sagrado

Las «Hipóstasis descendentes» aparecen así como los grados de la Realidad (principial), o como determinaciones de lo Absoluto en lo relativo, pero siempre in divinis, lo cual les confiere el carácter «ilusorio» de Mâyâ, ya que es in divinis como Mâyâ debe de ser «concebida» (la Inmaculada Concepción). Mâyâ es entonces el “Juego” de Dios consigo mismo, y se identifica así con la Sabiduría: «YHVH [NA: Tetragrama sagrado del Nombre inefable de Dios. Los judíos dicen «Adonai» (mi Señor) cuando leen la Biblia. La vocalización Jehovah es antigua, pero la de las Biblias modernas (Yaweh o Yavé) no tiene ningún sentido.] me ha poseído desde el comienzo de sus caminos, antes de sus obras más antiguas. Yo fui fundada en la eternidad (…) Yo era su obra, gozándome cada día, y jugando sin cesar en su presencia» (Libro de los Proverbios VIII, 22-31). Es por lo tanto Ananda, la Beatitud, el Amor: «Yo soy el océano de Infinita Felicidad, y es en mi que, al aliento caprichoso de Mâyâ, se elevan o se apaciguan todas las olas del universo» [NA: Viveka-cuda-mani, de Shankara, editorial OBELISCO.] INTERPRETACIÓN METAFÍSICA DE LA TRINIDAD

