Corbin(Sohrawardi) – Livro de Zoroastro

Cosmologia Mazdeísta — O Livro de Zoroastro

Henry Corbin: Corpo Espiritual e Terra Celeste

En los dos casos que acabamos de analizar vemos que la intención y el esfuerzo del alma tienden a configurar y a realizar la Tierra celeste, para permitir así la epifanía de los seres de luz. Se trata de alcanzar la Tierra de las visiones, in medio mundi, allí donde los acontecimientos reales consisten en las propias visiones. Y éstos son precisamente los acontecimientos que describen los Relatos en torno a la investidura profética de Zaratustra. El Zaratusht-Nama (El Libro de Zoroastro, en adelante Z. N.) nos lo señala con una indicación de una simplicidad sublime: “Cuando Zaratustra cumplió los treinta años, sintió el deseo de Eran-Vej y fue en su busca con algunos compañeros, hombres y mujeres” . Sentir el deseo de Eran-Vej es desear la Tierra de las visiones, es llegar al centro del mundo, la Tierra celeste donde tiene lugar el encuentro de los Santos Inmortales. En realidad, los episodios que indican el avance y la entrada de Zaratustra y de sus compañeros en Eran-Vej, el momento del tiempo en el que se efectúa esta entrada, no son ni acontecimientos externos ni fechas cronológicas: son episodios e indicaciones hierofánicas.

Los paisajes y los acontecimientos son perfectamente reales, y sin embargo no se pueden rastrear ni en la topografía positiva ni en la historia cronológica. Paisajes e indicaciones topográficas aluden a una geografía imaginal, del mismo modo que los acontecimientos pertenecen a una historia imaginal. Ésta es “hiero-historia”, porque sus acontecimientos son hierofanías, y las hierofanías no constituyen esencialmente una historia material, sino una historia Imaginal. Una aclaración esencial: el acceso a Eran-Vej señala la ruptura con las leyes del mundo físico. Una gran extensión de agua obstaculiza a este pequeño grupo pero, guiados por Zaratustra, todos la atraviesan sin quitarse siquiera la ropa: “Como el navío se desliza sobre las olas, así caminaron por la superficie del agua” (Z. N., cap. XVI). Dado que corresponde al espacio hierofánico, el Tiempo tampoco es el tiempo profano con fechas que se pueden situar en los calendarios de la historia (aunque se haya intentado hacerlo). La llegada a Eran-Vej, la Tierra de las visiones in medio mundi, tiene lugar el último día del año (la víspera de Naw-Ruz, y en la teosofía chiíta, la parusía del Imam oculto se produce también el primer día del año, en Naw-Ruz). Ahora bien, cada mes mazdeísta, así como todo el resto del año, es homólogo del Aion, el gran ciclo del Tempo-de-largo-dominio. La “fecha” es aquí una indicación hierofánica: anuncia el final de un milenio, el alba de un período nuevo (más adelante veremos también que la Tierra celeste de Hurqalya está en el límite del Tiempo y del Aevum). Por eso la primera teofanía tiene lugar el día 15 del mes de Urdibihisht, que corresponde al corte mediano de los XII milenios, es decir, al momento en que la Fravarti (la entidad celeste) de Zaratustra fue enviada a la Tierra. Aquí las fechas corresponden a un ciclo litúrgico que conmemora y repite los “acontecimientos en el Cielo”.

Ahora, vemos que Zaratustra abandona a sus compañeros. Alcanza el río Daiti, en el centro de Eran-Vej (Z. N., pág. 25, nota 6: Zat-spram = Zsp. II, 6), en cuyas orillas nació. Vuelve pues al origen, al mundo arquetipo, preludio necesario para la visión directa de las Potencias de luz arquetípicas. Está allí, solitario en la orilla del inmenso río sin fondo dividido en cuatro brazos. Penetra en él sin temor, sumergiéndose un poco más en cada uno de los cuatro brazos del río (Z. N., cap. XX). La tradición zoroástrica fue tan consciente de que éste era un acontecimiento psico-espiritual que aplica a los datos externos el procedimiento del tawil, la exégesis esotérica de los Espirituales del Islam para devolver el Acontecimiento a la realidad espiritual que lo configura. Según esta tradición, la travesía de los cuatro brazos del río Daiti equivale a la realización mental de la totalidad del Aion: representa a Zaratustra redivivus en la persona de los tres Saoshyants surgidos de su Xvarnah, que realizarán la transfiguración del mundo (Z. N., cap. XXI; Zsp. XXI, 7).

Y cuando se produce la primera teofanía, cuando se hace nítida la visión del Arcángel Bahman (Vohu Manah), de una belleza impresionante, “resplandeciente a lo lejos como el sol, y vestido con un traje de luz”, el Arcángel ordena a Zaratustra que se despoje de su vestido, es decir, de su cuerpo material, de los órganos de la percepción sensible, para poderlo conducir a la presencia deslumbrante de la tearquía divina de los Siete. El diálogo se inicia como el diálogo entre Hermes y su Noûs, Poimandres. El Arcángel pregunta: “Dime tu nombre, lo que buscas en el mundo y a qué aspiras”. En compañía del Arcángel, Zaratustra permanece extasiado en presencia del Concilio arcangélico. Una nueva precisión de fisiología mística: en cuanto entra en la asamblea de los seres Celestes, Zaratustra cesa “de ver la proyección de su propia sombra en el suelo, a causa del resplandeciente esplendor de los Arcángeles” (Zsp. XXI, 13). Desprenderse del “vestido material” es anticipar el estado del Cuerpo de luz o de resurrección, pura incandescencia diáfana de Luces arcangélicas; y esta pura incandescencia los alcanza sin proyectar ninguna sombra, porque son a su vez fuente de luz. No hacer sombra, ésta es la propiedad del cuerpo glorioso, significa estar en el centro. Y todo esto quiere decir que los acontecimientos que tienen lugar en tierra de Eran-Vej tienen como sede y órgano el cuerpo sutil de luz.

Finalmente, las teofanías tienen lugar en las altas cumbres de esta Tierra. El Avesta menciona la montaña y el bosque de los encuentros sagrados. Algunas tradiciones tardías han identificado esta montaña con algunas montañas de la geografía positiva; anteriormente hemos tratado de establecer el sentido de la operación mental necesaria para esta homologación. Mencionemos aquí más bien la indicación de textos pahlevis que se refieren sobre todo a dos de estas montañas que fueron los escenarios de estas teofanías: Hukairya, la montaña de las Aguas esenciales, allí donde crece el Haoma blanco, la planta de inmortalidad, y la montaña de la aurora, aureolada por la Luz-de-Gloria en el preciso momento en que para el alma surge la aurora de su vida celeste. Luego podemos asegurar que los éxtasis de Zaratustra tienen lugar precisamente allí donde la visión interior anticipa la escatología individual. Las cumbres de la Tierra de las visiones son las cumbres del alma. Las dos Formas imaginales, las dos Imágenes-arquetipos, Imago Terrae e Imago Animae, se corresponden: la montaña de las visiones es la montaña psico-cósmica.