámico, deificante, del cuerpo de Jesús. Todos los misterios, desde la encarnación hasta la ascensión, persiguen la madurez del hombre; homo (= humus) en su ser primero e inicial, deus (= spiritus) en su definitivo y último. Jesús adelanta en su carne lo que desde el cielo alcanzará sobre la Iglesia. Hay que leer a lo largo del Evangelio, en lenguaje histórico, la victoria paulatina del Espíritu de Dios sobre la caro: a) personalmente fácil, instantánea, desde Nazaret; b) físicamente ardua y lenta hasta el Jordán; más rápida desde el bautismo hasta la muerte, y total en la resurrección. El magisterio doctrinal, destinado a la Iglesia, transcurre, paralelamente, entre límites más reducidos de tiempo.
Los gnósticos son más complejos. La existencia histórica de Jesús responde, a contrario, a su preexistencia divina en el seno de Dios. Lo que, como Hijo de Dios, vivió en tiempo y espacio secular (aionos) con arreglo al desarrollo a maiore ad minus de sus perfecciones (= eones), se refleja a minore ad maius en los años de su existencia visible. Jesús vivió en paradigma las perfecciones que in forma servi había de realizar entre mortales. Al leer, a través de las partes del «cuerpo de la verdad» (resp. en su jerarquía y dependencia), el proceso desde el Noûs hasta Sophia, el gnóstico era capaz de intuir el desarrollo íntimo de Jesús desde Sophia hasta el Noûs en su existencia visible. Todo miraba a la economía del pneuma (resp. semen spiritus); infante al aparecer en el mundo, maduro y perfecto al renacer con la gnosis a Dios.
El drama de Jesús se desliza en función del pneuma oculto en su persona, primicias de los escogidos; y a nivel secundario, en función del alma, escondida, asimismo, en El, primicias de los llamados. La vida sensible no afecta directamente a la persona del Hijo unigénito de Dios, sino a las iglesias primicialmente asumidas por El y en El «salvas». Excluida la salas carnis, los gnósticos perseguían, a través de las apariencias, el misterioso proceso del alma y espíritu (femenino) de Jesús según las leyes físicas (resp. históricas) de la materia. Por comunión personal con el cuerpo (sensible), la historia terrena repercutía en el proceso del alma y del espíritu de Jesús; aunque no sólo el cuerpo, vehículo transitorio condenado a deshacerse, sino la propia alma, quedase excluida de la perfección última (resp. salus) destinada al hombre.
El enlace de los misterios sensibles de Jesús hay que buscarlo en las etapas del «semen spiritus» asumido por el Hijo de Dios, y suavemente llevado desde el estadio primero infantil hasta su madurez con la gnosis.
Directamente invisible, tradúcese, a lo largo del Evangelio, por fenómenos jerárquicamente escalonados conforme a dos puntos de vista: 1) el individual de Jesús, paradigma de la vida interna del homo spiritualis; 2) el social, paradigma del Evangelio anunciado al mundo. Jesús realiza en sí, con eficacia para las iglesias por El asumidas, el Evangelio del Padre.
El Salvador no tenía por qué romper con el Antiguo Testamento, que, leído en clave espiritual, anunciaba probablemente — según los grandes gnósticos — todos los misterios de la existencia visible del Hijo. De ahí el recurso a la Ley y los Profetas, atemperado escrupulosamente, como entre los evangelistas, para unir el vaticinio con el cumplimiento.
Asimismo, por mucho que exaltaran los heterodoxos la «iluminación», en la cual venían a resumirlo todo — nacimiento, bautismo, muerte, resurrección, salud plena — , otorgaban a los misterios de la vida de Jesús el mismo relieve histórico que los eclesiásticos, más allegados a la letra. Todos tenían su eficacia y significación peculiar. El bautismo era bautismo, y la transfiguración, transfiguración, y la muerte, muerte. Así como el cautiverio era cautiverio, y la redención, redención, y la victoria sobre el Thanatos, realísima victoria. Pudo el Salvador haber resumido en un discurso, destinado a larga tradición, la doctrina de la salud; como lo haría, durante la vida gloriosa, en sus revelaciones a discípulos privilegiados. Mas antes quiso hablar con su ejemplo y obras a lo largo de treinta y más años, acentuando el sentido lineal del proceso histórico reclamado por el régimen terreno. La gnosis requiere historia entre hombres sujetos a ella. Entre los mortales, los hechos sensibles del Hijo significan más que son; pero no por eso dejan de ser. Si la vertiente histórica del Evangelio mereciese desestima a los grandes herejes del siglo u, habríanlo delatado en su exégesis. El respeto a la letra denuncia todo lo contrario, así como la habilidad con que supieron levantarse sobre la letra, otorgando una dimensión de honda e insospechada doctrina a circunstancias históricamente preteribles.