La conclusión a sacar de estas consideraciones es que hay tantas «Tierras Santas» particulares como formas tradicionales regulares existen, puesto que representan los centros espirituales que corresponden respectivamente a esas diferentes formas; pero, si el mismo simbolismo se aplica uniformemente a todas esas «Tierras Santas», es que esos centros espirituales tienen todos una constitución análoga, y a menudo hasta en los detalles más precisos, porque son otras tantas imágenes de un mismo centro único y supremo, que es verdadera y únicamente el «Centro del Mundo» pero del que toman sus atributos, participando de su naturaleza por una comunicación directa en la cual reside la ortodoxia tradicional, y representándolo efectivamente de una forma más o menos exterior para tiempos y lugares determinados. En otras palabras, existe una «Tierra Santa» por excelencia, prototipo de todas las demás, centro espiritual al cual todos los demás centros están subordinados, sede de la Tradición primordial de la que todas las tradiciones particulares se derivan por adaptación a tales o cuales condiciones definidas, que son las de un pueblo o las de una época. Esta «Tierra Santa» por excelencia es la «región suprema» según el sentido del término sánscrito Paradesha, del que los Caldeos han hecho Pardes y los Occidentales Paradis; es en efecto el «Paraíso terrenal», que es el punto de partida de toda tradición, que tiene en su centro la fuente única de la que parten los cuatro ríos hacia los cuatro puntos cardinales (NA: Esta fuente es idéntica a la «fuente de enseñanza» a la que hemos tenido la ocasión de hacer diferentes alusiones (NA: ver p. 29).) y que es también la «morada de inmortalidad» como es fácil de comprender remontándose a los primeros capítulos del Génesis. (NA: Es por eso que la «fuente de enseñanza» es al mismo tiempo la «fuente de la juventud» (NA: fons juventutis), porque el que bebe es liberado de la condición temporal; ella está además situada al pie del «Árbol de la Vida» (NA: ver más adelante nuestro estudio sobre El lenguaje secreto de Dante y de los «Fieles de Amor») y sus aguas se identifican evidentemente con el «elixir de la larga vida» de los hermetistas (NA: la idea de «longevidad» tiene aquí el mismo significado que en las tradiciones orientales), o del «brebaje de inmortalidad», el cual es objeto de diferentes denominaciones.) ESOTERISMO CRISTIANO: LOS GUARDIANES DE TIERRA SANTA
Es evidente que el papel de defensores es, por hablar en el lenguaje de la tradición hindú, una función de los Kshatriyas; y precisamente toda iniciación «caballeresca» está esencialmente adaptada a la naturaleza propia de los hombres que pertenecen a la casta guerrera, es decir la de los Kshatriyas. De ahí proceden las características especiales de esta iniciación, el simbolismo particular del que hace uso, y particularmente la intervención de un elemento afectivo designado muy explícitamente por el término «Amor»; nos hemos explicado suficientemente ya en otras ocasiones para no tener que detenernos más. (NA: Ver más adelante el cap. V: El lenguaje secreto de Dante y de los «Fieles de Amor».) Pero en el caso de los Templarios, hay algo más a considerar: aunque su iniciación ha sido esencialmente «caballeresca», como convenía a su naturaleza y a su función, tenían un doble carácter, a la vez militar y religioso; debía ser así si estuvieron, como tenemos razones para pensarlo, entre los «guardianes» del Centro supremo, en donde la autoridad espiritual y el poder temporal están reunidos en su principio común, y que comunica la marca de esta reunión a todo lo que le atañe directamente. En el mundo occidental, todo lo espiritual toma forma específicamente religiosa, los verdaderos «guardianes de Tierra Santa», en cuanto que tuvieron una existencia de alguna manera «oficial», debían ser caballeros, pero caballeros que fuesen monjes al mismo tiempo; y efectivamente, esto es lo que fueron los Templarios. ESOTERISMO CRISTIANO: LOS GUARDIANES DE TIERRA SANTA
Bajo el título: Il linguaggio segreto di Dante e dei «Fedeli d’Amore» (NA: Roma, Biblioteca di Filosofia e Scienza, Casa editrie «Optima» 1928.) el Sr. Luigi Valli, a quien se deben ya numerosos estudios sobre el significado de la obra de Dante, ha publicado una nueva obra que es demasiado importante para que nos contentemos en señalarla con una simple nota bibliográfica. La tesis que se sostiene puede resumirse brevemente en esto: las diversas «damas» celebradas por los poetas se relacionan con la misteriosa organización de los «Fieles de Amor»; desde Dante, Guido Cavalcanti y sus contemporáneos hasta Boccaccio y Petrarca, no son mujeres que hayan vivido realmente sobre esta tierra sino que, bajo diferentes nombres, son una sola y misma «Dama» simbólica que representa la Inteligencia trascendente (NA: Madonna Intelligenza de Dino Compagni) o la Sabiduría divina. En apoyo de esta tesis, el autor aporta una documentación formidable y un conjunto de argumentos capaces de impresionar a los más escépticos; muestra claramente que las poesías más ininteligibles en sentido literal se convierten en perfectamente claras con la hipótesis de una «jerga» o lenguaje convencional del que ha llegado a traducir los principales términos; y evoca otros casos, particularmente el de los Sufís persas, en que un sentido similar ha sido igualmente disimulado bajo la apariencia de una simple poesía de amor. Es imposible resumir toda esta argumentación basada sobre textos precisos que le dan todo su valor; no podemos sino remitir a aquellos a los que les interesa el tema, al propio libro. ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Es verdaderamente lamentable que el autor esté falto de ciertos datos tradicionales, de un conocimiento directo y por así decirlo «técnico» de las cosas que trata. Eso es lo que le ha impedido reconocer claramente el alcance propiamente iniciático de nuestro estudio sobre El esoterismo de Dante (NA: p. 19), siendo así que no ha comprendido qué poco importa, desde el punto de vista en que nos situábamos, que tales «descubrimientos» fuesen debidos a Rosetti, a Aroux o a cualquier otro, puesto que no los citábamos más que como «punto de apoyo» para consideraciones de un orden bien diferente; se trataba para nosotros de doctrina iniciática, no de historia literaria. A propósito de Rosetti, encontramos bastante extraña la aserción según la cual él habría sido «Rosacruz» (NA: p. 16); los verdaderos Rosacruces, que además no fueron para nada de «descendencia gnóstica» (NA: p. 422), habían desaparecido del mundo occidental bastante antes de la época en que aquél vivió; incluso si estuvo relacionado con alguna organización pseudorosacruciana como hay tantas, ésta, ciertamente, no tenía en ningún caso trato con ninguna tradición auténtica que comunicarle; por lo demás, su primera idea de no ver más que un sentido político va tan claramente como es posible, al encuentro de una hipótesis parecida. El Sr. Valli no tiene del Rosacrucianismo más que una idea superficial y del todo «simplista», y no parece sospechar el simbolismo de la cruz (NA: p. 393), como tampoco parece haber comprendido bien el significado tradicional del corazón (NA: PP. 153-154), referido al intelecto y no al sentimiento. Digamos, sobre este último punto, que el cuore gentile de los «Fieles de Amor» es el corazón purificado, es decir, vacío de todo lo que concierne a los objetos exteriores, y por ello mismo apto para recibir la iluminación interior; lo que es de resaltar, es que se encuentra una doctrina idéntica en el Taoísmo. ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Este defecto es la confusión constante de los puntos de vista «iniciático» y «místico», y la asimilación de las cosas de que trata a una doctrina «religiosa», mientras que el esoterismo, incluso si toma su base en las formas religiosas (NA: como es el caso de los Sufís y de los «Fieles de Amor»), pertenece en realidad a un orden completamente diferente. Una tradición verdaderamente iniciática no puede ser «heterodoxa», calificarla así (NA: p. 393), es invertir la relación normal y jerárquica entre lo interior y lo exterior. El esoterismo no es contrario a la «ortodoxia» (NA: p. 104) aun entendida simplemente en sentido religioso; está por encima y más allá del punto de vista religioso, lo que evidentemente no es del todo la misma cosa; y, de hecho, la acusación injustificada de «herejía» no fue a menudo más que un medio cómodo para desembarazarse de gente que podía ser molesta por otros motivos distintos. Rosetti y Aroux no han cometido el error de pensar que las expresiones teológicas de Dante recubrían alguna otra cosa, sino solamente creer que debían interpretarlas «al revés» (NA: p. 389); el esoterismo no se superpone al exoterismo, ni se opone, puesto que no está sobre el mismo plano, y da a las mismas verdades, por transposición a un orden superior, un sentido más profundo. Sin duda, encontramos que Amor es la transposición de Roma; (NA: A título de curiosidad, si se escribe esta simple frase: «In Italia è Roma» y se la lee al revés, se convierte en: «Amore ai La tini»; ¡el «azar» tiene a veces un ingenio sorprendente!) pero no es necesario concluir, como han querido hacer a veces, que lo que designa es la antítesis de Amor, sino más bien que Roma no es más que un reflejo o una imagen visible, necesariamente invertida como lo es la imagen de un objeto en un espejo (NA: y he aquí la ocasión de recordar el «per speculum in aenigmate» de San Pablo). Añadamos, en lo que concierne a Rosetti y Aroux y a algunas reservas que conviene hacer sobre ciertas de sus interpretaciones, que no se puede decir, sin arriesgarse a caer en los prejuicios de la crítica «positiva», que un método es «inaceptable por incontrolable» (NA: p. 389); sería necesario rechazar entonces todo lo que es obtenido por conocimiento directo, y particularmente por comunicación regular de una enseñanza tradicional, que es en efecto incontrolable… ¡para los profanos! (NA: Hay que creer que es muy difícil no dejarse afectar por el espíritu de la época: así, la calificación de ciertos libros bíblicos como «pseudo-salomonici» y «místico-platonici» (NA: p. 80) nos parece una lamentable concesión a la exégesis moderna, es decir, a esta misma «crítica positiva» contra la que el autor se revela con tanta razón.) ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
La confusión del Sr. Valli entre esoterismo y «heterodoxia» es tanto más sorprendente cuanto que ha comprendido, al menos mucho mejor que sus predecesores, que la doctrina de los «Fieles de Amor» no era de ningún modo «anticatólica» (NA: era incluso, como la de los Rosacruces, rigurosamente «católica» en el verdadero sentido de la palabra), y que no tenía nada en común con las corrientes profanas de las que debió salir la Reforma (NA: PP. 79-80 y 409). únicamente, ¿dónde ha visto que la Iglesia haya dado a conocer al vulgo el sentido profundo de los «misterios»? (NA: p. 101). Le enseña por el contrario tan poco que se puede dudar que en sí misma haya guardado consciencia de ellos; y es precisamente en esta «pérdida del espíritu» en lo que consistía la «corrupción» denunciada ya por Dante y sus asociados. (NA: La cabeza de Medusa, que convierte a los hombres en «piedras» (NA: palabra que juega un papel muy importante en el lenguaje de los «Fieles de Amor»), representa los misterios divinos (NA: según los sufis) que se convierten en serpientes, tornadas evidentemente en sentido desfavorable pues, en el otro sentido, la serpiente es también un símbolo de la Sabiduría.) La más elemental prudencia les recomendaba, cuando hablaban de esta «corrupción», no hacerlo en lenguaje claro; pero no es necesario concluir de ello que el uso de una terminología simbólica no tenga otra razón de ser que la voluntad de disimular el verdadero sentido de una doctrina; hay cosas que, por su misma naturaleza no pueden ser expresadas de otro modo que bajo esta forma, y este lado de la cuestión, que es con mucho el más importante, no parece haber sido considerado para nada por el autor. Aún hay un tercer aspecto, en cierta manera intermedio, que se trata con mucha prudencia en interés de la doctrina y no de los que la exponen, y es aquel que se refiere más particularmente al símbolo del vino para los Sufís (NA: cuya enseñanza, digámoslo de pasada, no puede ser calificada de «panteísta» más que por un error muy occidental); la alusión que se hace a este símbolo (NA: PP. 72 y 104) no indica claramente que «vino» significa «misterio», doctrina secreta o reservada, porque en hebreo iaïn y sod son numéricamente equivalentes; y para el esoterismo musulmán, el vino es la «bebida de la élite», que los hombres vulgares no pueden usar impunemente. (NA: La expresión proverbial «beber como un templario», que el vulgo toma en su sentido más groseramente integral, no tiene sin duda otro origen real: el «vino» que bebían los templarios era el mismo que bebían los kabbalistas judíos y los sufís musulmanes. Asimismo, la otra expresión «jurar como un templario» no es sino una alusión al juramento iniciático, desviada de su significado original por la incomprensión y la malevolencia profanas. Para comprender mejor lo que dice el autor en el texto, observaremos que el vino, en su sentido ordinario, es una bebida que no está permitida en el Islam, cuando se habla, pues, en el esoterismo islámico, de ella, debe entenderse como designando algo más sutil y, efectivamente, según las enseñanzas de Mohyiddin ibn Arabi, el «vino» designa la «ciencia de los estados espirituales» (NA: ilmu-al-ahwâl), mientras que el «agua» representa la «ciencia absoluta» (NA: al-ilmu-I-mutlac), la «leche» la «ciencia de las leyes reveladas» (NA: ilmu-ch-chrây’î) y la «miel» la «ciencia de las normas sapienciales» (NA: ilmu-n-nawâmis). Si advertimos, además, que estos cuatro «brebajes» son exactamente las substancias de los cuatro tipos de ríos paradisíacos según el Corán 47,17, nos daremos cuenta de que el «vino» de los sufís tiene, como las otras bebidas iniciáticas, otra substancialidad que la del líquido que le sirve de símbolo. (NA: Nota de M. Valsan).) ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
En cuanto a la «verdadera fe» de la que se ha hablado hace poco, es la que es llamada Fede Santa, expresión que como la palabra Amore, se aplica al mismo tiempo a la organización iniciática misma. Esta Fede Santa, de la que Dante fue Kadosch, es la fe de los Fedeli d’Amore; y también es la Fede dei Santi, es decir la Emounak de los Kadosch, como ya lo hemos explicado en El Esoterismo de Dante. Esta designación de los iniciados como «Santos», cuyo equivalente hebreo, es Kadosch se comprende perfectamente por el significado de los «Cielos» tal como lo acabamos de indicar, puesto que los Cielos son, en efecto, descritos como la morada de los Santos; debe ser relacionada con muchas otras denominaciones análogas, como la de Puros, Perfectos, Cátaros, Sufís, lkhwan-es-Safa, etc., ya que todas han sido tomadas en el mismo sentido y ello permite comprender lo que es verdaderamente la «Tierra Santa». (NA: Quizá no estaría de más subrayar por otra parte que las iniciales F.S. pueden leerse también Fides Sapientia, traducción exacta de la Pistis Sophfia gnóstica.) ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