La dificultad de hablar de un tema así estriba esencialmente en que, hoy en día, el sentido de lo Sagrado se ha perdido, lo mismo que la religión o la fe de las que es inseparable [NA: Si se nos objeta que hay todavía países, en Oriente, por ejemplo, donde el sentido de lo sagrado y de la religión no se ha perdido, precisaremos que nuestras palabras se refieren fundamentalmente a Occidente y que las «tinieblas occidentales» han invadido ya una gran parte del resto de la humanidad.]. Se puede hablar de ello a título arqueológico, como algo que existió en la Edad Media o, de forma más general, en toda civilización tradicional, pero es imposible hacerlo revivir; los pocos que han entendido que la Edad Media fue todo lo contrario al oscurantismo –término que, por el contrario, conviene perfectamente al mundo moderno sumido en el materialismo más denso– no pueden ser a los ojos de los demás más que nostálgicos del pasado. Los estudios sobre arte sagrado que actualmente se publican ya no sintonizan, lamentablemente, con la mentalidad moderna y corren el riesgo de ser inoperantes. EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Aunque no podemos entrar a detallar los procesos de desacralización progresiva del mundo moderno desde final de la Edad Media, señalaremos sin embargo que la última etapa de esta decadencia se ha realizado en el curso de los diez últimos años (El texto está publicado en 1979, pero no sabemos la fecha en la que fue escrito), decadencia espectacular que constituye lo que se ha llamado «la crisis de la Iglesia». En particular la «desclerización» o secularización del clero ha destruido el carácter sagrado del mismo, ante la negativa a hacer del sacerdote un personaje separado, «puesto aparte», como indica precisamente el significado de la palabra «sagrado». Paralelamente, la propia religión ha sido reducida a un humanismo o un cierto socialismo que, con toda evidencia, no merece ya el nombre de religión. (En las Actes du Colloque international de Cerisy-la-Salle (13 al 20-7-1973), Arché, Milán, 1980, dedicado a «René Guénon et l´actualité de la pensée traditionnelle», véase más particularmente la conferencia de J. Tourniac, «Reflexions sur l´oeuvre de René Guénon».) EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Algunos objetarán, sin duda, que lo sagrado no es esencial a la religión y que, conforme al Evangelio, el cristianismo se caracteriza por el amor a Dios y al prójimo y que debe desembarazarse de lo «sagrado» de origen judío o pagano. Desgraciadamente, esta opinión procede de un «libre examen» evidente, característico del protestantismo y el modernismo, y que hace tabla RASA de veinte siglos de Tradición. A pesar de una decadencia y una incomprensión crecientes, lo «sagrado» existía todavía, pero más bien como elemento residual, antes del hundimiento de los diez últimos años: el seminarista más limitado, al prepararse para recibir el subdiaconado conservaba aún el sentido de lo sagrado, y se podrían multiplicar los ejemplos. EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Esta oración fúnebre parecerá evidentemente demasiado pesimista a quienes van todavía a Solesmes o a quienes asisten a una liturgia ortodoxa. Pero los católicos que están condenados al «Novus Ordo» de la misa romana no podrán sino experimentar la pérdida de lo sagrado de que son víctimas y rechazar más todavía la pseudorreligión humanitaria que se les propone en su lugar. EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Algunos discernirán en la desaparición de lo sagrado, o en «la muerte de Dios», una especie de purificación o de «noche oscura» de la fe que precede a la aurora de la Resurrección. Otros verán ahí la «abominación de la desolación», predicha por las Escrituras y que precede a la Parusía o final de los tiempos. Se observará igualmente que lo sagrado se manifiesta actualmente fuera de las Iglesias establecidas, en ciertos movimientos marginales. Pero eso es tanto como decir que la religión se ha refugiado en las innumerables sectas que no ofrecen a sus adeptos más que una parodia y una falsa imitación de la verdadera religión. EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Como resultado de todo lo que llevamos dicho, podemos afirmar que tener actualmente el sentido de lo sagrado equivale a tomar conciencia de su desaparición: Dios ha muerto, el hombre ha muerto, lo sagrado a fortiori ha muerto, los ángeles también han muerto, la escala de Jacob se ha roto. EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Todo lo que acabamos de decir no extrañará de ningún modo a aquellos que saben a qué atenerse sobre la «edad sombría» (Kali-yuga) (Kali-yuga significa «edad mala» o «edad de conflictos». Es el cuarto y último período de la historia romana, y la traducción de kali-yuga por «edad sombría», aunque no sea etimológicamente exacto, traduce bastante bien la realidad actual.) predicha por las Escrituras y caracterizada por un número considerable de «signos», entre los cuales figura la pérdida del sentido de lo sagrado. En el final de los tiempos, es ciertamente abusivo decir que «Dios ha muerto» o que «el hombre ha muerto», pero es preciso saber reconocer que lo que está muerto –o en estado agónico– son las mediaciones entre Dios y el hombre: lo sagrado, la religión, la fe. Es más exacto decir que en el mundo moderno, desacralizado y ateo, Dios parece estar ausente: las relaciones entre Dios y el hombre se han cortado, lo que en última instancia permite dar un sentido a las expresiones abusivas que hemos citado. También podríamos decir que en razón del «endurecimiento» del cosmos, del «caparazón» que cubre el mundo actual, las influencias espirituales ya no lo traspasan (Véase R. Guénon, «El reino de la cantidad y los signos de los tiempos» cap. XVII.). El hombre privado de la gracia puede ser considerado como muerto; Dios, cuya gracia y ano desciende o es interceptada, puede igualmente ser considerado como «muerto». EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Feliz el hombre de la edad de Kali, dicen también los hindúes. En efecto, las obras de arte sagrado están en los museos o en los libros. Las torres de la catedral de Chartres se elevan en medio de un desierto espiritual; los turistas afluyen a ella, pero ya no hay seminaristas. Una ciencia puramente empírica y conjetural inventa teorías que no tienen nada que ver con la Verdad; la inteligencia de los filósofos, privada de la gracia, fabrica sistemas extravagantes y las ciencias humanas proponen explicaciones aberrantes, psicológicas y sociológicas, de la religión o del «hecho religioso». Por último, el hombre es aplastado por montañas de máquinas que le embrutecen completamente en su trabajo y en sus ocios, por no hablar de las atrocidades de la guerra, reforzadas por las mismas máquinas. Pero, como dijo el Maestro Eckhart, «no hay nada más noble que el sufrimiento». Feliz, pues el hombre de la edad de Kali: nada ha recibido, nada le será pedido. EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Esta última proposición –«yo era un tesoro oculto y he querido ser conocido; por eso he creado el mundo»– proporciona la clave y el fundamento ontológico de lo sagrado: el mundo. no se trata del «mundo» en el sentido neotestamentario, donde esta palabra designa el reino de Satán, «príncipe de este mundo». se trata del mundo (mundus=puro) saliendo de las manos del creador o también o también del Cosmos, del «caos organizado» por el Fiat Lux («Sea la luz», primera palabra de Dios al comienzo del Génesis.). Este mundo es esencialmente sagrado, pero no en el sentido de «puesto aparte» que esta palabra tomará después en razón de la Caída y la desacralización progresiva del Cosmos (A menos de considerar el «caos organizado», el Cosmos, como una sacralización (primordial) del caos de las posibilidades, una «puesta aparte» de las posibilidades de manifestación por relación a la nada. En este sentido, la existencia es sagrada.). EL SENTIDO DE LO SAGRADO

