Maurice Nicoll — O HOMEM NOVO
Cuando se comienza a captar la concepción del reino de los cielos, despierta en la mente un nuevo y sobrecogedor sentido de la vida. La primera de las parábolas de Cristo es la del Sembrador. Trata acerca del reino de los cielos. De ella Cristo dice que es la parábola de las parábolas, y que a menos que se la comprenda, las demás no podrán ser comprendidas. Es preciso tener siempre presente que todas las parábolas de los Evangelios tratan acerca del reino de los cielos, y la primera es la del Sembrador. Es el punto de partida de la enseñanza de Cristo tocante al misterio del reino. En el capítulo xiii de San Mateo, Cristo comienza a dirigirse a la multitud en parábolas. ¿Por qué? Porque está comenzando a hablar acerca del reino de Dios. Sus discípulos le preguntan por qué razón empieza, de pronto, a hablar en parábolas y él les responde:
“Porque a vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no es concedido. Porque a cualquiera que tiene se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden” (Mat. XIII, 11-13).
¿Cuál es el primero de los misterios del reino que revela? En la parábola del Sembrador puede verse que el primer misterio es que el hombre ha sido sembrado en la tierra como material para el reino de los cielos. Llamarla la parábola del Sembrador y la Semilla puede conducir a un error a menos que se entienda que el hombre es la semilla. En realidad, ni siquiera se menciona a ésta. En Mateo XIII, 3, 4, se escribe en el original griego:
“He aquí, el que sembraba salió a sembrar, y sembrando, parte cayó junto al camino”. La expresión simiente (o semilla) es un agregado en la traducción, de suerte que ahora se lee: “He aquí, el que sembraba, salió a sembrar. Y sembrando, parte de la simiente cayó al camino”. ¿ Qué es lo que verdaderamente significa? ¿Qué es lo que sembraba el Sembrador? Sembraba hombres. Esta es la primera de las ideas que sobrecogen. Y está oculta en la parábola. Se siembra a los hombres en la tierra como material para el reino de los cielos; algunos caen junto al camino, otros caen sobre los pedregales, otros sobre espinas y otros en buena tierra. Y únicamente aquellos que figuran en la última categoría son los capaces de una verdadera evolución interior que los eleve al nivel del reino. Es obvio que se refiere a hombres, por cuanto en su explicación privada de esta parábola Cristo dice a sus discípulos: “Oyendo cualquiera la palabra del reino y no entendiéndola, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón; éste es el que fue sembrado junto al camino” (Mat. XIII, 19).
Y sigue hablando acerca de “el que fue sembrado en pedregales” y de “el que fue sembrado entre espinas” y, finalmente, de “el que fue sembrado en buena tierra”. A la luz del reino de los cielos, entonces, se entiende que la humanidad que habita la Tierra es un experimento en la evolución interior.