apofasis

El Silencio del que aquí se trata es por lo tanto «arquetípico». Es el principio de la Palabra. En si mismo es «no manifestado», y se manifiesta por la Palabra, así como por las «rupturas» que son los tiempos de silencio del mundo manifestado (Cf. F. SCHUON, El Ojo del Corazón, capítulo. Sobre el Sacrificio.). Es en esta perspectiva en la que es posible comprender que el ateísmo sea el «tiempo muerto» del teísmo, uno y el otro manifiestan el «hiperteísmo» realizado al nivel del Silencio arquetípico del que hemos hablado. Se reconoce una vez más la catafasis y la apofasis inherentes a toda vida espiritual. 696 Abbé Henri Stéphane: SILENCIO Y EXISTENCIA

Naturalmente, la apofasis no puede ejercerse más que en el interior de la catafasis, por lo mismo que no hay hueso sin corteza. En consecuencia, el ateísmo visto más arriba no puede ejercerse más que en el interior del teísmo (Esto corresponde a la necesidad del exoterismo.) y no tiene nada que ver con el ateísmo masivo y vulgar del mundo moderno; todo lo más se podría ver esta forma de ateísmo como una degeneración o un reflejo invertido y «satánico» de aquel del que hemos hablado. Se puede decir además que el ateísmo puro es una monstruosidad, pero también que el teísmo puro engendra al anterior: «Yo digo: Dios es una esencia, pero enseguida lo niego diciendo: Dios no es una esencia. Dios es una esencia más allá de toda esencia; procediendo así, mi inteligencia se establece en el Infinito y se desvanece» (San Alberto el Grande) (Cf. Maestro Eckhart: «cuanto más blasfema, más alaba a Dios»; «roguemos a Dios de ser liberados de Dios».). 698 Abbé Henri Stéphane: SILENCIO Y EXISTENCIA