El misterio comienza o persiste cuando se afirma, por una parte, que la «Caída» era inevitable por el simple hecho de que el mundo no es Dios y, por otra, que es imputable al hombre (véase Rom I,18-32). Se puede decir también que el mundo es sagrado, pero que no es divino, lo que le confiere solamente su función de mediador entre Dios y el hombre. EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Si en el origen todo es sagrado y si la naturaleza virgen sirve de templo a la divinidad y al hombre, al final de los tiempos, como hemos suficientemente desarrollado, todo está desacralizado. Entre ambos extremos, el hombre tiene necesidad de templos, siendo precisamente el templo una imagen o símbolo del Cosmos. Así a lo largo de toda la historia, lo sagrado aparece en su significado y en su papel más propio: elementos de este mundo «puestos aparte», «consagrados» para la mediación entre Dios y el hombre. La Iglesia y el orden sacramental, el sacerdocio, el sacrificio (sacrum facere), el arte sagrado, pertenecen con toda evidencia al dominio de lo sagrado. EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Es interesante, por último, señalar que los «hechos sagrados» de los que hemos hablado están atestiguados por la presencia de los ángeles, cuya función mediadora los emparenta con lo sagrado, y a los que se vuelve a encontrar en la Parusía (Mat 24,31; 25,31). A este respecto, nunca se insistirá demasiado en el papel de los ángeles, intermediarios entre Dios y el hombre. El episodio de la escala de Jacob lo afirma netamente y la historia de Natanael (Jn I, 45-51) nos parece particularmente iluminadora; Jesús minimiza el acontecimiento de la higuera y declara: «De cierto, de cierto os digo: de aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a loa ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre». Todo esto ilustra y confirma la teoría de los «tres mundos», sirviendo el mundo informal (o angélico) de intermediario entre la manifestación formal y lo no-manifestado. EL SENTIDO DE LO SAGRADO

Esta decadencia puede resumirse en dos puntos principales: 1) Desaparición del esoterismo occidental, con la supresión de la Orden de los Templarios y de las Ordenes de Caballería, que se consuma con la ruptura con el mundo oriental; perdidas progresivas de las tradiciones de oficio: el artesano y el constructor de catedrales encontraban en su arte una verdadera iniciación, y «temas de meditación» en el transcurso mismo de su trabajo «litúrgico» y sagrado, lo que les dispensaba de hacer media hora de meditación todas las mañanas, meditación que rápidamente se olvida a continuación en la labor cotidiana «profana». 2) Como consecuencia de lo que precede, separación de la religión y de la vida, realizada por el Renacimiento. Habiéndose vuelto paganas la vida, los oficios y las artes, el hombre a no encuentra más en el simbolismo de las cosas el alimento natural de su vida espiritual. La ciencia profana acentúa la pérdida del simbolismo de la naturaleza y es necesario crear medios artificiales, de orden sicológico, para regenerar imperfectamente una mentalidad espiritual que, ya no siendo engendrada por la «eficacia sacramental» del mundo exterior, tiende a ser puramente «interior», imaginativa y sicológica. La perdida del sentido espiritual de las cosas desembocará en una reacción protestante contra una religión de practicas que se han vuelto puramente «formalistas», para no mantener más que el culto «en espíritu y en verdad» preferible a un «ritualismo» desespiritualizado. REFLEXIONES SOBRE LA ORACIÓN I