La cuestión de la «Tierra Santa» podría también dar la clave de las relaciones de Dante y de los «Fieles de Amor» con los templarios; este es un tema que está tratado muy incompletamente en el libro del Sr. Valli. Éste considera las relaciones con los templarios (NA: PP. 423-426), así como con los alquimistas (NA: p. 248) como de una incontestable realidad, e indica algunas cosas interesantes, como por ejemplo la de los nueve años de prueba de los templarios con la edad simbólica de nueve años en la Vita Nuova (NA: p. 274); pero habría muchas otras cosas que decir. Así, a propósito de la residencia central de los templarios fijada en Chipre (NA: PP. 261 y 425), sería curioso estudiar el significado del nombre de esta isla, sus relaciones con Venus y el «tercer cielo», el simbolismo del cobre del que procede su nombre, cosas todas ellas que nosotros no podemos, por el momento, más que señalar sin detenernos. ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Antes de terminar estas puntualizaciones, nos es necesario decir algunas palabras sobre la interpretación de la Divina Comedia que el Sr. Valli ha desarrollado en otras obras y que resume simplemente en ésta: las simetrías de la Cruz y del Águila (NA: PP. 382-384), sobre las cuales está basada completamente, nos informan ciertamente de una parte del sentido del poema (NA: conforme, por otra parte, a la conclusión del De Monarquía); (NA: Cf. Autoridad espiritual y poder temporal, cap. VIII.) pero hay en éste otras cosas cuya explicación completa no puede hallarse aquí, como sería el empleo de los números simbólicos; el autor, que se equivoca, parece ver aquí una clave única, suficiente para resolver todas las dificultades. Por otra parte, el uso de estas «conexiones estructurales» (NA: pág. 388) le parece personal de Dante cuando, por el contrario, hay en esta «arquitectura» simbólica algo esencialmente tradicional que, a pesar de no haber formado parte de los modos de expresión habituales de los «Fieles de Amor» propiamente dichos, no por ello dejaban de existir en organizaciones mas o menos estrechamente emparentadas con la suya y se religaba con el arte de los constructores; (NA: Recordaremos la expresión masónica de «fragmento de arquitectura»; ella se aplica en el sentido más verdadero, a la obra de Dante.) parece, sin embargo, intuir estas relaciones en la indicación de la ayuda que podría proporcionar a las investigaciones de las que se trata el «estudio del simbolismo en las artes figurativas» (NA: pág. 406). Haría falta, por otra parte, tanto aquí como en todo el resto, dejar de lado toda preocupación «estética» (NA: pág. 389); se podrían descubrir entonces muchos otros puntos de comparación, a veces harto inesperados. ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Si nos hemos extendido tanto a propósito del libro del Sr. Valli, es que es de aquellos que, verdaderamente, merecen llamar la atención, y, si hemos señalado sobre todo las lagunas, es porque así podíamos indicarle a él o a otros nuevas vías de investigación susceptibles de completar felizmente los resultados alcanzados. Parece que ha llegado el momento en que se descubrirá finalmente el verdadero sentido de la obra de Dante; si las interpretaciones de Rossetti y de Aroux no fueron tomadas en serio en su época, no era sin duda porque los espíritus estuvieran menos preparados que hoy en día, sino porque estaba previsto que el secreto tenía que ser guardado durante seis siglos (NA: el Naros caldeo); el Sr. Valli habla a menudo de esos seis siglos durante los cuales Dante no ha sido comprendido, pero evidentemente sin ver en ello ningún significado particular, y ello prueba todavía más la necesidad, en estudios de esta índole, de un conocimiento de las «leyes cíclicas» tan completamente olvidadas por el Occidente moderno. (NA: Pensamos claramente en ciertas consideraciones contenidas en el muy curioso libro del Sr. Pierre sobre Le Secret de Nostradamus, París, 1927.) ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Hemos consagrado el capítulo precedente a la importante obra publicada en 1928 bajo ese título por el Sr. Luigi Valli; en 1931 nos sorprendió la súbita y prematura muerte del autor, del que esperábamos otros estudios no menos dignos de interés, pues nos dejó un segundo volumen con el mismo título que el primero, conteniendo, con las respuestas a las objeciones que habían sido hechas a la tesis sostenida en aquél, un cierto número de notas complementarias. (NA: Il linguaggio segreto di Dante e dei «Fedeli d’Amore», vol. II (NA: Discusione e note aggiunte); Roma, Biblioteca di Filosofia e Scienza, Casa editrice Optima.) ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Las objeciones, que testimonian una incomprensión de la que no nos sorprendemos, pueden, como era fácil de prever, clasificarse ante todo en dos categorías: unas emanan de «críticas literarias» imbuidas de todos los prejuicios escolares y universitarios, otras de medios católicos en los que no se quiere admitir que Dante haya pertenecido a una organización iniciática; todos coinciden, en suma, aunque por razones diferentes, en negar la existencia del esoterismo allí donde aparece con la más clamorosa evidencia. El autor parece otorgar una gran importancia a los primeros, que él discute mucho más extensamente que a los segundos; nosotros habríamos estado tentados, por nuestra parte, de hacer exactamente lo contrario, viendo en estos últimos un síntoma todavía más grave de la deformación de la mentalidad moderna; pero esta diferencia de perspectiva se explica por el punto de vista especial en el que el Sr. Valli ha querido colocarse, y que es únicamente el de un «investigador» y un historiador. Desde este punto de vista tan exterior resultan un cierto número de lagunas e inexactitudes de lenguaje que ya hemos señalado en el capítulo anterior; el Sr. Valli reconoce, precisamente a propósito de esto, que «no ha tenido contacto con tradiciones iniciáticas de ningún género», y que su «formación mental es claramente crítica»; es muy sobresaliente que haya llegado a conclusiones tan alejadas de las de la «crítica» ordinaria, y que son tan sorprendentes por parte de alguien que afirma su voluntad de ser un «hombre del siglo XX». No es menos lamentable que rehuse comprender la noción de ortodoxia tradicional, que persista en aplicar el término despectivo de «sectas» a las organizaciones de carácter iniciático y no religioso y que niegue haber cometido una confusión entre «místico» e «iniciático», cuando precisamente la repite durante todo el segundo volumen; pero estos fallos no deben impedirnos reconocer el gran mérito que tiene, para el «profano» que quiere serlo y permanecer siéndolo, haber apreciado una buena parte de la verdad a pesar de todos los obstáculos que su educación debía aportarle naturalmente, y haber dicho, sin temor de las contradicciones, que debía ponerse de parte de aquellos que tienen algún interés por lo que ella ignora. ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
En cuanto a la obligación impuesta a todos los miembros de una organización iniciática de escribir en verso, concordaría perfectamente con el carácter de «lengua sagrada» que tenía la poesía; como lo dice muy justamente el Sr. Valli, se trataría de algo muy distinto a «hacer literatura», fin que no han tenido nunca Dante y sus contemporáneos, los cuales, añade él irónicamente, «tenían la desgracia de no haber leído los libros de la crítica moderna». En una época muy reciente aún en ciertas cofradías esotéricas musulmanas, cada uno debía todos los años, en ocasión del mulid del Sheik, componer un poema en el cual se esforzaban, aunque fuese en detrimento de la perfección de la forma, en encerrar un sentido doctrinal más o menos profundo. ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Por lo que respecta a las nuevas puntualizaciones del Sr. Valli que abren la vía a otras investigaciones, una de ellas concierne a las relaciones de Joaquín de Fiore con los «Fieles de Amor»: Fiore es uno de los símbolos más utilizados en la poesía de éstos, como sinónimo de Rosa; y, bajo este título de Fiore, ha sido escrita una adaptación italiana del Roman de la Rose por un florentino llamado Durante, que es casi con toda certeza el mismo Dante. (NA: Dante no es en efecto más que una contracción de Durante, que era su verdadero nombre.) Por otra parte, la denominación del convento de San Giovani in Fiore, de donde Gioechino di Fiore toma su nombre, no aparece en ninguna parte antes que en él; ¿es él mismo el que se la dio? y ¿por qué escogió este nombre? Cosa remarcable, Joaquín De Fiore habla en sus obras de una «viuda» simbólica, como Francesco da Barberino y Bocaccio, que pertenecían a los «Fieles de Amor»; y añadiremos que, aún en nuestros días, esta «viuda» es bien conocida en el simbolismo masónico. A este respecto, es fastidioso observar que las preocupaciones políticas parecen haber impedido al Sr. Valli hacer ciertas comparaciones sin embargo muy sorprendentes: hay razón, sin duda, para decir que las organizaciones iniciáticas de las que se trata no son la masonería pero, entre ésta y aquéllas, el nexo no es menos cierto; ¿y no es curioso por ejemplo que el «viento» tenga en el lenguaje de los «Fieles de Amor», exactamente el mismo sentido que a «lluvia» en el de la masonería? ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Otro punto importante es el que concierne a las relaciones de los «Fieles de Amor» con los alquimistas: un símbolo particularmente significativo a este respecto se encuentra en los Documenti d’Amore de Francesco da Barberino. Se trata de una figura en la cual doce personajes dispuestos simétricamente, y que forman seis parejas representando otros tantos grados iniciáticos, rodean un único personaje situado en el centro; este último, que lleva en sus manos la rosa simbólica, tiene dos cabezas, una masculina y otra femenina, y es manifiestamente idéntico al Rebis hermético. La única diferencia notable con las figuras que se encuentran en los tratados alquímicos es que, en éstas, es el lado derecho el que es masculino y el lado izquierdo femenino, mientras que aquí encontramos la disposición inversa, esta particularidad parece haber escapado al Sr. Valli, no obstante le da una explicación, sin que parezca darse cuenta, puesto que dice que «el hombre con su intelecto pasivo está unido a la Inteligencia activa, representada por la mujer», mientras que generalmente es lo masculino lo que simboliza al elemento activo y lo femenino al elemento pasivo. Lo que es más remarcable es que esta especie de inversión de la relación habitual se encuentra igualmente en el simbolismo empleado por el tantrismo hindú; y su relación se impone todavía mucho más, cuando vemos a Cecco d’Ascoli decir: «onde io son ella», exactamente como los Shaktas, en lugar de So’ham, «Yo soy El». (NA: Ana Itoa del esoterismo islámico) dicen Sa’ham, «Yo soy Ella». Por otra parte, el Sr. Valli subraya que, al lado del Rebis representado en el Rosarium Philosophorum, se ve una especie de árbol que lleva seis parejas de rostros dispuestos simétricamente con los seis personajes de la figura de Francesco da Barberino, parece tratarse efectivamente en los dos casos, de una jerarquía de siete grados, estando caracterizado esencialmente el último grado por la reconstitución del Andrógino hermético, es decir en suma, la restauración del «estado primordial»; y esto concuerda con lo que hemos tenido la ocasión de decir sobre el significado del término «Rosa-Cruz», que designa la perfección del estado humano. A propósito de la iniciación de siete grados, hemos hablado, en nuestro estudio sobre El esoterismo de Dante, de la escalera de siete peldaños; es cierto que éstos, generalmente más bien están en correspondencia con los siete cielos planetarios que se refieren a los estados suprahumanos; pero, en razón de la analogía, debe existir, en un mismo sistema iniciático, una similitud de repartición jerárquica entre los «misterios menores» y los «misterios mayores». Por otra parte, el ser reintegrado al centro del estado humano está por ello mismo preparado para elevarse a los estados superiores, y domina ya las condiciones de la existencia en este mundo del que se ha transformado en maestro; por eso el Rebis del Rosarium Philosophorum tiene bajo sus pies a la luna, y en el de Basile Valentin el dragón; este significado ha sido completamente ignorado por el Sr. Valli, que no ha visto en ello más que símbolos de la doctrina corrompida o del «error que oprime al mundo», mientras que, en realidad, la luna representa el dominio de las formas (NA: el simbolismo es el mismo que el de «caminar sobre las aguas»); y el dragón es aquí la representación del mundo elemental. ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
El Sr. Valli, aun teniendo alguna duda sobre las relaciones de Dante con los templarios, de la que existen múltiples indicios, suscita una discusión respecto a la medalla del museo de Viena, de la que hemos hablado en El Esoterismo de Dante; ha querido ver esta medalla y ha constatado que sus dos caras habían sido reunidas posteriormente y habían debido pertenecer en principio a dos medallas diferentes; reconoce además que esta extraña operación no ha debido ser hecha sin alguna razón. En cuanto a las iniciales F.S.K.I.P.F.T. que figuran en el reverso, son para él las de las siete virtudes: Fides, Spes, Karitas Iustitia, Prudentia Fortitudo, Temperantia, aunque hay una anomalía en el hecho de que están dispuestas en dos líneas de cuatro y tres en lugar de estarlo en tres y cuatro como lo querría la distinción de las tres virtudes teologales y las cuatro virtudes cardinales; como además están unidas a ramas de laurel y de olivo, «que son propiamente las dos plantas sagradas de los iniciados», admite que esta interpretación no excluye forzosamente la existencia de otro significado más oculto; y añadiremos que la ortografía anormal de Karitas, en lugar de Charitas, podría haber sido necesaria precisamente por este doble sentido. Por lo demás, habíamos señalado en el mismo estudio, el papel iniciático dado a las tres virtudes teologales, y que ha sido conservado en el 18 grado de la Masonería escocesa; (NA: En el 17 grado, el de «Caballero de Oriente», se encuentra también una divisa formada de siete iniciales, que son las de un septenario de atributos divinos cuya enumeración está sacada de un pasaje del Apocalipsis.) por otra parte, el septenario de las virtudes está formado de un ternario superior y de un cuaternario inferior, lo que indica suficientemente que está constituido según los principios esotéricos; y finalmente puede también corresponder, como el de las «artes liberales» (NA: divididas a su vez en trivium y quadrivium), a los siete escalones a los cuales hacíamos alusión hace poco, tanto más cuanto que, de hecho, la «fe» (NA: la Fede Santa) figura siempre en el más alto escalón de la «escala misteriosa» de los Kadosch; todo esto forma pues un conjunto mucho más coherente de lo que puedan creer los observadores superficiales. ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Por otra parte, el Sr. Valli ha descubierto en el mismo museo de Viena, la medalla original de Dante, y el reverso de ésta presenta aún una figura muy extraña y enigmática: un corazón situado en el centro de un sistema de círculos que tiene la apariencia de una esfera celeste, pero que no lo es en realidad, y a la que no acompaña ninguna inscripción. (NA: Este corazón situado así nos recuerda la figura no menos remarcable y misteriosa del corazón de Saint-Denis d’Orques, representado en el centro de los círculos planetario y zodiacal, figura que fue estudiada por el Sr. L. Charbonneau-Lassay en la revista Regnabit.) Hay tres círculos meridianos y cuatro círculos paralelos, que el Sr. Valli relaciona respectivamente a las tres virtudes teologales y a las cuatro cardinales; lo que llevaría a pensar que esta interpretación debe ser exacta es sobre todo la justa aplicación, en esta disposición, del sentido vertical y del sentido horizontal con relación a la vida contemplativa y a la activa o a la autoridad espiritual y al poder temporal que rigen una y otra, a lo que corresponden estos dos grupos de virtudes, que un círculo oblicuo, completando la figura (NA: y formando con los demás el número 8 que es el del equilibrio), religa en una perfecta armonía bajo la irradiación de la «doctrina del amor». (NA: Se podrá, a este propósito, acudir a lo que ya hemos dicho del tratado De Monarchia de Dante en Autoridad espiritual y poder temporal.) ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Una última nota concierne al nombre secreto que los «Fieles de Amor» daban a Dios: Francesco da Barberino, en su Tractatus Amoris, se ha hecho representar en una actitud de adoración ante la letra I; y, en la Divina Comedia, Adán dice que el primer nombre de Dios fue I, (NA: Paraíso, XXVI, 133.) nombre que vino a ser después El. Esta letra I, que Dante llama la «novena figura», según su lugar en el alfabeto latino (NA: y sabemos la importancia simbólica que tenía para él el número 9), ( (NA: N. del T.): En el original francés pone el n. 4 pero creemos que está equivocado y que en realidad se refiere al número 9.) no es evidentemente otra que la iod, aunque ésta sea la décima letra en el alfabeto hebreo; y, de hecho, la iod, dado que es la primera letra del Tetragrama, constituye un nombre divino por sí misma; ya sea aislada o ya sea repetida tres veces. (¿Es por una simple coincidencia que el corazón de Sant-Denis d’Orques, del que acabamos de hablar, lleve una herida (NA: o algo que se le parece) en forma de iod? Y ¿no habría razones para suponer que las antiguas representaciones del «Sagrado Corazón» anteriores a su adopción «oficial» por la Iglesia, hayan podido tener alguna relación con la doctrina de los «Fieles de Amor» y de sus continuadores?) Es esa misma iod la que, en la Masonería, se ha transformado en la letra G, por asimilación con God (NA: pues fue en Inglaterra donde se operó esta transformación); esto sin perjuicio de otros múltiples significados que han venido secundariamente a concentrarse en esa misma letra G, y que no está en nuestro propósito examinar aquí. ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Es de desear vivamente, deplorando la desaparición del Sr. Luigi Valli, que encuentre continuadores en este campo de investigaciones tan vasto como poco explotado hasta ahora; y parece que debe ser así, puesto que él mismo nos advierte que ha sido seguido por el Sr. Gaetano Scarlata, que ha consagrado una obra (NA: Le origini della letteratura italiana nel pensioro di Dante, Palermo, 1930.) al estudio especial del tratado De vulgari eloquentia de Dante, libro «lleno de misterios» como también Rossetti y Aroux lo habían visto, y que, mientras que parece hablar simplemente del idioma italiano, se refiere en realidad a la lengua secreta, según un procedimiento igualmente en uso en el esoterismo islámico, en donde, como lo hemos señalado en otra ocasión, una obra iniciática puede revestirse con la apariencia de un simple tratado de gramática. Se harán sin duda aún muchos otros descubrimientos en el mismo orden de ideas; y aunque los que se consagran a estas investigaciones no aporten personalmente más que una mentalidad «profana» (NA: con la condición de que sea no obstante imparcial) y no vean más que el objeto de una especie de curiosidad histórica, los resultados obtenidos no serán menos susceptibles en sí mismos, y para los que sabrán comprender todo su alcance real, de contribuir eficazmente a una restauración del espíritu tradicional: estos trabajos ¿no se relacionan, aunque sea inconsciente e involuntariamente, con la búsqueda de la Palabra perdida», que es lo mismo que la «conquista del Grial»? ESOTERISMO CRISTIANO: EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»
Al hablar anteriormente de los dos tomos del último libro del Sr. Valli, mencionamos la obra que, siguiendo las mismas ideas directrices, el Sr. Gaetano Scarlata ha consagrado al tratado De vulgari eloquentia de Dante o más bien, como prefiere llamarlo (NA: pues el título no ha sido fijado nunca exactamente) De vulgaris eloquentiae doctrina, según la expresión empleada por el autor mismo para definir el tema desde el principio, y a fin de poner en evidencia su intención en cuanto al contenido doctrinal de la poesía en lengua vulgar. (NA: Le origini della letteratura italiana nel pensiero di Dante, Palermo, 1930.) En efecto, los que Dante llama poeti volgare, son aquellos cuyos escritos tenían como él dice, verace intendimento, es decir contenían un sentido oculto conforme al simbolismo de los «Fieles de Amor», puesto que los opone a los litterali (NA: y no litterati como se ha leído a veces incorrectamente), o aquellos que escribían solamente en sentido literal. Los primeros son para ellos verdaderos poetas, y los llama también trilingues doctores, lo que puede entenderse exteriormente por el hecho de que tal poesía existía en tres lenguas: italiana, provenzal (NA: no «francesa» como dice erróneamente el Sr. Scarlata) y española, pero en realidad significa (NA: ya que ningún poeta escribió en realidad en esas tres lenguas) que debía interpretarse en un triple sentido; (NA: Sin duda es necesario entender por ello tres sentidos superiores al sentido literal, de manera que, con éste, habría cuatro sentidos, de los que habla Dante en el Convito, como lo hemos indicado desde el principio en nuestro estudio sobre El Esoterismo de Dante.) y Dante, a propósito de estos trilingues doctores dice que maxime conveniunt in hoc vocabulo quod est Amor, lo que es una alusión evidente a la doctrina de los «Fieles de Amor». ESOTERISMO CRISTIANO: NUEVAS APRECIACIONES SOBRE EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE
Respecto a éstos, el Sr. Scarlata hace una puntualización muy justa: piensa que nunca debieron constituir una asociación con formas rigurosamente definidas, más o menos parecidas a las de la Masonería moderna por ejemplo, con un poder central estableciendo «filiales» en las diversas localidades; y podernos añadir, en apoyo de esto, que en la Masonería misma, no existió nada igual hasta la constitución de la Gran Logia de Inglaterra en 1717. No parece que por lo demás, el Sr. Scarlata haya entendido completamente el alcance de este hecho, puesto que cree que debe atribuirlo simplemente a las circunstancias poco favorables a la existencia de una institución que pudiese presentarse bajo apariencias más estables; en realidad, como ya lo hemos dicho a menudo, una organización verdaderamente iniciática no puede ser una «sociedad» en el sentido moderno de la palabra, con todo el formalismo exterior que implica; en cuanto aparecen estatutos, reglamentos escritos y otras cosas de este género, se puede estar seguro que ahí hay una degeneración que da a la organización un carácter «semiprofano», si se puede emplear tal expresión. Pero, en lo que respecta al orden propiamente iniciático, el Sr. Scarlata no ha ido hasta el fondo de las cosas, y parece incluso que no se ha acercado tanto como el Sr. Valli; ve sobre todo el lado político, del todo accesorio, y habla constantemente de «sectas», punto sobre el cual nos hemos explicado ampliamente en nuestro capítulo precedente; no obtiene de sus desarrollos más que pocas consecuencias de la afirmación de la doctrina (NA: esotérica y no herética) del amor sapientiae, que es sin embargo esencial, ateniéndose el resto solamente a las contingencias históricas. Por lo demás es posible que el tema de este estudio se haya prestado bastante fácilmente a lo que nos parece un error de perspectiva: el De vulgaris eloquentiae doctrina tiene un nexo directo con el De Monarchia y, por consiguiente, se relaciona con la parte de la obra de Dante en la que las aplicaciones sociales tienen el lugar más considerable; pero esas aplicaciones ¿pueden ser bien comprendidas si no se las relaciona constantemente con su principio? Lo más molesto es que el Sr. Scarlata, cuando pasa a visiones históricas de conjunto se deja arrastrar por interpretaciones más que discutibles; ¿no llega hasta hacer de Dante y de los «Fieles de Amor» adversarios del espíritu de la Edad Media y precursores de las ideas modernas, animadas de un espíritu «laico» y «democrático» que sería en realidad todo lo que hay de más «anti-iniciático»? Esta segunda parte de su libro, donde hay sin embargo indicaciones interesantes, particularmente sobre las influencias orientales en la corte de Federico II y en el movimiento franciscano, debería rehacerse sobre bases más conformes al sentido tradicional; es cierto que no presenta más que una «primera tentativa de reconstrucción histórica», y ¿quién sabe si el autor no será llevado por sus investigaciones ulteriores a rectificarla? ESOTERISMO CRISTIANO: NUEVAS APRECIACIONES SOBRE EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE
