Origenes Ensinamento Igreja

Orígenes — CONTRA CELSO
Excertos da tradução espanhola de Daniel Ruiz Bueno, publicada pela BAC
VI-37. Pocos entienden lo que enseña la Iglesia
Imagínase Celso que hemos nosotros inventado el árbol de la vida para entender figuradamente la cruz y, en armonía con ese error suyo, dice que, “si la suerte hubiera querido que fuera precipitado desde un despeñadero, o arrojado a una sima, o que se hubiera ahorcado con una soga”, nos hubiéramos inventado un despeñadero de la vida sobre los cielos, una sima de la resurrección o una soga de la inmortalidad”. Y luego dice también: “Si por haber sido carpintero se ha inventado el árbol de la vida, fuera lógico que, de haber sido zapatero, se nos hablara de un cuero santo; de haber sido picapedrero, de una piedra bienaventurada; de haber sido herrero, de un hierro de amor”. Ahora bien, ¿quién sin más no ve lo vano de la acusación, pues no hace sino insultar a hombres a quienes se había propuesto convertir, como a gentes embaucadas?

Lo que dice seguidamente armonizaría muy bien con los que han fantaseado los arcontes en forma de leones, con cabezas de asnos y cuerpos de dragones, y con quienquiera invente cuentos semejantes; pero no con los creyentes de la Iglesia. A la verdad, aun una vieja borrachuela se avergonzaría de canturrear para adormecer a un niño cuentos como los que inventan los de las cabezas de asno y los discursos, digámoslo así, que han de decirse en cada puerta. Lo que creen, empero, los fieles de la Iglesia no lo sabe Celso, como, por lo demás, son muy pocos los capaces de comprenderlo; aquellos, digo, que, según el mandato de Jesús (lo 5,39), consagran su vida entera a escudriñar las Escrituras, y en el escrutinio del sentido de las sagradas letras ponen más empeño que los filósofos griegos para adquirir una supuesta ciencia.