Antonio Orbe — CRISTOLOGIA GNÓSTICA
Los valentinianos se abren a otra perspectiva (v. agonistes). El fundador, en una homilía a los suyos, habíales significado el destino «salvífico» a que venían destinados para el mundo, como inmortales hijos de Dios (Stromata IV). Aunque no los presentaba como guerreros, supo Clemente Alejandrino traducir sus palabras en módulos de combate:
Si el linaje superior (= los espirituales) viene a destruir al Thanatos, (resulta que) no abolió Cristo el Thanatos, a no ser que digamos que era consustancial con ellos. Mas, si le abolió a fin que no afectara al linaje superior, no son éstos — los émulos (oí antimimoi) del creador — quienes acaban con el Thanatos. Estos que — según su propio dogma — alientan en el alma procedente de la Mesotes, (esto es), en la imagen de ellos, la vida (que nace) de arriba; aunque afirman que esto (= la infusión de la Vida) ocurre por medio de la Madre (= Sofía).
Y agrega Clemente:
Y aun cuando dijeren que guerrean junto a Cristo contra el Thanatos, hagan profesión abierta de la doctrina que esconden, ya que osan impugnar el poder divino del creador como quien enmienda su creación — por (creerse) superiores (a él) — y tratan de salvar la imagen psíquica que no acertó él a librar de la corrupción.
Los individuos espirituales gnósticos se revelan satélites o soldados de Cristo para la salud del mundo (resp. de las almas). También ellos guerrean, y, aunque con subordinación a Cristo, el principal agonista, emprenden un combate salvífico para arrancarle al Thanatos las almas (hijas del creador) que injustamente poseía, y que era incapaz de redimir su propio padre de ellas, el demiurgo.
Que tal fuera también el pensamiento de Valentín, lo denuncia el análisis de los fragmentos de la homilía de Valentín. No sólo los ángeles, satélites natos de Jesús, sino aun los hombres espirituales, se suman a la actividad del Señor en su venida al mundo y pelean con El.
Ignoro si algunos sectarios de San Epifanio, llamados, según él, «militares» (stratiotikoi), abundaban en las mismas ideas. Subrayarían un aspecto de interés poco destacado entre gnósticos y de tonalidad ajena por completo al «agonista» eclesiástico o ciprianeo.
Los espirituales se asocian a Cristo, porque sólo Cristo es el gran Luchador, que viene a destruir el imperio de la muerte. Así le presenta un fragmento de los Excerpta ex Theodoto :
Según eso, después del reino (o dominio) del Thanatos…, como los principados y divinidades todas habían declinado (entrar en combate con él, presentóse) el gran Luchador (ò megas agonistes), Jesucristo…
Ignacio conoce el «gran atleta», sin relación alguna a Cristo: «De grande atleta es ser desollado y, sin embargo, vencer».
El gran agonista responde al gran combate. Desde muy pronto debió de figurar entre cristianos como «magno combate» el de la salvación («el combate de la inmortalidad»). Y, sobre todo, el del Salvador mismo contra la muerte (resp. el enemigo), fundamento de los futuros magnos combates de sus seguidores.
2 Clem. 7,3ss: «Corramos por el recto camino hacia el combate incorruptible y naveguemos muchos a él y combatamos, para ser también coronados… Si uno lucha en un combate corruptible y es sorprendido en falta contra las leyes del combate, se le azota y arroja fuera del estadio. ¿Qué os parece habrá de sufrir quien infringe las leyes del combate de la incorrupción?»… Añadir 2 Clem. 2,3; Séneca, ep. 78,16; P. Wendland, Die urchristlichen Literaturformen (Tübingen 1912) 357; K. P. Donfried, The Setting ofsecond Clement 128s y 84. V. Pfitzner (Agon Motif 202) apunta hacia Filón (Agric. § 120 — 21).