Origenes Jesus Duas Naturezas

Orígenes — DOS PRINCÍPIOS
Duas Naturezas
De Principiis II, 6,3

3. El Unigénito de Dios, por lo tanto, por quien, como el curso anterior de la discusión ha mostrado, todas las cosas han sido hechas, visibles e invisible, según la concepción de la Escritura, y ama lo que ha hecho. Porque ya que Él es la imagen visible del Dios invisible, Él otorgó invisiblemente una participación de Él a todas sus criaturas racionales, para que cada una obtuviera una parte de Él, exactamente proporcionada al afecto con el que Él la consideró. Pero ya que, de acuerdo a la facultad del libre albedrío, la variedad y la diversidad caracterizan a las almas individuales, de manera que una es más afectada que otra en su amor al Autor de su ser, y otra con una consideración menor y más débil, esa alma (anima) de quien Jesús dijo: “Nadie me la quita, mas yo la pongo de mí mismo” (Jn 10,18).65 inherente desde el principio de la creación, y después inseparable e indisolublemente en Él, como Sabiduría y Verbo de Dios, y Verdad y Luz verdadera; recibiéndole totalmente, y pasando a su luz y esplendor, fue hecha con Él un solo espíritu en un grado preeminente (principaliter), según la promesa del apóstol a los que debían imitarle: “el que se junta con el Señor, un espíritu es” (1Co 6,17).

El alma de Cristo hace como de vínculo de unión entre Dios y la carne, ya que no sería posible que la naturaleza divina se mezclara directamente con la carne; y entonces nace el “Dios-hombre”. Como hemos dicho, el alma es como una sustancia intermedia, y no es contra su naturaleza el asumir un cuerpo, y, por otra parte, siendo una sustancia racional, tampoco es contra su naturaleza el recibir a Dios al que ya tendía toda ella como al Verbo, a la Sabiduría y a la Verdad. Y entonces, con toda razón, estando toda ella en el Hijo de Dios, y conteniendo en sí todo el Hijo de Dios, ella misma, juntamente con la carne que había tomado, se llama Hijo de Dios, y Poder de Dios, Cristo y Sabiduría de Dios; y a su vez, el Hijo de Dios “por el que fueron hechas todas las cosas” (Col 1,16), se llama Jesucristo e Hijo del Hombre.

Entonces, se dice que el Hijo de Dios murió, a saber, con respecto a aquella naturaleza que podía padecer la muerte, y se proclama que el Hijo del Hombre “vendrá en la gloria de Dios Padre juntamente con los santos ángeles” (Mt 16,27). Por esta razón, en toda la Escritura divina se atribuyen a la divina naturaleza cualidades humanas, y la naturaleza humana recibe el honor de las cualidades divinas. Porque lo que está escrito: “Serán dos en una sola carne, y ya no serán dos, sino una única carne” (Gn 2,24), puede aplicarse a esta unión con más propiedad que a ninguna otra, ya que hay que creer que el Verbo de Dios forma con la carne una unidad más íntima que la que hay entre el marido y la mujer. ¿Y de quién se hace más un espíritu con Dios que esta alma que se ha unido a Dios por amor, para que se diga justamente que es un espíritu con Él?