En el esoterismo (el conocimiento interno), por el contrario, podemos ver que en realidad, y por la fuerza de las cosas, nada de lo que nos ofrece la naturaleza es en sí mismo un obstáculo espiritual; muy por el contrario, el hecho de que la naturaleza nos conceda tal “consuelo” – el hecho mismo de que sea la naturaleza la que nos lo concede y de que nosotros no inventamos nada – ése hecho prueba que el don “consolador” posee una virtualidad sacramental, ya sea que nosotros seamos capaces de captarla o no. La primera condición de esta capacidad es la elevación del carácter, insistimos, y por lo tanto también el sentido de lo sagrado; pues solamente la belleza del alma permite asimilar espiritualmente la belleza de las cosas. NOTA SOBRE LA ORACIÓN

De todo ello resulta que la belleza que se percibe en el exterior – por ejemplo la “dama” del caballero o la obra de arte sagrado – debe ser descubierta o realizada en el interior, pues nosotros amamos lo que somos y somos lo que amamos. La belleza percibida es no solamente la mensajera de un arquetipo celestial y divino, sino que también es, y por ello mismo, la proyección exterior de una cualidad universal inmanente en nosotros, y evidentemente más real que nuestro ego empírico e imperfecto, que busca a tientas su identidad. NOTA SOBRE LA ORACIÓN

Toda la historia de Israel converge hacia este acontecimiento, y la historia de la Iglesia es la prolongación de ello. Esta «Historia Santa» a comenzado en Abraham y se acabará en la Parusia. La primera venida de Cristo aparece como una anticipación de la segunda, y la historia de la Iglesia parece reproducir las diferentes fases de la historia de la Theotokos, que es el prototipo de la Iglesia, tan bien como la historia de su Esposo, el Cristo, o, si se prefiere, el Espíritu Santo (Por que es el Espíritu que el Cristo ha enviado y es también el Espíritu que es el Esposo de la Virgen.). En esta perspectiva «mística», toda la Historia Santa aparece como ordenada al moldeamiento de la Esposa sagrada. Se puede hablar de «hierogamia», de matrimonio sagrado entre el Esposo divino y la Esposa. La Unión hipostática puede ser vista como el matrimonio sagrado de la Naturaleza divina y de la naturaleza humana. El «Cantar de los Cantares» es el anuncio profético de esta boda. El Apocalipsis celebra las «bodas del Cordero», la «Mujer vestida de Sol», la «Jerusalén celeste» adornada como una esposa. El Cántico espiritual de San Juan de la Cruz, canta la Unión mística del alma, y del Esposo divino. San Pablo ve el matrimonio cristiano como e símbolo de la unión del Cristo y de la Iglesia (Ef. V, 25,32). SOBRE EL MEDIADOR

En el retorno de la multiplicidad a la Unidad no es la multiplicidad de los egos individuales como tales lo que retorna al Principio, sino los «fragmentos» de la Divinidad dispersos en los seres, y no es sino por la «muerte» de dichos egos que la Deidad desmembrada es restaurada en su integridad y su plenitud primeras. Así, la multiplicidad de los seres se presenta bajo dos aspectos recíprocamente inversos: en el sentido de la «caída», del «pecado» o del «mal», lo que se manifiesta es la «separatividad», con la ignorancia de nuestro verdadero Sí y la ilusión egoísta o altruísta; en el sentido del retorno a la Unidad, la multiplicidad de los seres aparece por el contrario como liberada de todas las limitaciones individuales que les separan, para constituir una «multiplicidad integral» o «unificada», una realidad «única», un Pléroma unido a la Deidad de una manera inefable, más allá de toda dualidad y de toda distinción. Es desde esta perspectiva que puede considerarse la «reintegración» de todo en el Uno como un matrimonio sagrado, como la unión mística de la Esposa y el Esposo. Este matrimonio sagrado se basa en una doble Muerte o en un Sacrificio doble: la Muerte y la Deidad, previamente dispersa en sus hijos, y la muerte de los egos individuales en el retorno a la Unidad. Tal es, tanto como pueda ser susceptible de analizar, el misterio del Amor y de la Muerte. CONSIDERACIONES SOBRE LA MISA

