O PEREGRINO QUERUBÍNICO — LIVRO I
EPIGRAMAS 90-100
I, 091: Se debe agradecer por todo.
HOMBRE, si acostumbras aún agradecer a Dios esto o aquello,
no has transpuesto aún las barreras de tu debilidad.
I, 092: Quién está deificado por completo.
QUIEN es como si no fuera, y jamás hubiera llegado a ser:
ése, (¡oh beatitud!), se ha vuelto puro Dios.
I, 093: En sí, se oye la Palabra.
QUIEN está en sí, oye la Palabra de Dios,
(niégalo cuanto quieras) aun sin tiempo y sin lugar.
I, 094: La humildad.
LA humildad es el fondo, la cubierta y el cofre,
en el que se erigen y encierran las virtudes.
I, 095: La pureza.
CUANDO a través de Dios he llegado a ser pureza,
no me dirijo para encontrar a Dios a ningún sitio.
I, 096: Dios nada puede sin mí.
DIOS no puede sin mí hacer un solo gusanillo:
si yo no lo mantengo con Él, se desintegra de inmediato.
I, 097: Estar unido a Dios, es bueno para el dolor eterno.
A quien está unido a Dios, no puede Él condenarlo:
se arrojaría Él mismo a la muerte y a las llamas.
I, 098: La voluntad muerta reina.
TAN pronto como mi voluntad está muerta, Dios debe hacer lo que quiero:
yo mismo le prescribo el modelo y la meta.
I, 099: Para el abandono todo es igual.
ME abandono a Dios por entero, si quisiere darme penas,
le sonreiré tanto como por las alegrías.
I, 100: Uno mantiene al otro.
LE importo tanto a Dios, como Él a mí,
lo ayudo a guardar su esencia, como Él la mía.