Una de las causas del desconocimiento del Sr. Scarlata está quizá en la forma en que Dante opone el uso del vulgare al del latín, lengua eclesiástica, y también la manera de simbolizar de los poetas, según el verace intendimento, a la de los teólogos (NA: siendo esta última una simple alegoría); pero es a ojos de los adversarios de Dante, o (NA: lo que en tal caso viene a significar lo mismo) de los que no le comprendieron, para los que el vulgare no era más que el sermolaicus, mientras que para él mismo era otra cosa distinta; y por otra parte, desde el punto de vista estrictamente tradicional, la función de los iniciados, ¿no es verdaderamente más «sacerdotal» que la de un «clérigo» exoterista que no posee más que la letra y se detiene en la corteza de la doctrina? (NA: Según el orden jerárquico normal, el iniciado está por encima del «clero» ordinario (NA: siendo éste teológico), mientras que el «laico» está naturalmente por debajo de éste.) El punto esencial aquí, es saber lo que Dante entiende por la expresión vulgare illustre que puede parecer extraña y contradictoria si nos atenemos al sentido ordinario de las palabras, pero que se explica si se subraya que él tomaba vulgare como sinónimo de naturale; es la lengua que el hombre aprende directamente por transmisión oral (NA: como el niño, que desde el punto de vista iniciático representa al neófito, aprende su propia lengua materna), es decir, simbólicamente, la lengua que sirve de vehículo a la tradición, y que puede, bajo este punto de vista, identificarse a la lengua primordial y universal. Esto toca de cerca, como se ve, a la cuestión de la misteriosa «lengua siria» (NA: loghah suryaniyah) de la que hemos hablado en artículos precedentes; (NA: La Science des lettres (NA: n. de febrero de 1931), y Le langage des oiseaux (NA: n. de noviembre de 1931). (NA: N. del T.): véase «Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada», Ed. Eudeba.) es cierto que parece haber sido el hebreo pero, como ya dijimos, tal afirmación no debe ser tomada al pie de la letra, pudiendo ser dicha la misma cosa de toda lengua que tenga un carácter «sagrado», es decir que sirva para la expresión de una forma tradicional regular. (NA: No hay que decir que, cuando se opone «lenguas vulgares» a «lenguas sagradas», se toma la palabra «vulgar» en su sentido habitual; si se tomase en el sentido de Dante, esta expresión no podría aplicarse, y sería mejor la de «lenguas profanas» la que habría que tomar para evitar todo equívoco.) Según Dante, la lengua hablada por el primer hombre, creado inmediatamente por Dios, fue continuada por sus descendientes hasta la edificación de la Torre de Babel; después «hanc formam locutionis hereditati sunt filii Heber…; hiis solis post confusionen remansit»; pero estos «hijos de Heber» ¿no son todos los que han guardado la tradición, más que un pueblo determinado? El nombre de «Israel» ¿no ha sido empleado a menudo para designar al conjunto de los iniciados, sea cual sea su origen étnico, y éstos, que de hecho forman realmente el «pueblo elegido», no poseen la lengua universal que les permite a todos comprenderse entre ellos, es decir, el conocimiento de la tradición única que está oculta bajo todas las formas particulares? (NA: Ver a este respecto el capítulo sobre El don de lenguas en «Apreciaciones sobre la Iniciación».) Además, si Dante hubiera pensado que se trataba realmente de la lengua hebrea, no habría podido decir que la Iglesia (NA: designada por el nombre enigmático de Petramala) cree hablar la lengua de Adán, puesto que habla, no el hebreo, sino el latín, para el que nadie ha reivindicado nunca la cualidad de lengua primitiva; pero, si se entiende por ello que cree enseñar la verdadera doctrina de la revelación, todo se vuelve perfectamente inteligible. Por lo demás, incluso admitiendo que los primeros Cristianos, que poseían esta verdadera doctrina, hayan hablado efectivamente el hebreo (NA: lo que sería históricamente inexacto, pues el arameo no es el hebreo como el italiano no es el latín), los «Fieles de Amor», que se consideraban como sus continuadores, no han pretendido nunca retomar este lenguaje para oponerlo al latín, como hubiesen debido hacer lógicamente si se hubiesen atenido a la interpretación literal. (NA: Añadamos aún que, como lo nota el Sr. Scarlata, la idea de la continuación de la lengua primitiva es contradicha por las palabras que Dante mismo, en la Divina Comedia, atribuye a Adán (NA: Paraíso, XXVI, 124). Estas palabras pueden explicarse por la consideración de los períodos cíclicos, la lengua original fue tutta spenta desde el final del Krita-Yuga, es decir, antes de la tentativa del «pueblo de Nemrod», que sólo corresponde al principio del Kali-yuga.) ESOTERISMO CRISTIANO: NUEVAS APRECIACIONES SOBRE EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE
Se ve que todo esto está muy lejos del significado puramente filológico que se atribuye habitualmente al tratado de Dante, y que se trata en el fondo de algo muy distinto al idioma italiano, e incluso lo que se refiere a éste realmente, puede tener un valor simbólico. De manera que, cuando Dante opone tal ciudad o tal región a tal otra, no se trata simplemente de una oposición lingüística, sino que, cuando cita ciertos nombres como los de Petranala, los Papienses o los Aquilegienses, hay en esa elección (NA: sin llegar hasta la consideración de un simbolismo geográfico propiamente dicho) intenciones bastante transparentes, como ya lo había subrayado Rossetti; y, naturalmente, es necesario a menudo, para comprender el verdadero sentido de tal o cual palabra aparentemente insignificante, referirse a la terminología convencional de los «Fieles de Amor». El Sr. Scarlata hace muy bien en observar que son casi siempre los ejemplos (NA: comprendidos los que parecen no tener más que un valor puramente retórico o gramatical) los que dan la clave del contexto; había en ello, en efecto, un excelente medio de desviar la atención de los «profanos» que no podían ver más que frases sin importancia; se podría decir que esos ejemplos juegan un papel bastante parecido al de los «mitos» en los diálogos platónicos, y no hay más que ver lo que hacen de ellos los «críticos» universitarios para darse cuenta de la eficacia del procedimiento que consiste en poner en «fuera de juego», si se puede decir así, lo que precisamente tiene mayor importancia. ESOTERISMO CRISTIANO: NUEVAS APRECIACIONES SOBRE EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE
En suma, lo que Dante parece haber tenido en mente de forma esencial es la constitución de un lenguaje apto, por la superposición de múltiples sentidos, para explicar en la medida de lo posible la doctrina esotérica; y si la codificación de tal lenguaje puede ser calificada de «retórica», es en todo caso, una retórica de un género muy especial, tan alejada de lo que hoy se entiende por esa palabra, como la poesía de los «Fieles de Amor» lo está de la de los modernos, cuyos predecesores son esos litterali a los que Dante reprochaba de rimar «tontamente» (NA: stoltamente) sin encerrar en sus versos ningún sentido profundo. (NA: Más o menos de la misma forma que los predecesores de los químicos actuales son, no los verdaderos alquimistas, sino los «sopladores»; se trata de ciencias o de artes, la concepción puramente «profana» de los modernos resulta siempre de una degeneración parecida.) Según las palabras del Sr. Valli que ya hemos citado, Dante se proponía algo totalmente distinto a hacer «literatura», su obra, lejos de oponerse al espíritu de la Edad Media, es una de sus más perfectas síntesis, al mismo nivel que las de los constructores de catedrales; y los más simples datos iniciáticos permiten comprender sin esfuerzo que existen para esta relación razones muy profundas. ESOTERISMO CRISTIANO: NUEVAS APRECIACIONES SOBRE EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE
