Paulo Solidariedade

PAULO APÓSTOLO — SOLIDARIEDADE
Excertos de Roselyne Dupont-Roc, Michel de Goedt, Charles Perrot, Chantal Reyner, Vocabulario de las epístolas paulinas
Comunión, Solidaridad

(koinónía, koinonos)

El verbo koinónein, el nombre de acción koinónía y el adjetivo koinonos, formados a partir del adjetivo koinos («común»), se utilizan ampliamente desde la época clásica para designar toda acción de hacer o de tener algo en común: «tomar parte en, asociarse con». El término se encuentra en los Setenta, concretamente en Sab 6,23 y 8,18, donde aparece la idea de que una participación o no-participación en la sabiduría puede modelar por completo una existencia humana. En el Nuevo Testamento, si exceptuamos el empleo difícil y muy conocido de Hch 2,42, eran asiduos… a la comunión fraterna, el término y sus compuestos forman dos grupos bien tipificados de empleo: los empleos de Pablo y los empleos de Juan.

Los empleos paulinos son numerosos. La traducción corriente de la palabra «comunión de», «comunión en», es una copia de la construcción del griego (Flp 2,1; 3,10; Flm 6; 1 Cor 1,9; 10,16; 2 Cor 8,4; 13,13), pero traduce mal el valor constante de la acción expresada por esta palabra. Pablo suele preferir una construcción más activa: «comunión para, tomar parte en» (2 Cor 6,14; Flp 1,5; 2 Cor 9,13; Rom 12,13; 15,26-27).

El empleo de esta familia de palabras en la Carta a los Filipenses parece ser el que mejor aclara su sentido; en efecto, los seis empleos de koinónía y de sus compuestos estructuran la carta: 1,5.7; 4,14-15, encuadrando a 2,1 y 3,10. Pues bien, el primer empleo designa claramente «tomar parte activa en» el anuncio del evangelio. Va explicitada por una participación de los filipenses en las pruebas del apóstol (1,7 y 4,14), que se concreta en una ayuda económica (4,15). Si Pablo acepta sólo de los filipenses esta forma de koinónía, se debe a que es un signo de la solidaridad con que ellos comparten su «gracia» de evangelizador, en la defensa y afianzamiento del evangelio (1,7).

¿En qué consiste entonces esta «gracia» del apóstol? Pasa por la «conformación» de su propia vida con la de Cristo y por la participación en sus sufrimientos (3,10), en la espera de la resurrección; la koinónía en los sufrimientos de Cristo es ese movimiento de don de sí mismo y de humillación hasta la muerte en la cruz, que fue la de Cristo. Siguiendo al apóstol, es toda la comunidad la que está llamada a conformar su «cuerpo de humillación» para que se convierta en «cuerpo de gloria». Conformarse al movimiento de Cristo es vivir en él, en una unidad en la que cada uno reconoce al otro como superior a él; es participar del Espíritu (koinónía Pnéumatos: 2,1), que da a cada uno diversos carismas.

Se comprenden mejor entonces, a la vez, los empleos de Rom 12,13 y 15,26, que se refieren a la colecta, el de Gál 2,9, en donde el signo de «las manos de comunión» fundamenta la unidad de los evangelizadores, y las expresiones acumuladas de 1 Cor 1,9 y sobre todo 1 Cor 10,16s, en donde se trata de participar (sacramentalmente) de la sangre de Cristo y del pan para vivir realmente de su vida. ¿Coincidimos entonces con Hch 2,42? La koinônía, participación del Espíritu, hace de la vida de la comunidad y de la vida del mismo apóstol un evangelio vivo.