Paulo Anelo

PAULO APÓSTOLO — ANELO — DESEJO
Excertos de Roselyne Dupont-Roc, Michel de Goedt, Charles Perrot, Chantal Reyner, Vocabulario de las epístolas paulinas
Ambicionar, Ambición

(epithymein, epithymía)

Epithymein, «apegarse a, desear» y epithymía, «anhelo, deseo, pasión», por extensión «ambición», son palabras derivadas de thymos, «el corazón» como principio de la voluntad, de la inteligencia, de los sentimientos y de las pasiones, de donde «voluntad, deseo, ánimo».

La epithymía, en el sentido de deseo, puede ser positiva en Pablo (1 Tes 2,17; Flp 1,23; cf. también 1 Tim 3,1). Pero «la ambición de la carne», que conduce al hombre a centrarse en sí mismo más que en Dios (Gál 5,16.17.24; cf. también Rom 13,9.14), o «la ambición del corazón», que mueve al hombre a adorar a la criatura más que al creador (Rom 1,24-25), son la marca del pecado, que priva al hombre de la comunión con Dios. La epithymía tiene una dimensión, no ya moral ante todo, sino teológica: es la relación con Dios lo que está en juego (1 Cor 10,6-7: la epithymía es sobre todo signo de idolatría).

El que ha sido bautizado en Cristo (Rom 6,1-14) está llamado también a no someterse ya a las ambiciones del pecado: Que no reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal; no prestéis vuestros miembros como armas perversas al servicio de sus ambiciones (Rom 6,12). En efecto, es el pecado, desenmascarado por la ley, lo que suscita en el hombre la ambición (cf. Rom 7,7-8) y rompe la comunión con Dios. En adelante, liberado del pecado y de su ambición, el cristiano no debe dejarse llevar por ella (1 Tes 4,5).

La tradición paulina prolonga esta visión insistiendo en la dimensión moral de la epithymía (Ef 2,3; 4,22; Col 3,5; 1 Tim 6,9; 2 Tim 2,22; 3,6; 4,3; Tit 2,12).