Las investigaciones sobre los «Fieles de Amor», continúan dando lugar en Italia a interesantes trabajos: el Sr. Alfonso Ricolfi, que ya había hecho aparecer diversos artículos sobre este tema, acaba de publicar un estudio al que seguirán otros, y donde afirma su intención de retomar la obra inacabada por Luigi Valli. (NA: Studi sui «Fedeli d’Amore»; I. Le «Corti d’Amore» in Francia ed i loro riflessi in Italia; Roma, Biblioteca della Nuova Rivista Storica, Societa Editrice Dante Alighieri, 1933.) Quizá lo hace, sin embargo, con cierta timidez, pues estima que éste ha «exagerado» sobre ciertos puntos, particularmente rechazando una existencia real de todas las mujeres cantadas por los poetas relacionados con los «Fieles de Amor», opuestamente a la opinión más comúnmente admitida; pero, a decir verdad, esta cuestión tiene sin duda menos importancia de la que él parece creer, al menos cuando se sitúa uno fuera de un punto de vista de simple curiosidad histórica, y no afecta en nada a la verdadera interpretación. No hay nada imposible en efecto, por lo que algunos, al designar por un nombre femenino a la Sabiduría divina pueden haber adoptado, a título puramente simbólico, el nombre de una persona que haya vivido realmente, e incluso puede haber para ello dos razones: primeramente, como acabamos de decir hace poco, no importa cuál ha podido ser según la naturaleza de los individuos, la ocasión y el punto de partida de un desarrollo espiritual, y éste puede ser tanto con un amor terrestre como en cualquier otra circunstancia (NA: de tal modo que no hay que olvidar que lo que aludimos aquí puede, en suma, ser caracterizado como una vía de Kshatriya); por otra parte el verdadero sentido de la designación así empleada era difícilmente penetrable para los profanos, que se atenían naturalmente a la letra, y esta ventaja, aunque de orden contingente, no era quizá completamente despreciable. ESOTERISMO CRISTIANO: «FIELES DE AMOR» Y «CORTES DE AMOR»
Hay cosas bastante extrañas en el libro de André, capellán del rey de Francia; desgraciadamente han escapado en gran parte al Sr. Ricolfi, que relaciona algunas sin ver en ellas nada extraordinario. De este modo, se dice que el palacio del Amor se eleva «en medio del Universo», que este palacio tiene cuatro lados y cuatro puertas; la puerta de Oriente esta reservada a Dios, y la del Norte permanece siempre cerrada. Pero hay aquí algo particularmente interesante: el Templo de Salomón, que simboliza el «Centro del Mundo», tiene también, según la tradición masónica, la forma de un cuadrilátero o «cuadrado largo», y las puertas se abren sobre tres de sus lados, y solamente el del Norte no tiene ninguna abertura; si hay una ligera diferencia (NA: ausencia de puerta por una parte, puerta cerrada por otra), el simbolismo es exactamente el mismo, siendo el Norte el lado oscuro, el que no ilumina nunca la luz del sol. (NA: Es el lado del yin en la tradición china, mientras que el lado opuesto es del yang; y esta puntualización podría ayudar a resolver la controvertida cuestión de la posición respectiva de las dos columnas simbólicas: la del Norte debe normalmente corresponder al principio femenino y la del Sur al principio masculino.) Además, el Amor aparece aquí bajo la forma de un rey, que lleva sobre la cabeza una corona de oro; ¿no es así como lo vemos representado igualmente, en la Masonería escocesa, en el grado de «Príncipe de Gracia», (NA: Ver El Esoterismo de Dante, PP. 16-19. El Sr. Ricolfi ha estudiado por sí mismo en uno de sus artículos del Corriere Padano, el sentido particular dado por los «Fieles de Amor» a la palabra Merzé, que parece haber sido una de las enigmáticas designaciones de su organización.) y no puede esto indicar entonces que es el «rey pacífico», que es el mismo sentido del nombre de Salomón? Todavía hay otra relación que no es menos sorprendente; en diversos poemas y fábulas, la «Corte de Amor» está descrita como compuesta de pájaros, que toman la palabra uno tras otro; ya hemos dicho anteriormente lo que había que entender por «lenguaje de los pájaros»; (NA: Ver nuestro artículo sobre este tema en Le Voile d’Isis, n. de noviembre 1931. (NA: N. del T.: está incluido en «Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada»).) ¿sería admisible ver una pura coincidencia en el hecho de que, como ya lo hemos indicado, es precisamente en conexión con Salomón que en el Qoran, este «lenguaje de los pájaros» se encuentra expresamente mencionado? Añadamos aún otro punto que tiene interés para establecer otras concordancias: los papeles principales, en esta «Corte de Amor», parecen ser generalmente atribuidos al ruiseñor y al loro; se sabe la importancia dada al ruiseñor en la poesía persa, de la que Valli señaló los puntos de contacto con la de los «Fieles de Amor», pero lo que quizá se sabe menos es que el loro es el vahana o vehículo simbólico de Kama, es decir del Eros hindú; todo esto ¿no es bastante para reflexionar? Y dado que estamos tratando lo que concierne a los pájaros, ¿no es curioso también que Francesco da Barberino, en sus Documenti d’Amore, represente al Amor con pies de halcón o de gavilán, el pájaro emblemático del Horus egipcio, cuyo simbolismo está estrechamente ligado con el del «Corazón del Mundo»? (NA: El Sr. L. Charbonneau-Lassay ha consagrado un estudio a este respecto en la revista Regnabit.) ESOTERISMO CRISTIANO: «FIELES DE AMOR» Y «CORTES DE AMOR»
A propósito de Francesco da Barberino, el Sr. Ricolfi vuelve sobre la figura de la que ya hemos hablado, (NA: Ver el capitulo V.) en la que seis personajes dispuestos simétricamente y un decimotercer personaje andrógino en el centro, representan bastante visiblemente siete grados iniciáticos; si su interpretación difiere un poco de la de Luigi Valli, no es más que sobre puntos de detalle que no cambian en nada el significado esencial. En otra parte, da la reproducción de una segunda figura, representación de una «Corte de Amor» en la que los personajes están repartidos sobre once gradas; este hecho no parece haber llamado particularmente su atención, pero si se quiere relacionar bien con lo que ya hemos dicho antes sobre el papel del número 11 en Dante, respecto al simbolismo de ciertas organizaciones iniciáticas, (NA: El esoterismo de Dante, PP. 67-73. El Sr. Ricolfi parece bastante dispuesto a admitir las relaciones de los «Fieles de Amor» con los Templarios, aunque no hace más que una alusión de pasada, estando esta cuestión fuera del tema que se ha propuesto tratar más especialmente.) se comprenderá fácilmente su importancia. Por lo demás, parece que el autor de los Documenti d’Amore, no ignoraba ciertos conocimientos tradicionales de un género bastante especial, como la explicación del sentido de las palabras por el desarrollo de sus elementos constitutivos; en efecto, cuando se lee atentamente esta frase mediante la que definió una de las doce virtudes a las cuales corresponden las doce partes de su obra (NA: y este número también tiene su razón de ser: es un zodíaco en el que el Amor es el Sol), y que el Sr. Ricolfi cita sin comentario: «Docilitas, data novitiis notitia vitiorum, docet illos ab illorum vilitate abstinere»; ¿no hay algo aquí que recuerda, por ejemplo, al Crátilo de Platón? (NA: En una época más reciente, volvemos a encontrar un procedimiento similar, empleado de forma mucho más aparente, en el tratado hermético de Cesare della Riviera, Il Mondo mágico degli Heroi (NA: ver nuestra reseña en Le Voile d’Isis, n de octubre 1932). Del mismo modo, cuando Jacques de Baisieux dice que a-mor significa «sin muerte», no es necesario declarar como lo hace el Sr. Ricolfi que es una «falsa etimología»: en realidad no se trata para nada de etimología sino de un procedimiento de interpretación comparable al nirukta de la tradición hindú; y sin conocer el poema en cuestión, habíamos indicado esta explicación, añadiendo una comparación con las palabras sánscritas a-MARA y a-mrita en el primer artículo que hemos consagrado a los trabajos de Luiggi Valli, transformado aquí en el Cap. IV.) ESOTERISMO CRISTIANO: «FIELES DE AMOR» Y «CORTES DE AMOR»
