Luego: «¡Permanece parado en la puerta!» Quien está parado, tiene los miembros ordenados. Él quiere decir que la parte suprema del alma se debe hallar firmemente erguida. Todo cuanto está ordenado, tiene que haberse subordinado a aquello que está por encima de ello. Todas las criaturas no le agradan a Dios cuando no las alumbra la luz natural del alma, de la cual reciben su ser, y cuando la luz del ángel no alumbra la luz del alma y la prepara y dispone para que la luz divina pueda operar en ella; porque Dios no opera en las cosas corpóreas, opera (tan sólo) en (la) eternidad. Por eso el alma ha de estar recogida y elevada y tiene que ser espíritu. Allí opera Dios, allí todas las obras le agradan a Dios. No hay obra alguna que jamás le plazca a Dios a no ser que se la realice allí. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XIX 3
Ahora fijaos en la primera palabrita que dice: «Llegará la hora y ha llegado ahora». Quien quiere adorar al Padre tiene que trasladarse con su deseo y su confianza en la eternidad. Hay una parte suprema del alma que se yergue por encima del tiempo y no sabe nada del tiempo ni del cuerpo. Todo cuanto sucedió alguna vez hace mil años, el día que fue hace mil años, en la eternidad no se halla más lejos que esta hora en la que vivo ahora, o el día que habrá de llegar en mil años, o en el tiempo más lejano que puedas contar, (todo esto) en la eternidad no queda más lejos que esta hora en la que vivo. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XXV 3
Los maestros dicen que dos potencias fluyen desde la parte suprema del alma. Una se llama voluntad, la otra, entendimiento, y la perfección de estas potencias se da en la potencia suprema llamada entendimiento: éste no puede descansar nunca. No tiende hacia Dios, en cuanto Espíritu Santo y en cuanto Hijo: huye del Hijo. Tampoco tiende hacia Dios en cuanto Dios. ¿Por qué? Porque ahí tiene (un) nombre. Y si existiesen mil dioses, el (entendimiento) siempre se abriría paso porque lo quiere (encontrar) allí donde no tiene nombre alguno: quiere algo más noble, algo mejor de lo que es Dios en cuanto tiene nombre. Entonces ¿qué quiere? No lo sabe; lo quiere en cuanto es Padre. Por eso dice Felipe: «Señor, haznos ver al Padre, y ya nos basta» (Juan 14, 8). Lo quiere en cuanto es la médula de donde surge (la) bondad; lo quiere en cuanto es un grano del cual emana bondad; lo quiere en cuanto es una raíz, una vena, de la cual brota (la) bondad, y sólo allí es Padre. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XXV 3
Por esta «viuda» entendemos el alma. Como estaba muerto el «marido», también estaba muerto el «hijo». Por el «hijo» concebimos (indirectamente) (el) entendimiento que en el alma es el «marido». Como ella (= la viuda) no vivía con el entendimiento, el «marido» estaba muerto y por eso era «viuda». «Junto a la fuente Nuestro Señor le dijo a la mujer: “¡Vete a casa, tráeme a tu marido!”» (Cfr. Juan 4, 16). Él pensaba: como ella no vivía con el entendimiento, que es el «marido», por eso no le caía en suerte «el agua viva» (Cfr. Juan 4, 10) que es el Espíritu Santo; Este se brinda sólo allí donde se vive con el entendimiento. (El) entendimiento es la parte suprema del alma donde, junto con los ángeles, tiene una co-existencia y un estar-comprendido en la naturaleza angelical. A la naturaleza angelical no la toca tiempo alguno; lo mismo sucede con (el) entendimiento que es el «marido» dentro del alma; no lo toca tiempo alguno. Si no se vive con el (entendimiento), muere el «hijo». Por eso, era «viuda». ¿Por qué «viuda»?… No existe ninguna criatura que no tenga algo bueno y al mismo tiempo algo defectuoso por lo cual se renuncia a Dios. El defecto de la «viuda» residía en que tenía muerta la facultad de dar a luz; por eso pereció también el fruto. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XLIII 3
El profeta dice: «El Señor ha extendido su mano» (Jerem. 1, 9), y (con ello) se refiere al Espíritu Santo. También dice: «Ha tocado mi boca» y luego: «Me ha hablado» (Jeremías 1, 9). La boca del alma es la parte suprema del alma, a este hecho se refiere (el alma) y dice: «Ha puesto su palabra en mi boca» (Jeremías 1, 9)… éste es el beso del alma: ahí se encuentran boca con boca, ahí el Padre engendra a su Hijo en el alma y ahí se le «habla» a ella. Ahora dice: «Observa que hoy te he elegido y te he colocado sobre (el) pueblo y (los) reinos» (Jeremías 1, 10). Dios promete elegirnos «hoy», allí donde no hay nada y donde, sin embargo, existe el «hoy» en la eternidad. «Y te he colocado sobre (el) pueblo»… esto quiere decir sobre todo el mundo; de él debes estar libre… «y sobre (los) reinos»… esto quiere decir: Lo que es más de uno, es demasiado porque debes morir para todas las cosas y ser in-formado otra vez en lo alto donde moraremos en el Espíritu Santo. ECKHART: SERMONES: SERMÓN LIII 3