Henri Suso
Leonor Carreras
Excerto da apresentação da tradução em espanhol do “LIVRO DA SABEDORIA ETERNA”
Cuando lo circundante oprime y angustia; cuando no obtenemos respuestas en lo que nos rodea, o los valores que creíamos poseer se nos escurren como arena entre los dedos. . . nos acucia una sed de Infinito en medio de la mísera pequeñez, de las limitadas proporciones que se nos ofrecen y el hombre eleva los ojos del alma hacia las Alturas buscando el sereno resguardo del Espíritu.
Es ahí, en esos cruciales momentos, que tienen valor las lecturas de aquellas palabras que expresan estados beatíficos, escritas — no importa cuánto tiempo hace — por hombres excelsos. Palabras que conducen a la reflexión, que inducen a la contemplación, que llevan a la meditación recogida e íntima.
Hoy tienes en tus manos, amigo lector, la obra del Beato Suso escrita hacia el 1327.
Lo conocemos por Beato Suso, pero su nombre era Heinrich von Berg. Debido a la especial veneración de sus contemporáneos, este fraile de la Orden de los Predicadores fue elevado a los altares en la beatificación concedida por el Papa Gregorio XVII, en 1831. Se estableció como su día de culto o fiesta, el 11 de marzo.
Noble por nacimiento, modesto y humilde por naturaleza; sereno y austero; firme hasta la severidad — aun ante lo adverso — por convicción, el Beato Suso nos transmite en palabras conmove-doramente bellas, su experiencia personal de aquel “experimentar lo Divino en nosotros”.
¿Cómo leer, sin extasiarse, a quién tuvo en plena juventud — a los 18 años — su primera “unión mística con Dios “?
Para él, quienes temen a Dios no pueden conocerlo verdaderamente. Se debe derrotar el temor con el Amor, y para ello urge “buscar al Amado, Amarlo fervientemente y servirle continuamente”.
Discípulo de Meister Eckart, insistió en la auténtica interpretación de sus escritos y temió que los copistas permitieran una mala o desviada ínter-‘ pretación.
Es uno de los místicos alemanes de la Edad Media, que nos llega de manera directa a nuestro entendimiento por la vía del corazón — que es la vía de la Fe — debido a su fuerza, a su ternura, su comprensión, su sinceridad y su innegable espiritualidad, pues supo ver los íntimos resortes de la conducta humana.
Se sentía indigno vehículo del Dador de todo bien y todo don, que inspiraba todos sus escritos y dictaba sus palabras desde esas meditaciones que tenían a veces la forma de una conversación o diálogo, entre Dios y él, como en el presente libro. Se nos aparece como un teólogo que indaga en los más profundos misterios de la religión y de la vida religiosa, del verdadero renunciamiento, del verdadero “abandono”, que lleva a una total “absorción” mística, y que escribe sobre cosas que conoce no sólo teóricamente sino en y por la experiencia misma, desde la pregunta inicial: “¿Qué es Dios? ”
Aun siendo difícil contestar por estar más allá de toda razón, es accesible al hombre por una búsqueda diligente. Dice: “Algunos maestros virtuosos una vez lo buscaron de esta forma, y sobre todo el sabio Aristóteles. El investigó el curso de la Naturaleza para hallar a su Señor, buscó ansiosamente y lo halló. Probó por el orden del curso de la Naturaleza, que debe necesariamente haber un sólo Gobernante, Ser y Señor de todas las criaturas, que llamamos Dios. Tenemos suficiente conocimiento para darnos cuenta que este Dios y Señor es un Ser substancial y eterno. No tuvo antes ni después”.
“Es simple, completamente indiviso (a diferencia del hombre que se compone de cuerpo y alma), inmutable; un Espíritu incorpóreo. Su esencia fo naturaleza esencial) es Su vida y actividad. Su inteligencia esencial conoce todas las cosas en El y por El. Es placer infinito y alegría en Si Mismo. Es, para Sí y para todos aquellos que han de gozar de Su contemplación supernatural, inefable, una bendición que trae alegría”.. .
“Este Ser Divino es de tal naturaleza que el ojo mortal no puede observarlo en Si Mismo, mas lo vemos en su obra así como hallamos las huellas de un artesano en sus obras”. Pero. “si podemos conocerlo así, indirectamente, también lo podemos conocer directamente. Todo esto es sólo el preludio de algo mas alto: la unión esencial o absorción”.
“Dios es un Ser simple, puro; es la primera y más alta causa de todas las cosas creadas; y por virtud de Su Omnipresencia El incluye a todo lo que viene a ser en el tiempo, como principio y fin de todas las cosas”.
Lo define también como la “nada” o “abismo profundo” significando que “El existe en un sentido en que ninguna creatura humana puede existir ya que El tiene una existencia plena. Ningún nombre pensado puede describirlo y mejor sería no nombrarlo para no reducirlo a nuestra estructura mortal”. Esa “nada” sugiere lo Infinito, lo indiferenciado, incomprensible para las limitaciones de nuestro intelecto.
De la unión mística nos dice que es “una unión de voluntades en la que el alma pierde toda conciencia de tiempo y hasta su propia identidad separada. ..”
Todas las páginas de este libro nos envuelven en atmósfera de serenidad, diluyendo diferenciaciones y separativismos en lo a-formal de una universal plenitud que es, la Unidad Substancial subyacente cual “profundo abismo”, “nada”, Dios, Verdad. ..
Al leerlas, el Espíritu transmuta su firmeza de roca inerte en levedad inexpugnable de vuelo. . . se sutiliza y trasciende la densidad de lo corpóreo hasta fundirse en la infinitud de lo Perfecto. . .
Fuera quedan del hombre sus miserias y dolores, dejando ya de pertenecerle. Dentro suyo crece y se agiganta la Luz.. . lo envuelve y lo ilumina. Lo diafaniza con sus esplendores. .. la mente se aquieta. Se es Uno con El… y la Luz surge desde las entrañas mismas de nuestra corporeidad. . .
Si los esforzados obreros de Dios que hacen llegar hoy este Libro hasta tus manos, . amigo Lector, han abierto las puertas para que tu Espíritu emprenda el raudo vuelo por las sutiles rutas de la Fe y del Amor. .. ¡Bendito sea Aquel que les permitió servirte!