Valentino Prólogo João

Irineu de Lião — CONTRA AS HERESIAS
Comentários valentinianos ao PRÓLOGO DO EVANGELHO DE JOÃO
Livro I 8,5. Además enseñan que Juan, el discípulo del Señor, habría dado a conocer la primera Ogdóada. Estas son sus propias palabras: Juan, el discípulo del Señor, queriendo exponer el origen de todas las cosas, es decir el modo como el Padre las ha emitido, comenzó estableciendo un Principio que fuera como el cimiento, o sea el Primogénito de Dios, por lo cual lo llamaron el Hijo y el Dios Unigénito: en él el Padre sembró todas las cosas a modo de semilla. Este Principio a su vez emitió al Verbo y, en él, toda la substancia de los Eones, a los cuales el mismo Verbo dio forma posteriormente. Y como Juan habla de los orígenes, es claro que parte del Principio, es decir del Hijo, (533) y elabora la doctrina del Verbo. Dice así: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba ante Dios, y el Verbo era Dios. El estaba en el principio ante Dios” (Jn 1,12).

Al inicio distingue tres cosas: Dios, el Principio y el Verbo; en seguida los une. Lo hace para mostrar la emisión de ambos, es decir del Hijo y del Verbo, y en seguida la unidad que hay entre ambos y de ambos con el Padre. El Principio, en efecto, se origina del Padre y está en el Padre, y el Verbo proviene del Principio y está en el Principio. Por eso habría dicho justamente: “En el Principio estaba el Verbo”, porque estaba en el Hijo. “Y el Verbo estaba ante Dios”, porque es el Principio. “Y el Verbo era Dios” en consecuencia: pues lo que ha nacido de Dios es Dios. “El estaba en el Principio ante Dios”, muestra el orden de la emanación. “Todo fue hecho por él, y sin él nada ha sido hecho” (Jn 1,3), pues el Verbo es la causa de la formación y generación de los Eones que después de él vinieron. “Y lo que a sido hecho en él era la Vida” (Jn 1,34): estas palabras significan el matrimonio, pues en él ha sido hecha toda Vida. Luego ésta, que ha sido hecha en él, le es más cercana que las cosas que fueron hechas por él: pues está con él y por él produce fruto. Por eso dice: “Y la Vida era la luz de los hombres” (Jn 1,4): (536) con esta palabra “hombres” dio a entender la Iglesia terrena, pues con este solo nombre quería indicar la comunión del matrimonio, ya que del Verbo y la Vida son engendrados el Hombre y la Iglesia. A la Luz la llamó la Vida de los hombres, porque los iluminados por ella son los formados y manifestados.

Pablo dijo lo mismo: “Todo lo que se manifiesta es luz” (Ef 5,13). Porque la Vida manifestó y engendró al Hombre y la Iglesia, se le llama su Luz. Mediante estas y otras palabras Juan claramente dio a entender la segunda Cuaterna (Tetráda), el Verbo, la Vida, el Hombre y la Iglesia. Pero también insinuó la primera Cuaterna. Pues hablando del Salvador y enseñando que él dio forma a todas las cosas fuera del Pléroma(87), al mismo tiempo descubre que este Salvador es el fruto de todo el Pléroma. Pues lo llama “Luz que brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no lo recibieron” (Jn 1,5) porque, a pesar de haber armonizado él todas las cosas que fueron hechas de la pasión, éstas no lo conocieron. También lo llama Hijo y Verdad y Vida, y añade que el Verbo se hizo carne, cuya gloria hemos visto, y se trataba de la gloria del Unigénito, que el Padre le concedió, llena de Gracia y de Verdad. Pues Juan dice lo siguiente: (537) “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de Gracia y de Verdad” (Jn 1,14). Estas palabras describirían con toda exactitud la primera Cuaterna: el Padre, la Gracia, el Unigénito y la Verdad. Por eso Juan habría dicho acerca de la Ogdóada, primera Madre de todos los Eones: pues se habló del Padre, la Gracia, el Unigénito, la Verdad, el Verbo, la Vida, el Hombre y la Iglesia. Esto dice Ptolomeo(88).