Juli Peradejordi — Cabala
Las doctrinas secretas en el judaismo anteriores a la Kábbala: Bereschit y Merkabah
En los primeros siglos de nuestra era, especialmente en los círculos talmudistas, existían dos doctrinas esotéricas que volveremos a encontrar en el seno de la Kábbala.
El Talmud (Haguigah n — 1) hace ya alusión a la doctrina del Bereschit referida al misterio de la Creación, así como a la de la Merkabah, a propósito del Carro Divino que aparece en Ezequiel -1.
Nos ha llegado también un número considerable de datos sueltos sobre estas doctrinas proporcionados por algunos midrashim. Jacobo Gaffarel, por su parte, apoyándose en Pico della Mirandola y en los “profundos cabalistas” anteriores a él, afirma que existe una “Cábala del Bereschit” y una “Cábala de la Merkabah”.
“La primera de ellas -escribe nuestro autor-, contiene dos secciones; una trata de las fuerzas ocultas del Universo; la otra busca las leyes que rigen nuestro mundo sublunar.”
Y más adelante:
“La Cábala de la Merkabah no es sino la teología simbólica o mística, la ciencia contemplativa de las cosas sublimes y divinas.”
El relato de la Creación o Bereschit se presenta como una cosmogonía, mientras que el del Carro o Merkabah aparece como una teogonia. Profundizando en ellos, se ve, sin embargo, que se refieren a dos aspectos de un mismo misterio, el del conocimiento y la unificación de Dios en el hombre regenerado, misterio sobre el que nos extenderemos más adelante.
La Kábbala del Bereschit encuentra quizás su expresión más genuina en el Sepher Yetzirah y en el Zohar; la de la Merkabah en los Helakoth.
El término Merkabah, a pesar de referirse a la visión del Carro, no aparece sin embargo en Ezequiel, sino en los Paralipómenos o Crónicas: “el modelo del carro” y, sobre todo, en el Eclesiástico. Sabemos gracias a este libro, que se refiere a la visión de Ezequiel:
“Ezequiel contempló la visión de gloria que él (el Señor) le enseñó en el carro de los Querubines.” (XLIX-8)
En los Helakoth, escritos místicos prekabbalísticos, se hacía ya alusión a la mística de la Merkabah. Estos textos contienen instrucciones precisas para aquellos que desean obtener la visión extática de las celestes regiones de la Merkabah, describiendo el viaje extático que el hombre realiza a través de los siete cielos y los siete Palacios (Helakoth), hasta llegar ante el Trono de Dios.
Las Helakoth son de un carácter eminentemente mágico, y revelan en cada una de las estaciones atravesadas por el místico, los misterios de las cosas celestes y secretas de la Creación y de los ángeles. Al final de esta visión beatífica, el místico puede ver “la Gran Gloria” o “la Gran Fuerza” de la que nos hablan algunos apócrifos y algunas leyendas judías, con la que es peligroso entrar en contacto sin la preparación adecuada.
Una antigua leyenda judía explica que un niño estaba leyendo en casa de su maestro el Libro de Ezequiel, y entendió qué era el Hashmal, término misterioso que San Jerónimo traduce por “electrum”; inmediatamente, apareció un fuego que venía del Hashmal y lo consumió.
El misterio del Hashmal, al que los kabbalistas parecen tener el mayor respeto, es el punto más oscuro del Libro de Ezequiel; sin duda es también el objeto de la Cábala de la Merkabah. Encontramos pocas alusiones claras a él en los libros de los kabbalistas, que casi siempre hablan por sobreentendidos, pero toda la Cábala de la Merkabah gravita en torno a este misterio.
Los adeptos de la mística de la Merkabah se llamaban Iordé Merkabah, “aquellos que descienden hacia el carro”. Este descenso iba precedido por varios años de preparación, meditación y estudio, prácticas en las que entraban incluso disciplinas como la quiromancia, la astrología o la fisiognomia.
Antes de proceder al descenso mágico, el místico solía efectuar unos ayunos rituales acompañados de plegarias y de letanías protectoras. Luego, el alma atravesaba los siete cielos y los siete palacios venciendo la hostilidad de los arcontes, burlando el celo de los porteros, y alcanzaba la contemplación de la Gloria del Rey en su Palacio Cerrado, gracias a la pureza alcanzada en las prácticas preparatorias y a la Magia Teúrgica.
Este mismo proceso, que podemos encontrar en las Helakoth Rabbati (caps. XV y XXIII), aparece en la Kábbala del Sepher Yetzirah y en algunos de sus comentarios.