Pistis Sophia Figueira

Pistis Sophia — FIGUEIRA INFRUTÍFERA
Excertos de Antonio Orbe, Parábolas Evangélicas em São Irineu

«En esto vio Jesús una mujer que había venido para hacer penitencia (metanoein). La había bautizado tres veces y no había (ella) hecho lo (conveniente y) digno de los bautismos. Y el Salvador quiso tentar (peirazein) a Pedro, por ver si sería compasivo y perdonador, como se lo había recomendado. Habló a Pedro: ‘Mira, tres veces he bautizado yo a esta alma (psyche) y (aun) esta tercera vez no ha hecho lo condigno a los misterios de la Luz. ¿Por qué impurifica hasta el cuerpo? Ahora, pues, Pedro, lleva a cabo el misterio de la Luz, que aparta a las psychai de las herencias de la Luz. Realiza aquel misterio para que aparte el alma de esta mujer de las herencias de la Luz’. El Salvador con tales palabras tentó peirazein a Pedro por ver si sería compasivo y perdonador. Luego que las dijo, pues, el Salvador, habló Pedro: ‘¡Señor mío! Déjala todavía por esta vez, a fin que le demos los misterios altos, y si es apta, tú la haces heredera (kleronomein) del reino de la Luz; si no lo es, la mandas separar del reino de la Luz’. En estas palabras de Pedro conoció el Salvador que Pedro sería compasivo como El y perdonador. Luego que sucedieron tales cosas, habló el Salvador a sus discípulos (mathetes): ‘¿Habéis entendido (noein) todas estas palabras y la figura (typos) de esa mujer?’ — Respondió María (Magdalena) y dijo: ‘Señor mío, he entendido (noein) los misterios de las cosas de que ha sido partícipe esa mujer. Tocante a las cosas que se le han comunicado, nos hablaste tú una vez en parábola, cuando decías (Lc 13,6-9): Un hombre poseía una higuera en su viña. Vino, pues, a buscar su fruto (karpos) y no halló ninguno en ella. Habló al viñador: Mira, tres años ha que vengo y no tengo de ello ganancia ninguna. Córtala, pues, porque inutiliza hasta el suelo. Mas él contestó y le dijo: Señor mío, ten aún este año paciencia con ella (= la higuera), hasta que la cave en torno y la riegue. Si al año siguiente trae (frutos), la dejas; si no encuentras (fruto) alguno, la cortas. — Mira, Señor mío, esta es la solución de la palabra’. Respondió el Salvador y habló a María: Muy bien (euge), espiritual (mujer pneumatike). Tal es la palabra». (Pistis Sophia c. 122)

La aplicación de la parábola al caso de la mujer reincidente apenas dice nada.

La higuera simboliza al individuo; al alma (psyche) llamada a los misterios de la Luz.

El que viene en busca de fruto es el Señor. Los tres años — los tres conatos o visitas del Señor al alma — se traducen en «tres bautismos», colación «tres veces» repetida de los misterios de la Luz. Normalmente, de tales misterios cabría esperar una vida digna de la herencia (del reino de la Luz) vinculada a ellos.

El Salvador no quiere que sus discípulos, en casos análogos, desesperen. La parábola subraya la benignidad que gusta de ver en ellos para el trato con las almas. Igual pensamiento había desarrollado el anónimo a propósito de Mt 18,21s 38. Siete veces y setenta veces siete han de perdonar a quien falte:

«Por eso, cuando una vez me preguntasteis, diciendo: ‘Si nuestro hermano peca contra nosotros, ¿deseas que le perdonemos hasta siete veces?’, os respondí yo y os hablé en parábola diciendo: ‘No sólo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete…’» (Pistis Sophia 171)

La mujer reincidente, a pesar de los tres bautismos otorgados por el Salvador, simboliza no sólo el alma (psyche) particular, sino — a la manera de las figuras femeninas evangélicas, predilectas de los valentinianos (samaritana, hemorroísa) — la Iglesia de las gentes, tres veces bautizada en los misterios de Luz.

La conversión no aporta ganancias a Dios, sino al alma. Posiblemente la lectura («tres años ha que vengo y no saco de ella ganancia») va contra el demiurgo hebreo, amigo de servirse de los suyos en provecho propio. El ideal de los discípulos de Jesús ha de estar en compadecer y perdonar, habilitando a las almas, por indignas que un tiempo hayan sido, para la herencia del reino de la Luz; sin apartarlas por su cuenta de él, más justicieros que el Maestro.