En la perspectiva cristiana, este misterio adopta un «color» especial: está enteramente centrado en Cristo y la Iglesia. Cristo es a la vez Sacerdote y Víctima, Dios y hombre. Se ofrece a sí mismo en Sacrificio al Padre, y con él toda la Iglesia. El Sacrificio comienza en la Encarnación, ya que el Verbo se une a una naturaleza «virgen», desprovista de personalidad humana (unión hipostática), sin ego individual. El doble aspecto del Sacrificio aparece en el hecho de que el Verbo mismo «desaparece» adoptando la condición de esclavo (Fil., II, 5-11), pero a la vez la naturaleza humana «asumida» por el Verbo es ella misma inmolada en cierta manera. Tal es, en el misterio de la Encarnación, la realización del matrimonio sagrado, de la unión mística entre el Esposo y la Esposa. Además, este misterio se continúa hasta el Calvario (Fil. II.8) donde la santa Humanidad del Salvador es inmolada, «absorbida» por el Padre, con el fin de que, por una parte, pueda nacer la Iglesia, salida del costado atravesado de Cristo, y que, por otra parte, pueda realizarse la Resurrección y la «exaltación» (Fil., II, 9, Juan III, 14-15; XII, 32): la Víctima inmolada en el Calvario es el «resumen» de toda la Iglesia, del Cuerpo de Cristo que debe ser inmolado a su vez y resucitar con la Cabeza. Somos aquí abajo los miembros dispersos de este cuerpo (Juan XI, 52), y la participación en el sacrificio de Cristo reúne a dichos miembros en una «Asamblea santa», la «santa plebe de Dios» que muere y que con él resucita. Ya el bautismo implica el mismo significado (Rom., VI, 4), y la Eucaristía (o la Misa), que no es sino la continuación del único Sacrificio de esa única Víctima, será la realización, en la Iglesia, de la Muerte y la Resurrección del Salvador, por la muerte y la resurrección de su Cuerpo Místico: el matrimonio sagrado, la unión mística de los Esposos, es esencialmente un sacrificio recíproco, una Muerte y una Resurrección. CONSIDERACIONES SOBRE LA MISA

La última cita que acabamos de dar nos invita a hablar del simbolismo de la piedra. Nosotros somos las piedras endurecidas que deben volverse «asimilables» como el pan; somos las piedras dormidas en las que Dios debe entrar para «despertarlas»; somos la piedra de donde puede extraerse la chispa, tal como claramente indica el Fuego nuevo sacado de la piedra en el transcurso de la liturgia del Sábado Santo; somos la piedra bruta que debe ser tallada para servir a la construcción del edificio, «para formar un templo santo en el Señor» (Ef., II, 21), que es la «piedra angular» (Ef., I, 20), y que también es la peña rota por el bastón de Moisés, de donde brota el Agua de la Vida. El edificio de las piedras talladas simboliza al «pueblo de Dios» hecho de piedras vivientes, pues una catedral o una iglesia románica es evidentemente el símbolo de la Esposa-Iglesia: el conjunto bien ordenado, edificado sobre el fundamento de los Apóstoles y los profetas (Ef., II, 20), diseña la estructura jerárquica coronada por la «piedra angular». A las piedras talladas que representan los fieles deben añadirse las piedras esculpidas que representan a los Profetas, los Apóstoles, los Santos y la Virgen. Todo esto nos permite comprender que una iglesia de hormigón es una «desgracia de los tiempos» que no se presta a ningún simbolismo, y se acaba por construir iglesias que parecen un garaje o un cine. En las iglesias bizantinas, la base rectangular y la cúpula circular simbolizan la unión del Cielo y de la Tierra, lo que constituye otro aspecto, esta vez cósmico, del matrimonio sagrado del Esposo y de la Esposa; de esta forma, las artes plásticas también participan de la celebración del misterio, y ésta es la verdadera razón de ser del Arte sagrado (Sobre el simbolismo de la piedra referida a Cristo y a la Iglesia, ver Jean Tourniac, Symbolisme maçonnique et Tradition chrétienne, 3ª parte, cap. III, y Les Tracés de la Lumière, caps. VII y VIII.). CONSIDERACIONES SOBRE LA MISA

