D. ¿Cuál es el efecto propio del Nombre? — M. El apaciguamiento de la mente: el cuerpo es una red de sensaciones y de instintos. El yo es una red de imágenes y de deseos. Todo esto forma parte de la corriente de las formas, que no es de ninguna manera nuestro verdadero «Si-mismo». El Nombre supremo es la expresión y el continente de nuestro verdadero Si-mismo: él no pertenece a la corriente de las formas; en él nosotros somos Nosotros-mismos. El es la «Forma de lo Supra-Formal», la «Forma Sin-Forma», la «Manifestación de lo No-manifestado». Shankara dice: «Discierne lo efímero de lo Real, repite el santo Nombre de Dios, y apacigua así al pensamiento inquieto». 387 Abbé Henri Stéphane: DIALOGO SOBRE LA ORACIÓN
«Dixit insipiens in corde suo: no es Deus» (Sal. XIV,1) (El insensato a dicho en su corazón: no hay Dios. Aquí, insipiens designa a aquel que no tiene sabiduría.). Aquel que está en lo Incognoscible, cuya mente está tranquilizada y que no se goza con nada más, ha dicho en su corazón: Dios no está. Ya que si Dios está, todo el Universo, el mundo y el ego están con El, y la Existencia Universal (Maya) envuelve al Si-mismo con una nube impenetrable: «Dios no aparece más que cuando todas las criaturas lo enuncian… Es por eso que rogamos a Dios que nos libere de Dios» (Eckhart). (Ver El Misterio de la Deidad en Maestro Eckhart y San Dionisio el Areopagita, (tratado I.5)) 497 Abbé Henri Stéphane: EL SI-MISMO
Uno puede disertar indefinidamente sobe Dios, el mundo, el hombre, el bien y el mal, la vida, la muerte, el cielo, el infierno, todo esto no lleva a nada: Atma permanece prisionero de Mâyâ. No es necesario disertar sobre el Si-mismo: «Nada se puede decir del Principio, quien habla de ello se equivoca» (Lao-Tse): es necesario liberar al Si-mismo de los estorbos sicológicos del ego por medio de la pobreza en espíritu: «El Reino de Dios no es para nadie sino para el muerto perfecto» (Eckhart); «Dichosos los muertos que mueren en el Señor» (Apoc. XIV. 13). 499 Abbé Henri Stéphane: EL SI-MISMO
Lo que constituye el «saber propio» del hombre, es que Dios existe, que el Universo existe, que él mismo existe. Debe vaciar su mente de este conocimiento «objetivo» que está «sobreimpuesto» al Si-mismo (Shankara) y decir en su corazón: «Dios no está». Negando el Principio mismo de la manifestación y de la objetividad (o de la «objetivación»), él permite al Si-mismo afirmarse él mismo in corde suo. La frase dixit insipiens debe de relacionarse con el Si-mismo; ella es pronunciada en el corazón y el Si-mismo dice: «No hay Dios». En lenguaje teológico, es la Palabra eterna pronunciada por el Padre engendrando al Hijo Unico: «Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy» (Sal. II,7); es así como el hombre debe «dejar a Dios operar lo que le place» ya que, dice también Maestro Eckhart, «el Padre no puede querer mas que una cosa, y es engendrar al Hijo Unico», lo que supone que, por su parte, el hombre permanece enteramente disponible. Toda racionalización, todo discurso, toda discusión, van en contra de esta disponibilidad. En terminos vedanticos, cuando las cinco envolturas (kosha) que envuelven el Âtmâ (anna, prâna, manas, vijñâna, ânanda, – el cuerpo grosero, el hálito vital, el mental, el intelecto y la felicidad) han sido rechazadas por el aspirante, lo que subsiste al termino del análisis, es el Testigo, el Si-mismo, Âtmâ. 503 Abbé Henri Stéphane: EL SI-MISMO
El Si-mismo, es «Eso» (eseidad) que la mente recubre de esencia (quididad). San Alberto el Grande dice: «Yo digo: Dios es una esencia, pero inmediatamente, yo lo niego, diciendo: Dios no es una esencia; Dios es una esencia más allá de toda esencia. Procediendo así, mi inteligencia se establece en el infinito y se oculta» 505 Abbé Henri Stéphane: EL SI-MISMO
La identidad entre «Ishwara» y «Jiva» proclamada por el mantra: «Tu eres eso» (Tu eres Eso, tat tvam asi, gran mantra (mahâvâkya) sacado de la Chândogya Upanisad (VI, 8,7)), aparece la contradicción aparente entre estos dos términos se sobrepasa; esta contradicción es creada por las sobreimposiciones: ella no existe realmente. Si se trata del Señor (Îshwara) la sobreimposición es Mâyâ o la Ignorancia; si se trata del «alma particularizada» (Jîva), esta vez son las cinco envolturas –ellas mismas, en efecto, envolturas de Mâyâ–, las que se interponen. Es por lo tanto indispensable disginguir estas dos sobreimposiciones, tanto las que se aplican a Îshwara como las que se aplican a Jîva: es necesario negar a Dios tanto como al ego: entonces subsiste solo el Testigo, el Si-mismo, Âtma. (El ateo que niega a Dios tendría razón, si fuera capaz al mismo tiempo de negar el ego y el mundo, lo cual no lo hacen ni el materialista ateo, ni el existencialista ateo.) 507 Abbé Henri Stéphane: EL SI-MISMO
La definición escolástica del Si-mismo, dada por René Guénon: «El Si-mismo es el Principio transcendente y permanente del cual el ser manifestado, el ser humano por ejemplo, no es más que una modificación transitoria y contingente, modificación que no podría además afectar de ninguna manera al Principio (René Guénon, El Hombre y su Devenir según el Vedanta.)», plantea el discernimiento fundamental entre lo Real y lo Irreal: Âtmâ y Mâyâ, Brahma y su Shakti. Este discernimiento es el previo indispensable a la realización de la Identidad: «Tu eres Eso». Antes que negar a dios y al ego, hay que comenzar por afirmar a Dios y reconocer que el ego es ilusorio frente a Dios. 509 Abbé Henri Stéphane: EL SI-MISMO
«Realidad absoluta, Inteligencia absoluta, Beatitud absoluta, «sat-chit-ânanda) ¡el Si-mismo que es infinito e inmutable, es Brahma y tu eres ese Brahma! Medita entonces en él, en el loto de tu corazón» (Shankara). 513 Abbé Henri Stéphane: EL SI-MISMO
El hombre debe callarse y escuchar lo que Dios dice de si mismo. El habla del Universo, y el hombre lo reconoce como Creador y Maestro. En el Islam, Dios se declara el Único, el «Uno sin segundo»: «No hay divinidad si no es la Divinidad», y el hombre no es más que el servidor de la Unidad. En el Sinai, Yaveh revela su «Nombre» (Yo soy), él se revela como el Existente. En la India, aparece como «Paramâtma», el Supremo Si-mismo de todos los «si-mismos», o como el «Paranirvâna», el Supremo Vacío, es decir el Pleroma, la Plenitud. En la revelación cristiana, él se revela como Padre, por el Hijo, en el Espíritu, y el hombre se vuelve hijo adoptivo. 1200 Abbé Henri Stéphane: DIOS