Gnosticismo — FRANSCISO CARCÍA BAZÁN
Conversão
Pues bien, este reencuentro consigo mismo, una vez cumplido, es el Sí-Mismo eterno e inmutable y esta recuperación de la Realidad como un reingreso en aquello de lo que el hombre se alejó, la vuelta al punto de partida verdadero. Según los gnósticos la recuperación se cumple de acuerdo con una doble perspectiva: individual y colectiva, aunque el fin, en última instancia coincide, ya que en el nivel espiritual las diferencias cuantitativas quedan eliminadas. Existe un centro perdurable desde el que vibra todo lo durable; el retorno, por consiguiente, será la recuperación de ese centro inmutable, al que no ponen en peligro el cambio ni la debilitación. El llamado del Salvador será siempre una exhortación a experimentar aquellas etapas fundamentales que él ha realizado, o sea, a seguir el camino de la interiorización, espiritualización o conversión. Y, evidentemente, él ha cumplido aquella escala de perfeccionamiento, pues sus mismos testimonios han mostrado que participó de aquella firmeza espiritual.
Es posible que en el encuentro de tradiciones religiosas y culturales diferentes y que según los mayores o menores recursos intelectuales de los creyentes particulares, las palabras de un destino último equivalente (epistrofé / metánoia; retorno / conversión / arrepentimiento) hayan oscurecido su significación esencial y que, entonces, las polémicas se agudicen en torno a ellas, como si se tratara de nociones diversas.
El ejemplo de PLOTINO en Enn. II, 9,6 in initio es proverbial, aunque E.V. 35,23, dice: “este retorno, sin embargo, es llamado conversión”. Del mismo modo el Cuarto tratado del Codex Jung, 81,20, utiliza como sinónimos los términos epístrofe y metánoia. Si placet, ZANDEE, J , The Terminology of Plotinus and of some Gnostic writings, mainly the 4th. Treatise of the Jung Codex, 1961, p. 36.
Sin embargo, en cualquiera de estos casos se advierte una misma intención última. En “arrepentimiento” privan las notas del sentimiento, pero, sin duda, su móvil es espiritual. En “conversión”, en cambio, se subraya más la concordancia entre el llamado y la respuesta y se muestra, consecuentemente, la coincidencia de un centro esencial, al par que la estabilidad del centro, subraya el momento de la recuperación o vuelta hacia la verdadera realidad. El gnóstico, en cualquier momento de su historia o de la historia, puede cumplir este acto fundamental, en el instante en que su pneuma brille sin trabas. El retorno, así, tiene un sentido ontológico que lo hace aparecer como una quiebra o apertura vertical dentro del proceso temporal. Pareciera, sin embargo, también, que el gnóstico preocupado comunitariamente, hubiera insistido en oportunidades sobre la recuperación pneumática universal, esperando para ello el fin del mundo. Pero, sin duda, la referencia habrá ds ser a la conclusión del mundo del engaño, el que siempre es el destinatario de las diatribas del gnóstico y el que, con celo apostólico, quiere destruir: pero no el mundo por construir sobre la base de la imagen cósmica, del que nada dice. Efectivamente, el tiempo como realidad psíquica, en vano podría servir como instrumento soteriológico responsable, sino que a lo más, purificado de que tal sea su finalidad (y así no será ya otro elemento más de encierro), mostrará la eternidad, como su reflejo. Creemos que es también la distinción entre la estructura de un cosmos contingente y la de otro, que al sobrevalorarlo lo torna ilusorio, en relación con el verdadero mundo o el espiritual, la que ha permitido que en algunas familias gnósticas aparezcan imbricados elementos transmigratorios en su doctrina soteriológica y que, coherentemente, se dé en ellos una metafísica de la historia, más que una teología de la historia, o “historia de la salvación”, y una recuperación o retorno espiritual, más que una escatología transhistórica.
GARCIA BAZÁN, F., “¿Escatología en la Gnosis?”, en Stromata 1/2, 1970, pp. 99-106, en la línea de PUECH, “Gnosis and Time” en CAMPBELL, J., (ed.) pp. 38-84. Ver también ahora, TARDIEU, M., Trois Mythes Gnostiques, pp. 49 y ss. Para los testimonios sobre la transmigración entre los gnósticos, véase ORBE, A., Cristologia Gnóstica, II, pp. 573 y ss.