O PEREGRINO QUERUBÍNICO — LIVRO I
EPIGRAMAS 201 a 210
I, 201: ¿Por qué nace Dios?
¡OH misterio inconcebible! Dios se perdió Él mismo,
por eso quiere renacer en mí.
I, 202: La alta estima.
¡OH alta estima! Dios salta de su trono,
y me sienta sobre él en su Hijo amado.
I, 203: Siempre lo mismo.
LLEGUÉ a ser lo que era, y soy lo que he sido,
y lo seré eternamente, si se curan cuerpo y alma.
I, 204: El hombre es la más alta de las cosas.
NADA me parece alto: yo soy la cosa más alta,
porque aun Dios, sin mí, es diminuto para Él mismo.
I, 205: El Lugar es el Verbo.
EL Lugar y el Verbo son uno, y si no hubiera Lugar,
(¡por la eternidad eterna!), no habría Verbo.
I, 206: ¿Cómo se llama el Hombre Nuevo?
SI quieres conocer al Hombre Nuevo y saber su nombre,
pregunta primero a Dios cómo suele nombrarse.
I, 207: El festín más bello.
¡OH dulce festín! Dios mismo será el vino,
la vianda, mesa, música y sirviente.
I, 208: La bienaventurada intemperancia.
¡DEMASIADO nunca es bueno!, odio la intemperancia:
pero quisiera estar tan pleno de Dios como Jesús.
I, 209: Como la boca, la bebida.
LA ramera Babilonia bebe sangre, y bebe muerte:
¡oh gran diferencia! Yo bebo sangre, y bebo Dios.
I, 210: Cuanto más entregado, más divino.
LOS santos están tan ebrios de la divinidad de Dios,
cuanto están en Él perdidos y abismados.