En la cumbre de la Ascensión mística, el sacrificio ritual se transforma en el Sacrificio espiritual, el sacrificio exterior se hace «Sacrificio interior»; la Jerusalén de abajo deviene la Jerusalén de lo alto, el sacrificio eucarístico deviene el sacrificio de alabanza; la tierra de Israel según la carne se transforma en el Israel según el Espíritu, la Esposa del Cántico deviene la Esposa del Cordero; el matrimonio sagrado debe finalmente ser consumido en el Corazón: el Alma-Esposa, abrazada por el Esposo divino, no hace más que uno con él. El Sacrificio se hace Beatitud; «Misericordia quiero, que no sacrificio…» (Mat., IX, 13); la leyenda se hace «Historia» o más bien «Realidad suprema»: la Blancanieves-Psique, sumida en el sueño de muerte tras haber mordido el fruto del bien y del mal, permanece así hasta que la despierta el Eros divino y el fruto cae de sus labios; el Sacrificio se transforma en el milagro de la Resurrección y de la Vida, del Conocimiento y del Amor, y el «alma» vuelve a ser «aquello que era en el principio». CONSIDERACIONES SOBRE LA MISA

Esta historia, para los Hebreos, comienza a la salida de Egipto (el Exodo). Se lee en el texto la institución de la Pascua (Exodo XII, 14): «Ese día será para vosotros como un memorial, y lo haréis solemne como una fiesta para YHVH (YHVH, tetragrama sagrado del Nombre inefable de Dios. Los judíos dicen «Adonai» (mi Señor) cuando leen la Biblia. La vocalización Jehová es antigua, pero la de las Biblias modernas (Yave o Yahveh) no tiene ningún sentido.); para todas vuestras generaciones, lo celebrareis como una institución perpetua». Se ve claramente por este texto como hay que entender la palabra memorial: no como un simple recuerdo, sino una institución divina destinada a perpetuar las intervenciones salvadoras de Dios. EL MISTERIO PASCUAL

En el caso particular de la Pascua, hay que distinguir dos cosas: la comida y el sacrificio. El cordero debe ser inmolado el decimocuarto día del mes; su carne debe de ser comida con panes sin levadura y hierbas amargas; los participantes deben comerlo apresuradamente, los cinturones atados, las sandalias en los pies, y el bastón en la mano, porque es la hora de la Liberación (El padre Stéphane ha puesto en mayúscula esta palabra. Sin duda pensaba él en la Liberación final tal como René Guénon la expone en El hombre y su devenir según el Vedanta.): «Es la Pascua de YHVH» (Exodo XII, 11). En cuanto a la sangre del Cordero, se debe ponerla en el dintel y los dos flancos de la puerta, de manera que YHVH pasando para castigar a Egipto y viendo la sangre en la puerta, no permita al Exterminador entrar en las casas para castigar a todos los recién nacidos. Y si, a continuación, los hijos de Israel preguntan: «¿Qué significado tiene para vosotros este rito sagrado?» habrá que responder: «Es un sacrificio de Pascua en honor de YHVH, que ha pasado de largo las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando golpeó Egipto y salvó nuestras casas» (Exodo XII, 27). (Se encuentra ahí el significado de la palabra «Pascua» (pasach = él ha pasado)) EL MISTERIO PASCUAL

1. El Arte sagrado, que es una expresión o un modo de la Revelación, tiene como función la de «representar» – rendir presentes – las Realidades celestes, o los Arquetipos eternos de todas las cosas, y comunicar así al alma del contemplativo la virtud transformante, alquímica, santificante de la Luz Increada (La luz que los Apóstoles han contemplado durante la Transfiguración.) . el Arte sacro no es por lo tanto y de ninguna manera la expresión de la sicología individual del artista y de sus fantasías más o menos patológicas (Es equivalente decir que una obra de Arte tiene necesariamente un «contenido inteligible» en el sentido platónico en el que el mundo sensible no es más que un símbolo del mundo inteligible; la obra de Arte sacro «reenvía» a su Prototipo celeste y sirve así de «soporte de meditación» o de contemplación; el sujeto humano que contempla la obra es puesto así en relación, gracias al «contenido inteligible» de esta, con el Prototipo celeste correspondiente (la Virgen, Cristo, en el caso de un Icono). Todo esto supone que la obra de Arte es objetivamente conforme a su Prototipo y que el alma del contemplativo está purificada por la ascesis e iluminada por el don de la Inteligencia que permite romper los límites del mental y escapar a la vez al racionalismo y al sentimentalismo.). VARIOS ESCRITOS SOBRE ARTE