En el exoterismo (la practica externa) la belleza apenas es un “consuelo sensible”, e incluso se la considera como una espada de doble filo, una invitación al pecado y una concesión indigna de un perfecto asceta; ello implica que el ascetismo – el renunciamiento a cuanto la Tierra puede ofrecernos de agradable – es el único camino que conduce a Dios. 454 Abbé Henri Stéphane: NOTA SOBRE LA ORACIÓN