puerta

El deseo del Espíritu, es el de encontrar un alma suficientemente disponible, desapegada, pobre en espíritu, suficientemente receptiva, pura, transparente a la Luz, orientada hacia el Padre y hacia el Reino, abierta a la «fuente de agua viva brotando hasta la vida eterna» (Juan IV, 14), dócil a su acción purificante y beatificante, suficientemente despojada, desposeída, despejada de si para no entorpecer la Acción del Espíritu; es el deseo de encontrar «en el Padre, los verdaderos adoradores en espíritu y en verdad, aquellos que el Padre busca» (Juan, IV, 23), ¡y no «pedigüeños» de «gracias temporales»! de manera que no es ya más esta alma la que ora, la que «farfulla», la que «gorjea», la que corre el riesgo de obstaculizar la acción del Espíritu por su «desatino», sus formulas hechas, despachadas con toda prisa; es el Espíritu el que hace al Padre la verdadera alabanza de gloria del Verbo Encarnado, con tal de que el alma despojada de si y revestida del Cristo no sea más que una pura disponibilidad entre las manos de Dios, una pura transparencia a la Luz increada: «No soy yo quién vive (o quien ora), es el Cristo quien vive en mí» (Gal. II, 20). «He aquí que estoy ante la puerta y llamo: si alguien escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré con él, cenaré con él y él conmigo» (Apoc. III, 20). 328 Abbé Henri Stéphane: REFLEXIONES SOBRE LA ORACIÓN II

Un punto importante a subrayar, y que exigiría un desarrollo mayor, es lo que podríamos llamar la espera de Dios y correlativamente la del hombre: «Quien quiera entonces encontrar luz y penetración en toda verdad, que espere y ponga atención a este nacimiento en él…»(Ibid); «He aquí que yo me planto ante la puerta y llamo» (Apoc. III, 20). 716 Abbé Henri Stéphane: SILENCIO Y EXISTENCIA

En el caso particular de la Pascua, hay que distinguir dos cosas: la comida y el sacrificio. El cordero debe ser inmolado el decimocuarto día del mes; su carne debe de ser comida con panes sin levadura y hierbas amargas; los participantes deben comerlo apresuradamente, los cinturones atados, las sandalias en los pies, y el bastón en la mano, porque es la hora de la Liberación (El padre Stéphane ha puesto en mayúscula esta palabra. Sin duda pensaba él en la Liberación final tal como René Guénon la expone en El hombre y su devenir según el Vedanta.): «Es la Pascua de YHVH» (Exodo XII, 11). En cuanto a la sangre del Cordero, se debe ponerla en el dintel y los dos flancos de la puerta, de manera que YHVH pasando para castigar a Egipto y viendo la sangre en la puerta, no permita al Exterminador entrar en las casas para castigar a todos los recién nacidos. Y si, a continuación, los hijos de Israel preguntan: «¿Qué significado tiene para vosotros este rito sagrado?» habrá que responder: «Es un sacrificio de Pascua en honor de YHVH, que ha pasado de largo las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando golpeó Egipto y salvó nuestras casas» (Exodo XII, 27). (Se encuentra ahí el significado de la palabra «Pascua» (pasach = él ha pasado)) 907 Abbé Henri Stéphane: EL MISTERIO PASCUAL