Origenes Fantasias Gnosticas

Orígenes — CONTRA CELSO
Excertos da tradução espanhola de Daniel Ruiz Bueno, publicada pela BAC
VI-31. Fantasías gnósticas
Mas, si alguno gusta de saber las fantasías de aquellos charlatanes, con las que quisieron, sin lograrlo, atraer adeptos a su doctrina, como si poseyeran no sabemos qué misterios, oiga lo que enseñan se diga, después de atravesar la que llama barrera de la maldad, a las puertas de los arcontes (= príncipes) eternamente encadenadas:

“Rey solitario, vínculo de la ceguera, olvido inconsciente, yo te saludo, fuerza primera, guardada por el espíritu de la providencia y sabiduría, de donde soy enviado puro, hecho ya parte de la luz del Padre y del Hijo. La gracia esté conmigo; sí, Padre, esté conmigo”.

Y de aquí dicen que proceden los poderes de la ogdóada. Luego, al pasar el que llaman Yaldabaoth, enseñan a decir: “¡Oh tú, Yaldabaoth, primero y último, nacido para imperar con audacia, palabra que eres dominante de una mente pura, obra perfecta para el Hijo y el Padre!, traigo un símbolo marcado con la marca de la vida, después de abrir al mundo la puerta que tú cerraste con tu eternidad, para pasar de nuevo libre tu poder. La gracia esté conmigo; sí, Padre, esté conmigo”.

Y dicen que con este arconte simpatiza la estrella Fenonte (phainon = Saturno). Luego piensan que quien ha pasado Yaldabaoth y ha llegado a Yao debe decir: “¡Oh tú, Yao, segundo y primero, señor de los ocultos misterios del Hijo y del Padre, que brillas en la noche, soberano de la muerte, parte del inocente, llevando ya tu propio…!, como un símbolo, me dispongo a entrar en tu imperio, después de dominar por una palabra viva al que nació de ti. La gracia esté conmigo, Padre, esté conmigo”.

Luego viene Sabaoth, al que piensan hay que decir: “Señor de la quinta autoridad, poderoso Sabaoth, defensor de la ley de tu creación, destruida por la gracia, con una pén-tada más poderosa, déjame pasar, contemplando un símbolo intachable de tu arte, preservado por la imagen de una figura, un cuerpo liberado por la péntada. La gracia esté conmigo, Padre, esté conmigo”.

Seguidamente viene Astafeo, al que creen hay que decir lo siguiente:

“Señor de la tercera puerta, Astafeo, inspector del primer manantial del agua, mirando a un iniciado, déjame pasar, purificado que estoy por el espíritu de una virgen, contemplando la esencia del mundo. La gracia esté conmigo, Padre, esté conmigo”.

Después de éste viene Eloeo, al que piensan ha de decirse lo siguiente:

“Señor de la segunda puerta, Eloeo, déjame pasar, pues te traigo un símbolo de tu madre, la gracia escondida por las potencias de las autoridades. La gracia esté conmigo, Padre, esté conmigo”.

Al último lo llaman Oreo, y a éste piensan que le dicen:

“Tú que pasaste intrépidamente la barrera del fuego y alcanzaste el imperio de la primera puerta, déjame pasar, mirando el símbolo de tu propia fuerza, destruido por una figura del árbol de la vida, tomado por la imagen según la semejanza de un hombre inocente. La gracia esté conmigo, Padre, esté conmigo”.