Señalemos aún, sin dejar a Francesco da Barberino, un fallo bastante curioso del Sr. Ricolfi a propósito de su figura andrógina, que es claramente hermética y no tiene absolutamente nada de «mágica», pues son dos cosas completamente distintas; él habla a este respecto incluso de «magia blanca», mientras que querría ver «magia negra» en el Rebis de Basilio Valentin, a causa del dragón, que como ya lo hemos dicho (NA: Ver el capítulo V.)representa simplemente el mundo elemental, y que además se coloca bajo los pies del Rebis, así pues dominado por él, y también, cosa más divertida, ¡a causa de la escuadra y el compás, esto por razones que es fácil adivinar y que provienen seguramente mucho más de contingencias políticas que de consideraciones de orden iniciático! Finalmente, para terminar, puesto que el Sr. Ricolfi parece tener alguna duda sobre el carácter esotérico de la figura en la que, bajo la apariencia de una simple «letra adornada», Francesco da Barberino se hace representar en adoración ante la letra I, precisemos el significado de ésta, que fue según Dante el primer nombre de Dios: designa propiamente la «Unidad divina» (NA: y además es por eso por lo que este nombre es primero la unidad de la esencia, precediendo necesariamente a la multiplicidad de los atributos); en efecto, no solamente ella es el equivalente de la iod hebrea, hieroglifo del Principio y en sí misma principio de todas las demás letras del alfabeto, y cuyo valor numérico 10 se refiere a la unidad (NA: es la unidad desarrollada en el cuaternario: 1+2+3+4=10, o el punto central que produce por su expansión el círculo de la manifestación universal); no solamente la letra I representa la unidad en la numeración latina, en razón de su forma rectilínea, que es la más simple de todas las formas geométricas (NA: siendo el punto «sin forma»), sino que incluso en la lengua china, la palabra i significa «unidad», y Taï-i es la «Gran unidad», que está representada simbólicamente como residiendo en la estrella polar, lo cual está lleno de significado pues, volviendo a la letra I de los alfabetos occidentales, apercibimos que, siendo una recta vertical, es por ello mismo adecuada para simbolizar el «Eje del Mundo», cuya importancia en todas las doctrinas tradicionales conocemos; (NA: En la Masonería operativa, la plomada, figura del «Eje del Mundo», está suspendida de la estrella polar o de la letra G, que en ese caso toma su lugar, y que no es, como lo habíamos indicado, más que un sustituto de la iod hebrea. (NA: Cf. La Gran Tríada, Cap. XXV).) así pues, este «primer nombre de Dios» nos recuerda la anterioridad del simbolismo «polar» respecto al simbolismo «solar». ESOTERISMO CRISTIANO: «FIELES DE AMOR» Y «CORTES DE AMOR»
No creemos pues, para las cosas de este orden, en las «invenciones de los poetas» a las cuales el Sr. Waite parece dispuesto a dar importancia; estas invenciones, lejos de tratar de lo esencial, no hacen más que disimularlo, voluntariamente o no, envolviéndolo de apariencias engañosas de una «ficción» cualquiera; y a veces lo hacen muy bien, pues en tanto que se hacen tan abusivas, acaba por llegar a ser casi imposible descubrir el sentido profundo y original; ¿no es así como, en el mundo griego, el simbolismo degeneró en «mitología»? Este peligro va en aumento puesto que el poeta mismo no tiene consciencia del valor real de los símbolos, pues es evidente que este caso puede presentarse; el apólogo de «el asno que lleva las reliquias» se aplica aquí como en muchos otros casos y el poeta, entonces, jugará en suma un papel análogo al del pueblo profano, conservando y transmitiendo a su antojo los legados iniciáticos, como lo hemos dicho antes. La cuestión se plantea aquí muy particularmente: ¿los de los romances del Grial estuvieron en este último caso o por el contrario fueron conscientes, en uno u otro grado, del sentido profundo de lo que expresaban? No es fácil responder con certeza, pues, ahí también, las apariencias pueden engañar: en presencia de una mezcla de elementos insignificantes e incoherentes, se está tentado de pensar que el autor no sabía de qué hablaba; sin embargo no es forzosamente así, pues ocurre a menudo que las oscuridades e incluso las contradicciones son perfectamente voluntarias, y que los detalles inútiles tengan expresamente por finalidad desviar la atención de los profanos, de la misma manera que un símbolo puede ser disimulado intencionadamente en un motivo ornamental más o menos complicado; en la Edad Media sobre todo, los ejemplos de este género abundan, tanto como en Dante y los «Fieles de Amor». El hecho de que el sentido superior sea menos transparente en Chretien de Troyes, por ejemplo, que en Robert de Boron, no prueba necesariamente que el primero haya sido menos consciente que el segundo; aún menos habría que concluir que este sentido esté ausente de sus escritos, lo que sería un error comparable al que consiste en atribuir a los antiguos alquimistas preocupaciones de orden únicamente material, por la única razón de que ellos no han juzgado conveniente escribir claramente que su ciencia era en realidad de naturaleza espiritual. (NA: Si el Sr. Waite cree, como así parece, que algunas cosas son muy «materiales» para ser compatibles con la existencia de un sentido superior en los textos en que se encuentran, podríamos preguntarle lo que piensa, por ejemplo de Rabelais o de Boccaccio.) Por lo demás, la cuestión de la «Iniciación» de los autores de romances tiene quizá menos importancia de la que podría creerse en principio, puesto que de todas maneras no cambia nada las apariencias bajo las cuales está presentado el tema; en cuanto a que se trata de una «exteriorización» de legados esotéricos, lo que no podría ser de ninguna manera una « vulgarización», es fácil de comprender que debe ser así. Iremos más lejos: un profano puede incluso, por tal «exteriorización», haber servido de «portavoz» a una organización, que lo habría elegido a este efecto simplemente por sus cualidades de poeta o escritor, o por otra razón contingente. Dante escribió con perfecto conocimiento de causa; Chretien de Troyes, Robert de Boron y muchos otros fueron probablemente mucho menos conscientes de lo que expresaban y quizá incluso algunos de ellos no lo fueron en absoluto; pero poco importa en el fondo, pues, si existía tras de ellos una organización iniciática, fuera la que fuese, el peligro de una deformación debida a su incomprensión se encontraba por ello mismo descartada, pudiendo esta organización guiarles constantemente sin que se dieran cuenta, ya fuese por intermedio de algunos de sus miembros que les facilitasen los elementos a introducir en su obra, ya fuese por sugerencias o influencias de otro género, más sutiles y menos «tangibles», pero no menos reales ni menos eficaces. Se comprenderá sin esfuerzo que esto no tiene nada que ver con la supuesta «inspiración» poética, tal como la entienden los modernos, y que no es en realidad más que imaginación pura y simple, ni con la «literatura», en el sentido profano de la palabra; y añadiremos enseguida que no se trata tampoco de «misticismo»; pero este último punto toca directamente otras cuestiones que consideraremos en la segunda parte de este estudio. ESOTERISMO CRISTIANO: EL SANTO GRIAL