Maurice Nicoll — O HOMEM NOVO
En la enseñanza sobre el reino de los cielos y su relación a la humanidad en la Tierra y que aparece en el capítulo xiii de Mateo, hay tres parábolas que siguen a las cuatro grandes parábolas introductoras que ya hemos estudiado. Estas tres parábolas se refieren a la idea de selección. Una de ellas dice así:
“Asimismo, el reino de los cielos es semejante a la red que, echada en la mar, coge todas suertes de peces: la cual estando llena la sacaron a la orilla; y sentados, cogieron lo bueno en los vasos, y lo malo echaron fuera. Así será el fin del siglo: saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos. Y los echarán en el horno del fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.” (Mat. XIII, 47-50.)
Consideremos esta parábola con relación a aquellos pensamientos que surgen en la mente acerca de una falta de equidad o injusticia. Desde las primeras parábolas, todo cuanto se dice acerca del nivel superior del reino parece algo injusto. Y claro está que el reino de los cielos no es algo que todo el mundo pueda alcanzar en un ciclo particular de tiempo. Esto también queda en claro en otras parábolas, como la de las bodas a las cuales no concurrieron quienes habían sido invitados, y que de entre todos los que pudieron haber ido, pocos hicieron el esfuerzo. Pero consideremos primero la parábola de la red y la separación de lo bueno y lo malo que entró en ella. La idea de la selección es muy obvia en este caso. Los buenos se guardan .en vasos, y los malos son echados afuera. La misma idea de la separación de los buenos y de los malos aparece en la parábola de la cizaña. ¿Es verdaderamente injusta esta idea de la selección? ¿No es justicia? ¿No es verdad acaso que en la vida ordinaria la selección desempeña un papel preponderante? ¿No se selecciona a la gente para los distintos trabajos? Las personas aceptan la idea de la selección por medio de exámenes, etc., y no consideran que sea injusto que algunas sean aprobadas y otras no. Incluso aceptan la idea teórica de la selección natural por la supervivencia de los más aptos, y no la consideran injusta. Una cosa come la otra: la maleza lucha contra las plantas. Y tampoco se espera que todas las semillas que se plantan en la tierra den el mismo fruto. A nadie le parece injusto que algunas semillas germinen y otras no. Por donde existe la vida existe la lucha. La gente varia mucho en cuanto a sus capacidades. En todas las formas de la sociedad humana trabaja la selección. Algunos son eficientes en una cosa, otros en otra. En todas las manifestaciones de la habilidad humana los habrá mejores y peores, y tiene que haber y hay una selección de los mejores. Toda la educación humana se basa en el principio de selección de los mejores. Uno no espera que una escuela de ingeniería seleccione a sus peores estudiantes y luego los mande al mundo como ingenieros capacitados. Semejante procedimiento no sólo sería algo falto de sentido, sino que sería definitivamente injusto. Pues injusto es el hecho de que una cosa esté donde no le corresponde. En breve, cuando se piensa en ella, no se puede separar el sentido de la justicia del sentido de selección.