El hombre nunca ha de tener una opinión tan buena de una obra, ni debe ejecutarla (considerándola) tan acertada, que en ningún momento se sienta tan libre y seguro de sí mismo en las obras, que su entendimiento en ningún instante se vuelva ocioso o se duerma. Debe elevarse continuamente con las dos potencias: el entendimiento y la voluntad, y al hacerlo aprehender en grado sumo lo mejor de todo para él, y debe cuidarse con prudencia de que exterior e interiormente no le suceda ningún daño; (si procede) así, no desatenderá nunca nada, en ninguna cosa que sea, sino que progresará mucho (y) sin cesar. TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 8.