PAULO APÓSTOLO — ALMA
Excertos de Roselyne Dupont-Roc, Michel de Goedt, Charles Perrot, Chantal Reyner, Vocabulario de las epístolas paulinas
Alma (psyché)
El substantivo psyché sólo se emplea 13 veces en las epístolas paulinas (101 veces en el Nuevo Testamento) y el adjetivo psychikos 4 veces. Se advierten dos líneas de fondo en el uso paulino de psyché / psychikos, sin que sea posible descubrir una evolución dentro de ellas. Solamente el contexto permite determinar su acepción.
En cierto número de casos, psyché es equivalente de vida (Rom 16,4; Flp 2,30). De forma metonímica, psyché designa igualmente a la persona humana en cuanto individuo (Rom 2,9; 13,1). Estas dos acepciones, omnipresentes en los Setenta, traducen muchas veces al hebreo nephesh. Si no es clara la noción paulina de psyché, lo cierto es que no describe la parte del ser humano opuesta a la carne, parte que se libraría de la muerte, como podría sugerirlo 2 Cor 1,23. En este sentido, la psyché paulina no tiene nada que ver con la de los filósofos griegos.
Psyché parece estar más cerca de kardía (corazón), implicando una connotación de interioridad, de energía, de afectividad (1 Tes 2,8; Col 3,23; Ef 6,6). También está cerca de pneuma (espíritu). En Flp 1,27, el tema de «una sola alma», utilizado ya por Aristóteles y por Pitágoras para describir la idea de «unanimidad», aparece en un contexto eclesiológico y corresponde en cierta medida a la función que asume la imagen del cuerpo en Col y en Ef.
El adjetivo psychikos se utiliza a propósito de Adán en 1 Cor 15,46. Son posibles dos relaciones con la literatura pre-gnóstica y con Filón. Apoyándose en los dos relatos de creación en Gn, estas corrientes demuestran que la creación era espiritual en el origen antes de verse corrompida (tema de los dos Adanes). Pablo recoge este tema dándole la vuelta: el primer Adán es terreno, psíquico, mientras que el segundo, o sea. Cristo, es espíritu, ya que da vida por su resurrección. De esta concepción se derivan dos modos de ser: uno psíquico, el del Adán terreno, el otro espiritual, el de Cristo.
Estas diferentes acepciones plantean una serie de cuestiones, en particular sobre el uso paradójico del adjetivo y del substantivo. ¿Por qué no utiliza más Pablo el término psyché, tan frecuente en los Setenta (más de 600 empleos)? ¿Por qué se queda sólo con el aspecto negativo de psychikos? ¿Es su función en la argumentación lo que implica la elección de los términos?