Esta recepción y bienhadada fruición del Cuerpo de Nuestro Señor no dependen sólo de la ingestión exterior, sino que se dan también cuando se comulga espiritualmente con el ánimo ansioso y unido (a Dios) en la devoción. Esto lo puede hacer el hombre con una confianza tal que llega a ser más rico en mercedes que ninguna persona en esta tierra. El hombre puede hacerlo mil veces por día y más aún, se halle donde se hallare, esté enfermo o sano. Pero debemos prepararnos para ello como si fuéramos recibiendo el sacramento, bien ordenadamente y de acuerdo con la fuerza del deseo. Mas si uno no tiene el deseo, que se estimule y prepare para tenerlo y que actúe conforme a ello, así llegará a ser santo en este tiempo y bienaventurado en la eternidad; pues seguir a Dios e imitarlo, esto es la eternidad. Que nos la dé el Maestro de la verdad y el Amante de la pureza y la Vida de la eternidad. Amén. TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 20.
Cuando un hombre quiere recibir el Cuerpo de Nuestro Señor que acuda sin grandes preocupaciones. Pero conviene y es muy útil confesarse antes, aun sin tener conciencia de haber pecado, (sólo) para (obtener) el fruto del sacramento de la confesión. Mas, si hubiera alguna cosa que lo declarara culpable y él, a causa de sus obligaciones, no fuera capaz de confesarse, entonces, que se reúna con su Dios, declarándose culpable ante Él con gran arrepentimiento y conformándose hasta que disponga de tiempo para confesarse. Si en el ínterin se olvida de la conciencia o del reproche del pecado, podrá pensar que Dios lo había olvidado también. Antes que con los hombres hay que confesarse con Dios, y cuando se es culpable, tomar muy en serio la confesión ante Dios y acusarse con rigor. Cuando uno quiere recibir el sacramento, tampoco debe pasar por alto con ligereza esta última (obligación) ni dejarla a un lado a causa de la expiación exterior, porque (sólo) la disposición de ánimo del hombre en sus obras es justa y divina y buena. TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 21.