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Esto supone que los modelos son perfectamente conformes a sus Prototipos celestes y que el artista se conforma él mismo, a esos modelos. Una tal conformidad no es realizable más que en un ambiente tradicional, como el de la Edad Media, o en el ambiente carismático de la Iglesia Oriental. El artista es o bien un «monje iconográfo» o bien un «iniciado» al Arte Real (Regio), un «constructor (maçon) operativo», uno y otro ejecutando su arte según las Reglas canónicas y bajo la autoridad de los teólogos o del Maestro de Obra. 1042 Abbé Henri Stéphane: VARIOS ESCRITOS SOBRE ARTE

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La utilización del Ave María –o del Rosario– en tanto que oración espiritual aparece como medio susceptible de crear en el alma esta receptividad a la gracia: es la aplicación al microcosmo humano del Fiat Lux cosmogónico del Génesis que viene a «organizar el caos», o del misterio de la Encarnación, descendiendo el Verbo, Luz del mundo, al seno virginal de María para engendrar en él a Cristo. Según la primera perspectiva, el alma humana, en su estado de caída o de «separatividad», es un caos caracterizado por el endurecimiento, la dispersión, la torpeza, la distracción, la fealdad, etc., siendo todo ello contrario a las virtudes espirituales de pureza, bondad y humildad de la sustancia primordial. 77 Abbé Henri Stéphane: SOBRE LA VIRGEN

Esta última proposición –«yo era un tesoro oculto y he querido ser conocido; por eso he creado el mundo»– proporciona la clave y el fundamento ontológico de lo sagrado: el mundo. no se trata del «mundo» en el sentido neotestamentario, donde esta palabra designa el reino de Satán, «príncipe de este mundo». se trata del mundo (mundus=puro) saliendo de las manos del creador o también o también del Cosmos, del «caos organizado» por el Fiat Lux («Sea la luz», primera palabra de Dios al comienzo del Génesis.). Este mundo es esencialmente sagrado, pero no en el sentido de «puesto aparte» que esta palabra tomará después en razón de la Caída y la desacralización progresiva del Cosmos (A menos de considerar el «caos organizado», el Cosmos, como una sacralización (primordial) del caos de las posibilidades, una «puesta aparte» de las posibilidades de manifestación por relación a la nada. En este sentido, la existencia es sagrada.). 251 Abbé Henri Stéphane: EL SENTIDO DE LO SAGRADO

3. El Arte profano, propiamente dicho, característico del mundo moderno, no es más que la expresión del individualismo o del colectivismo contemporáneos. Cuando refleja los bajos fondos del siquismo inferior del hombre, su inspiración es más o menos demoníaca, o cuando menos infrahumana. Se esfuerza generalmente en «romper las formas» para hundirse en lo informe, expresando así el caos del mundo moderno. 1048 Abbé Henri Stéphane: VARIOS ESCRITOS SOBRE ARTE

La Ciencia y el Arte sacros son de origen suprahumano, pero la ciencia y el arte profanos son de origen infrahumano, ya que el hombre solo no existe, y una de las grandes ilusiones del humanismo moderno es el haber olvidado que el hombre se sitúa siempre entre el ángel y el demonio. Existen, naturalmente, grados en lo infrahumano como los hay en lo suprahumano, pero lo que importa subrayar es que la inspiración, de la que se habla por todas partes sin hacer ninguna distinción, puede ser «celeste» o «infernal», y esto, como hemos dicho, en diversos grados. Así, las formas más aberrantes del arte moderno, que no expresan más que el caos actual del alma y del medio, son de inspiración diabólica; el arte publicitario, que no hace más que explotar las pasiones humanas, lo es en su grado menor. En el otro ámbito, la inspiración de los iconógrafos bizantinos es celeste, la de los artistas todavía religiosos del Renacimiento ya lo es menos (Es evidente que, para un individuo o una colectividad dada, hay generalmente una mezcla de «influencias celestes» y de «influencias infernales».). 1058 Abbé Henri Stéphane: VARIOS ESCRITOS SOBRE ARTE

El tema de la luz, del que hemos celebrado la fiesta el 2 de febrero, está presente en toda la Escritura. Se le encuentra en el origen de la Creación cuando la Palabra de Dios, el Verbo divino, ordena el caos primordial por el Fiat Lux: ¡que la luz sea! Y no se trata evidentemente de la luz del sol que no ha sido creado hasta el cuarto día. El mismo tema se encuentra en el Prologo de san Juan: el Verbo es la verdadera luz que ilumina todo hombre y san Juan comienza su primera epístola por estas palabras: «El mensaje que Jesús nos ha hecho oír, y que nosotros os anunciamos, es que Dios es luz, y que no hay en él tiniebla alguna» (1 Juan I,5). En el Apocalipsis, la Nueva Jerusalén está descrita como «una ciudad que no tiene necesidad ni de sol ni de la luna para iluminarla, ya que la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su candelabro» (Apoc. XXI, 23) 1089 Abbé Henri Stéphane: La Iluminación

La utilización del Ave María –o del Rosario– en tanto que oración espiritual aparece como medio susceptible de crear en el alma esta receptividad a la gracia: es la aplicación al microcosmo humano del Fiat Lux cosmogónico del Génesis que viene a «organizar el caos», o del misterio de la Encarnación, descendiendo el Verbo, Luz del mundo, al seno virginal de María para engendrar en él a Cristo. Según la primera perspectiva, el alma humana, en su estado de caída o de «separatividad», es un caos caracterizado por el endurecimiento, la dispersión, la torpeza, la distracción, la fealdad, etc., siendo todo ello contrario a las virtudes espirituales de pureza, bondad y humildad de la sustancia primordial. 77 Abbé Henri Stéphane: SOBRE LA VIRGEN